nadaimporta
Novat@
Sin verificar
La semana pasada comencé una Guía sobre relojes mecánicos en GQ -que a algunos gustó y a otros no, espero ir mejorando-, y esta vez tocaba uno de los favoritos de RE:
Panerai Luminor
Cada reloj es una historia, una película inacabada. En la de un Rolex hay escenas de golf y embajadas, de la misma manera que IWC significa aviación o Cartier noches de casino y Dry Martinis. La peli de Panerai va sobre veleros y naútica. Así que lo habitual es verlos -porque hay que verlos- en su estado natural: dársenas, cubiertas y clubs naúticos.
¿Por qué en el mar?
Porque su origen está irremediablemente ligado al mar. En concreto a principios del siglo pasado (1935), cuando la Marina Real Italiana investigaba nuevas máquinas de guerra de asalto anfibio y pidió ayuda a Guido Panerai e hijos -en plena plaza del duomo- para fabricar equipamiento naval y submarino. Primero de la mano de Rolex en cuanto a la mecánica, los relojes de Panerai tenían objetivo nítido: robustez y precisión. No era un reloj para ligarse francesas en Saint-Tropez, no. Era el reloj con el se jugaban el pescuezo los marines italianos a cuatrocientos metros de profundidad. Un respeto.
Va de curvas
Si Jaeger LeCoultre es una suiza etérea y Lange & Söhne una suerte de Diane Kruger distante y fría, Panerai es una bomba italiana, una 'Maggiorata' del calibre de Sofía Loren, dibujada con curvas imposibles y ojos oscuros como un tinto de Toro.
Un Panerai no es sutil ni discreto ni maldita la falta que hace. Me explico: uno no esconde a Mónica Belluci, porque si Dios -ejem- ha plantado a tu lado una Bellucci tu obligación moral es enseñarla. Y es que se les da tan bien decir eso de: “aquí estoy”.
Uno no se compra un Panerai Luminor para guardarlo en caja o esconderlo bajo una americana. No.
Qué modelo
Si quieres un Panerai quieres un Radiomir o un Luminor. Así de sencillo.
Son los dos mitos, los iconos. Las amantes que nos permitimos los relópatas mas allá de los alpes suizos.
Sé que no han venido aquí para leer detalles técnicos ni mandangas, aun así, dos notas: todos los relojes Panerai montan calibres de manufactura propia y se caracterizan porque son grandes. Muy grandes. A los paneristi -si Lost tiene a los losties y Star Treck a los treekies, Panerai tiene a los paneristi- nos pirra la presencia de estos relojes en la muñeca. Es difícil de explicar. Hay que llevarlo.
Panerai Luminor
Cada reloj es una historia, una película inacabada. En la de un Rolex hay escenas de golf y embajadas, de la misma manera que IWC significa aviación o Cartier noches de casino y Dry Martinis. La peli de Panerai va sobre veleros y naútica. Así que lo habitual es verlos -porque hay que verlos- en su estado natural: dársenas, cubiertas y clubs naúticos.
¿Por qué en el mar?
Porque su origen está irremediablemente ligado al mar. En concreto a principios del siglo pasado (1935), cuando la Marina Real Italiana investigaba nuevas máquinas de guerra de asalto anfibio y pidió ayuda a Guido Panerai e hijos -en plena plaza del duomo- para fabricar equipamiento naval y submarino. Primero de la mano de Rolex en cuanto a la mecánica, los relojes de Panerai tenían objetivo nítido: robustez y precisión. No era un reloj para ligarse francesas en Saint-Tropez, no. Era el reloj con el se jugaban el pescuezo los marines italianos a cuatrocientos metros de profundidad. Un respeto.
Va de curvas
Si Jaeger LeCoultre es una suiza etérea y Lange & Söhne una suerte de Diane Kruger distante y fría, Panerai es una bomba italiana, una 'Maggiorata' del calibre de Sofía Loren, dibujada con curvas imposibles y ojos oscuros como un tinto de Toro.
Un Panerai no es sutil ni discreto ni maldita la falta que hace. Me explico: uno no esconde a Mónica Belluci, porque si Dios -ejem- ha plantado a tu lado una Bellucci tu obligación moral es enseñarla. Y es que se les da tan bien decir eso de: “aquí estoy”.
Uno no se compra un Panerai Luminor para guardarlo en caja o esconderlo bajo una americana. No.
Qué modelo
Si quieres un Panerai quieres un Radiomir o un Luminor. Así de sencillo.
Son los dos mitos, los iconos. Las amantes que nos permitimos los relópatas mas allá de los alpes suizos.
Sé que no han venido aquí para leer detalles técnicos ni mandangas, aun así, dos notas: todos los relojes Panerai montan calibres de manufactura propia y se caracterizan porque son grandes. Muy grandes. A los paneristi -si Lost tiene a los losties y Star Treck a los treekies, Panerai tiene a los paneristi- nos pirra la presencia de estos relojes en la muñeca. Es difícil de explicar. Hay que llevarlo.