Parto de la base de que tengo 10.000 euros para gastarme en un nuevo reloj y que tengo muchas ganas de gastármelos a pesar de la que está cayendo, con eso de que sólo se vive una vez. Vamos que voy muy auto convencido (o muy enfermo, según se vea).
Yo entro, pero creo que hay que ir sin ningún tipo de expectativas y en plan amistoso. Hay que acordarse de que es un negocio y no hay nada personal. Tienen gastos, nóminas que pagar y su objetivo es maximizar beneficios, lo cual puede significar tener que complacer a los clientes más importantes primero, los que se dejan mucha pasta en varios tipos de artículos.
Mi filosofía es que el "no" ya lo tengo, vamos que no tengo nada que perder. Eso sí, no voy a saco, en plan "qué tenéis?". Sino más bien, "hola, busco un reloj de marca Rolex para celebrar un ascenso en el trabajo (o cualquier evento como un cumple, aniversario etc.) y quería ver si se podía probar algún modelo". Voy con mi Rolex más cantoso en la muñeca y me aseguro de que lo ve la persona que me atiende, en plan "mira, hoy me apetecía ponerme éste, lo veo ideal para el verano" (o cualquier excusa o pseudo explicación). Ese día voy bien vestido, nada de vaqueros, zapatillas y camiseta. Más bien americana con unos chinos o incluso traje si me animo (o si estoy muy mal de la cabeza, según se vea).
En el peor de los casos, me dice que no tiene nada para enseñarme. No pasa nada, le sonrío, le doy las gracias, le deseo un buen día y me voy. Si tengo un poco de suerte, me enseña piezas aunque no me las venda, lo cual considero una experiencia positiva porque puedo ver y probar relojes nunca vistos antes, o volver a probar otros que ya me conocía pero no me convencían de primeras. Y si tengo mucha suerte, les acaba de llegar un modelo que ningún cliente existente ha pedido aún (o que tienen muy repetido con pocos clientes potenciales), que me gusta y que están dispuestos a venderme, quien sabe.
La esperanza es lo último que se pierde.