Se podría decir que el cíclope, guste o no, es parte inseparable de la historia e identidad de Rolex, y así es como lo sentía su fundador.
Lejos de ser un pegote (dentro de la lógica interna estética de la marca, claro), es de antigüedad bastante venerable; la patente es del 52 y aparece en el DateJust en el 53 (en los primeros 50 se cuecen muchas de las cosas que conforman los géneros y la estética del reloj de pulsera actual). Se convierte en marca identitaria del DJ y del GMT Master desde su nacimiento en el 55 (no se puede concebir un GMT, diseño del submariner, sin lupa, ni los explorer II).
El Submariner original, como buzo clásico, es sin fecha y así se queda los algo más de 15 primeros años a pesar del GMT ciclopeado desde el 55; en el 69 el submariner ya se siente no solo como pura herramienta de buceo sino como reloj para todo y de prestigio (James Bond y tal), así que recibe su versión con lupa para el hombre de la calle, y hasfa ahora.
Según la leyenda rolexera (muy del estilo de esa en la que a Wilsdorf le susurraron el nombre se la marca en un tranvía de Londres, era un contador de historias), su segunda mujer tenía problemas para ver la fecha de sus recientes Datejust (introducidos en el 45), y un buen día en el que Hans estaba en su rutina mañanera de aseo, al lavarse las manos vio como una gotita de agua le cayó al cristal de su reloj y le espetó a su esposa “lo tengo, lo tengo!”
Wilsdorf llevaba DJ (con lupa), no es de extrañar porque ese modelo seguramente lo consideraba la quintaesencia de Rolex, todo su ADN y sus “invenciones”: caja oyster, automático, deportividad elegante, jubilee, fecha y cíclope…
Siempre ha habido y habrá versiones sin fechalupa, pero es indudable que estos elementos son Rolex hasta las trancas y si gusta la historia y diseños de la marca es difícil que no agraden, o al menos valorar su legado en cuanto a diseño. No es que haya quien “tolera” en Rolex la lupa, es que la lupa es Rolex.
Pero por supuesto, ni tiene por qué gustar la marca, ni sus diseños.