Goldoff
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Leo con frecuencia comentarios y búsquedas acerca de dónde encontrar correas baratas para nuestros relojes, que he seguido con interés a la hora de equipar los míos, especialmente cuando se trata de natos o "Marines Nationales". Un ejemplo, la foto que puse para pedir opiniones para el Oris 110:
Pero a veces me asalta cierta sensación de culpa por descuidar esa parte tan visible, al menos tanto como el propio reloj que sujeta. Como si llevara zapatillas deportivas con un traje. Que sí, que está muy bien para epatar a la concurrencia, pero que en realidad no es lo suyo. Manías mías.
Y esa sensación se ha hecho patente al leer una reseña de NOMOS sobre la piel que utilizan para sus propias correas y que los poseedores de alguno de sus relojes conocen: la Shell Cordovan, procedente de las mejores piezas de la piel de un caballo. Antes de continuar: ningún caballo muere con el fin de conseguir su piel, no existen "granjas de caballos productores de piel".
Esta piel la trata una curtiduría de Chicago: la Horween Leather Company, y elige exactamente las dos partes en forma de riñón que se sitúan en los cuartos traseros del caballo, sobre la cola. Las piezas de piel ya cortadas, denominadas «shells», son pequeñas; algunas solo alcanzan el tamaño de uno o dos palmos, otras son algo más grandes. Estas partes se ubican en el «punto ciego» del caballo: una zona fuera del alcance de la cola o de los dientes, que el animal usa para espantar las moscas. La piel en esta zona es más gruesa para protegerse mejor de estos insectos.
Los artesanos raspan y cortan la piel a mano en el taller de Chicago. Luego se curte con taninos vegetales, se seca al aire en marcos de cristal, se colorea con tintes de corteza y aceites y se lustra con rodillos pesados. A continuación, se almacena para que el aceite pueda penetrar y oscurecer la piel. Se trata de un proceso elaborado que requiere más de cien pasos individuales y al menos seis meses para completarlo. Las correas elaboradas con esta piel mejoran a medida que envejecen, los colores se oscurecen y el sol y el desgaste alteran el material.
No son baratas (sobre todo comparadas con las natos ), pero es como la tónica de hace años: quien prueba, repite. Yo estoy en proceso de envejecimiento.
Y mi correa también
¿Y tú? ¿Tienes alguna correa de Shell Cordovan que quieras mostrarnos?
Pero a veces me asalta cierta sensación de culpa por descuidar esa parte tan visible, al menos tanto como el propio reloj que sujeta. Como si llevara zapatillas deportivas con un traje. Que sí, que está muy bien para epatar a la concurrencia, pero que en realidad no es lo suyo. Manías mías.
Y esa sensación se ha hecho patente al leer una reseña de NOMOS sobre la piel que utilizan para sus propias correas y que los poseedores de alguno de sus relojes conocen: la Shell Cordovan, procedente de las mejores piezas de la piel de un caballo. Antes de continuar: ningún caballo muere con el fin de conseguir su piel, no existen "granjas de caballos productores de piel".
Esta piel la trata una curtiduría de Chicago: la Horween Leather Company, y elige exactamente las dos partes en forma de riñón que se sitúan en los cuartos traseros del caballo, sobre la cola. Las piezas de piel ya cortadas, denominadas «shells», son pequeñas; algunas solo alcanzan el tamaño de uno o dos palmos, otras son algo más grandes. Estas partes se ubican en el «punto ciego» del caballo: una zona fuera del alcance de la cola o de los dientes, que el animal usa para espantar las moscas. La piel en esta zona es más gruesa para protegerse mejor de estos insectos.
Los artesanos raspan y cortan la piel a mano en el taller de Chicago. Luego se curte con taninos vegetales, se seca al aire en marcos de cristal, se colorea con tintes de corteza y aceites y se lustra con rodillos pesados. A continuación, se almacena para que el aceite pueda penetrar y oscurecer la piel. Se trata de un proceso elaborado que requiere más de cien pasos individuales y al menos seis meses para completarlo. Las correas elaboradas con esta piel mejoran a medida que envejecen, los colores se oscurecen y el sol y el desgaste alteran el material.
No son baratas (sobre todo comparadas con las natos ), pero es como la tónica de hace años: quien prueba, repite. Yo estoy en proceso de envejecimiento.
Y mi correa también
¿Y tú? ¿Tienes alguna correa de Shell Cordovan que quieras mostrarnos?