Relojes Especiales te muestra el Bell&Ross Nightlum BR 03-92

Bell&Ross Nightlum BR 03-92

Bruno Belamich (Bell) y (&) Carlos Rosillo (Ross) son el alma máter de Bell&Ross, una marca joven (aún no ha cumplido 30 años) que parece que haya estado ahí desde mucho antes. Lo que se inició como un proyecto de final de carrera de Mr. Belamich ha devenido en una referencia de fuerte personalidad que hace sus relojes inconfundibles. Orientados inicialmente hacia los relojes-instrumento de aviación, sus primeros modelos se los encargaron a Helmut Sinn, titular entonces de la marca homónima, pero pronto empezaron, nunca mejor dicho, a volar solos. Con los años, Bell&Ross ha desarrollado el clásico esquema tierra-mar-aire con notable éxito, aunque su sello sigue siendo cuadrado y su referencia, el cielo.

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Como cuadrado es el Bell&Ross Nightlum BR 03-92, el último componente —por ahora— de una larga saga de relojes de aviación, fieles al formato de los que se pueden encontrar en multitud de paneles de control de aviones todavía en servicio. Teniendo como objetivo la legiblilidad, el Nightlum retoma los criterios básicos de la colección, con grandes cifras en los puntos cardinales y unas agujas de tipo espada sobredimensionadas, lo que hace que hasta los que sufren presbicia puedan ver la hora sin necesidad de gafas. Y no es esto poca cosa, porque más allá del marketing es de agradecer encontrar funciones prácticas sin necesidad de ser piloto, submarinista o comando en una misión. Además, todos esos elementos están cubiertos de Superluminova C3, lo que no sólo justifica el nombre del Bell&Ross Nightlum BR 03-92 sino que proporciona una visibilidad nocturna fuera de serie.

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La colección BR 03 alberga hasta 31 modelos, de los que 11 (ocho sólo hora y tres cronos) están equipados con una caja de cerámica negra. La cerámica presenta una serie de ventajas frente al acero: es mucho más dura (prácticamente irrayable), más ligera (unos 4 gramos por centímetro cúbico, frente a los 8 de media para el acero), de tacto más cálido debido a su baja conductividad y, si se me permite una apreciación personal, más elegante. Básicamente, las cerámicas son óxidos: de zirconio, de aluminio… por cierto, lo que conocemos como cristal de zafiro para relojes es eso, óxido de aluminio, es decir, una cerámica. Vale la pena decir aquí que Bell&Ross tiene un accionista de referencia: Chanel, que además de ser manufactura (¡sí!) es pionera en lo que a cerámica se refiere, de manera que Bell&Ross se mueve en terreno conocido.

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Y de cerámica negra mate está hecha la caja de este Bell&Ross Nightlum BR 03-92. El peso del reloj completo, contando correa y hebilla, no llega a 110 gramos, lo que lo hace muy cómodo de usar. En ese sentido, me ha sorprendido lo cómoda que resulta la forma cuadrada, una forma que no abunda en relojes y que a priori da cierto reparo precisamente por su infrecuencia. Por sus características, la cerámica no se pule, se inyecta en moldes a alta presión y calor (el nombre técnico es “sinterizado”). Y ese proceso de sinterizado junto con la pureza del material que se requiere hacen que una caja de cerámica sea más costosa que una de acero. Salvando las distancias, sería como explicar por qué las cosas más bellas son más caras, aunque aquí también admito ese punto subjetivo. La trasera o fondo trae grabadas tanto las especificaciones (resistencia al agua de 100 metros, movimiento automático, Swiss Made) como la fórmula de la cerámica utilizada: óxido de zirconio y óxido de itrio, este último también conocido como Yttria.

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No todo lo que es de color negro en el Bell&Ross Nightlum BR 03-92 está hecho de cerámica: tanto los tornillos que fijan las dos partes de la caja como la hebilla y la corona de remontuar son de acero con tratamiento PVD. La parte buena es que se ha conseguido el tono exacto de matizado y realmente todas esas partes parecen del mismo material. Está por ver cómo soportan el paso del tiempo, especialmente la hebilla, que es la más expuesta. Un detalle que gustará a los maniáticos de la simetría: los tornillos están colocados de tal forma que las ranuras, a 45 grados respecto a los lados del reloj, apuntan todas hacia el centro.

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La corona tiene un acabado moleteado, que es la terminación que según la Wikipedia “se da a las piezas que se tengan que manipular a mano para evitar el resbalamiento que tuviesen en caso de ser lisa”. En Bell&Ross se han tomado eso muy en serio, y manejar esta corona es una delicia porque la sensación de seguridad y agarre es total. Tiene tres posiciones (0-1-2) y no está roscada a la caja aunque se anuncia una resistencia al agua de 100 metros. (Cuidado, esto no quiere decir que puedas sumergirte con él hasta esa profundidad: mira este artículo).

