El problema radica, creo yo, en que los verdaderos aficionados a la relojería se dejan engatusar cada vez menos. Y estando de acuerdo en que es un diver muy bonito, su precio no se justifica por ningún lado.
JC Biver hizo una jugada maestra comprando un nombre (24.00 francos de la época) e insuflándole vida con los calibres de su amigo (y ahora socio) Jacques Piguet, pero no olvidemos que su fuerte estaba en calibres ultrafinos y la serie Villeret. Tardaron más de diez años en recordar que existían los divers en su catálogo, y entonces se lo vendieron al Swatch Group por 60 millones porque a Hayek Sr se le había metido en la cabeza formar una división de honor dentro de su grupo (junto a Breguet y Glashütte Original).
Desde entonces han tratado de transmitir la idea de un diver de lujo con el consiguiente posicionamiento de precios, pero a la vista está que el éxito ha sido más bien discreto. Tampoco sé si ponerlo en precios más lógicos le ayudaría, pero eso es algo que no sabremos nunca.
La verdad es que entiendo lo que dices y creo que tienes parte de razón, pero no estoy del todo de acuerdo. Últimamente tengo la sensación de que se pretende (no digo que tú) reducir todo lo relacionado con Blancpain al marketing, y no comparto esa visión. Me parece una marca maravillosa, con calibres excelentes, acabados a la altura y un legado único. Por eso creo que, aunque Biver es un genio, fue un error sembrar dudas inventando parte de la historia cuando no era necesario.
Tiene relojes increíbles, como los Fifty Fathoms, pero también la serie Léman me parece genial. En cuanto a los precios, bueno, es lo de siempre en estos tiempos. También tenemos un Ingenieur en titanio por 15k (ojo, que el nuevo Ingy me encanta y no quiero juzgar su PVP).
Respecto al Fifty Fathoms, creo que han cometido un error lanzando tantas versiones, colores y, sobre todo, con los Swatch. Me refiero a que, para crear un icono, hay que “respetarlo” y cuidarlo más, aunque seguramente, desde el punto de vista económico, la jugada les haya salido bien.
A mí, personalmente, el tema de los diferentes tamaños no sé si me convence. Creo que lo ideal sería que el diseño estuviera tan bien logrado desde el principio que funcionara para todo el mundo. El de 45 mm me encanta, aunque reconozco que el de 42 mm probablemente sea el ideal. Pero claro, ahí ya entran los gustos personales, etc.