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El cristal de zafiro es completamente plano y tiene tratamiento antirreflejos por la cara interna, algo bastante habitual dado que si se pone también en la cara externa tiene tendencia a envejecer (“azulear”) y sobre todo a rayarse, lo que es una incongruencia respecto al propio zafiro, que se anuncia como prácticamente irrayable. Está insertado en el “círculo dentro del cuadrado” que describe la propia marca para estos modelos. Aquí hay un juego visual interesante. A primera vista el círculo parece exceder el cuadrado. Es decir, que el diámetro del círculo sería mayor que el lado del cuadrado, pero lo cierto es que son exactamente iguales y el “trompe l’œil” o trampantojo está en el sutilísimo biselado de la parte recta que deja “al aire” el círculo en el centro exacto de cada lado del cuadrado. Detalles que a primera vista no se perciben pero que marcan la diferencia entre un buen diseño y uno perfecto.

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En cambio, un detalle que creo va en contra es que el cristal —ligeramente biselado— sobresale tres décimas de milímetro del mencionado círculo, lo que potencialmente lo expone a golpes que podrían mellar el canto. Es posible que esto sea un tributo a los relojes de cockpit originales, pero desde un punto de vista práctico tal vez fuera buena idea recrecer el bisel esas tres décimas y dejar el cristal enrasado, visto que la parte interior queda muy cerca de las agujas y tal vez no pueda remeterse en dicho bisel.

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La esfera, la “cara” de un reloj y lo que muchas veces hace decidir una compra, también es de color negro mate, con grandes índices horarios de tipo bastón excepto en los cuatro puntos cardinales: a las 3, 6, 9 y 12 aparecen las cifras arábigas igualmente grandes, y todos ellos recubiertos de Superluminova C3 de brillo verdoso que recuerda al tritio original. También están pintadas las tres agujas: horaria, minutera y segundera, aunque no en su totalidad para una mejor legibilidad, puesto que si estuvieran totalmente pintadas podrían llegar a confundirse —especialmente las dos primeras— en ciertas posiciones. A pesar de que en condiciones de luz normal (natural o artificial) tienen el mismo color, ni el logo bajo las 12, ni el nombre del modelo a las seis ni la fecha a las cuatro y media están tratadas, de manera que no interfieren en la visión nocturna o a oscuras.

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El calibre, denominado por Bell&Ross B-302, es un Sellita SW300-1 versión Top del que no constan modificaciones remarcables. Un calibre altamente fiable fabricado por una de las casas punteras en el sector. Automático con rodamiento a bolas en el eje del rotor, tiene 25 rubíes, un diámetro de once líneas y media o, lo que es lo mismo, 25,60 mm (lo que explica la posición de la ventana de fecha), una reserva de marcha alrededor de 40 horas y oscila a 28.800 alternancias por hora, 4 Herzios. El grosor de 3,60 mm contribuye a mantener el Bell&Ross Nightlum BR 03-92 en unos contenidos 11 mm de altura total. Pase rápido de fecha y parada de segundero en la posición 2 de la corona. Tres posiciones de la corona: 0 para dar cuerda manualmente (65 vueltas serían el tope), 1 para el ajuste rápido de la fecha y 2 para la puesta en hora. El calibre está ajustado en cuatro posiciones para una marcha media de +/-4 segundos por día. Casi COSC, aunque no tiene el certificado.

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Si lo que contó Carlos Rosillo en una entrevista de hace diez años sigue siendo válido, la correa es lo único que Bell&Ross no produce en Suiza. Se hacen a mano en Bélgica, y son famosas por su calidad y belleza. La que acompaña al Bell&Ross Nightlum BR 03-92 está hecha en piel de becerro con un acabado tipo Nobuck, y aunque hay que decir que ese aspecto aterciopelado dura bien poco no hay que asustarse: el aspecto que queda es de una piel vintage o envejecida que le queda perfecta al reloj y recuerda a las chaquetas de antiguos aviadores. Su color gris-verdoso contribuye a ese mimetismo, y ahí veo —de nuevo— la hábil mano de Bruno Belamich. La cara interior es también de piel, esta de grano grueso que evitará el deslizamiento alrededor de la muñeca en caso de que el portador no lleve la correa apretada, y el pespunte de un color igualmente verdoso-gris le queda perfecto (mi opinión, también). A pesar de su aspecto, las medidas son 24/24, esto es, que mide 24 mm de ancho tanto en la parte de las asas del reloj (por donde se fija al mismo) como en la parte de la hebilla. Son las “aletas” junto a la caja lo que le da la apariencia de ser más ancha (bien, en realidad lo es…). Se pueden elegir hasta tres medidas en función del grosor de muñeca: S, M y L.

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El Bell&Ross Nightlum BR 03-92 se acompaña también de una correa de “tela sintética ultrarresistente” de Nylon o poliéster que lleva su propia hebilla y no necesita compartirla con la de piel. Viene en el pack sin coste adicional. Ambas se fijan al reloj mediante lo que parecen grandes pasadores que imagino entran a presión desde uno de los lados exteriores de las asas. La caja-estuche de presentación tiene un “segundo piso” donde se alojan una serie de herramientas que permiten que uno mismo realice la operación.

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El precio del Bell&Ross Nightlum BR 03-92 es de 3.400 € y está disponible en los concesionarios de la marca. También puedes comprarlo en la e-shop de su página web o preguntarle a Sara, de Bell&Ross Madrid: +34 91 575 65 83.

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