Estimados compañeros,
Llevo bastante tiempo queriendo presentaros mis relojes, pero siempre lo dejaba para otro momento. Así que, con esta situación que nos ha tocado vivir, no tengo más excusas y os presento mis relojes. Ninguno de los modelos son difíciles de conseguir, super exclusivos o de alta relojería, sino que más bien, todos son conocidos por este foro. Pero os aseguro que son compras muy meditadas, empapándome de información antes y en su mayoría, comprados en el fcv, lo que también implica además de un considerable ahorro, una gran satisfacción cuando sale la pieza deseada en cuestión y consigues llevártela.
En total, son 10 automáticos, en una caja, entre los que hay varios divers, un crono, un flieger un vintage y otros de vestir, así como dos casios y el de la comunión.
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Podría limitarme a poner estas fotos grupales, pero como tengo tiempo de sobra, además de las fotos de grupo, me gustaría explicar la elección de cada modelo y mi opinión sobre los mismos, sin entrar en datos técnicos que para eso ya hay compañeros que han hecho excelentes revisiones.
El primero, es el archiconocido Seiko SKX 009, que fue mi primer reloj automático comprado a un mercante hace más de diez años y regalo de mi madre al cumplir 20 años. Este seiko me enganchó definitivamente al foro, pues fue en esta casa donde muchos me recomendasteis este gran reloj para empezar. Me quedaba hipnotizado mirando el segundero moverse de forma continua a diferencia del resto de cuarzos generalistas que habían sido mis relojes anteriores. Era un reloj de verdad…a pesar de su brazalete.
No voy a aportar nada que no se haya escrito sobre él, lo que ofrece para su precio, lo fácil que es darle otro toque con un cambio de correa o cualquier modificación que te apetezca. En la actualidad no es de los que más suelo usar, casi siempre queda para el verano o para actividades con agua por medio, pero sigue sorprendiéndome. A pesar de que tengo más divers azules, no me planteo darle salida y recientemente, le he puesto una sailcloth azul que le queda de escándalo.
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Casi al mismo tiempo, cuando comencé a dar la tabarra por casa con los automáticos, mi padre me regaló un viejo Orient que tenía acumulando polvo en un cajón, sin correa. Desconozco el modelo concreto, solo sé que es de los 70 y que a pesar de tener el dial deteriorado y el cristal rallado, sigue poniéndose en marcha con tocarlo prácticamente, aunque la precisión no es su fuerte. Si alguien tiene más información sobre ese modelo, agradecería que la compartiese conmigo. Me limité a darle un pulido con cape cod y comprarle una milanesa. Pero reconozco que no lo he sacado de casa más de dos veces desde entonces, ya que creo que los vintages no son para mí.
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El siguiente fue el Hamilton Jazzmaster Auto chrono. Comprado a un mercante del foro en 2011 si mal no recuerdo. Este Hamilton fue durante años mi reloj para los fines de semana. Me encantaba (y encanta) su diseño elegante y deportivo a la vez, sus acabados para el precio que tenía y la sensación de notar el calibre 7750 en la muñeca dando vueltas cuando lo llevo puesto. Como pegas, su grosor, peso y tamaño para mi muñeca de 16,5 cms. Me resulta algo aparatoso y noto demasiado que lo llevo puesto, por lo que no es de los que más sale.
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Maravillado por los Seiko, puse mi objetivo en otro “must have” de aquellos años y de ahora, el seiko monster. Fue mi primera compra en el fcv de segunda mano, ya que se veían muchos más que hoy en día y a un precio mucho menor. Por darle color a la creciente caja, me decidí por el naranja, sabiendo que prácticamente solo lo utilizaría en verano para playa y piscina como así sucede, pues su color y diseño lo limitan y hacen que canse más si se utilizase largas temporadas. En vacaciones es el claro protagonista para usar sin preocuparte en la playa. Tuve el de primera generación y años más tarde, lo cambié por de segunda “made in Japan” que tengo ahora, cuyo calibre es significativamente superior.
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Como no todo son divers, también empecé a interesarme por los fliegers. Una marca que me llamó la atención por su historia y tradición en la producción de este tipo de relojes fue Laco, una de las cinco originales y la que contaba con un modelo en su catálogo que me podía permitir, el Laco miyota dial A. Tras semanas de búsqueda y algún intento fallido, el Laco fue comprado a un amable forero. Me hizo especial ilusión pues era una marca que solo conocían los entendidos además de ser un made in Germany. Fue un modelo que a pesar de gustarme mucho, poco a poco fue quedando relegado. Probé con cambio de correa pero nada. Había algo en él que no me terminaba de convencer. Quizá el sonido que hacía su rotor o la sensación de tener peores acabados, aun estando en gama de precios similar, que mis seiko.
Por ello, aun con dudas, me decidí a darle salida y cambiarlo, hace un par de años, por su hermano de gama superior, Laco con maquinaria automática ETA, caja con acabado arena. Me alegro mucho de haber dado el paso. Es un reloj especial y con unos detalles que me encantan como su corona con forma de diamante y sus manecillas azuladas y que por suerte, sale de la caja varias veces al mes. Éste último también comprado a un fantástico forero con un café y agradable charla relojeril para hacer el trato.
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El siguiente es otro muy visto por estos lares: el Longines Hydroconquest. Este reloj fue muy especial para mí, ya que me lo autoregalé al acabar la carrera. Tras la experiencia previa, tenía claro que los divers eran los relojes más polivalentes, sobre todo aquellos que tienen un diseño más elegante y no tan herramienta. Dentro de lo que el mercado de los suizos ofrecía en aquel momento, el Hydro me pareció la elección perfecta. Así que cuando vi uno a buen precio en el foro, no me lo pensé. Me hizo muchísima ilusión cuando lo recibí. Ha sido el reloj que más me he puesto durante casi 10 años, mi preferido. Me acompañaba al trabajo, los fines de semana, viajes y si no tenía a mano algún seiko y había que tirarse al agua, se mojaba sin problemas.
En la actualidad me sigue encantando su diseño y acabados por el precio que tiene, su dial azul que cambia tanto de color y lo cómodo que es. Como punto negativo: su bisel. Aunque se lo he cambiado en una ocasión, vuelve a perder color y rallándose lo que desmerece mucho el estado del reloj. No obstante, también suele ocupar varios días al mes mi muñeca, por lo que de momento, pese a contar otro diver elegante como es el seamaster y también azul, no quiero venderlo.
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Ya con un trabajo que requiere vestir más formal, me fui fijando en relojes de vestir. Pues ya sabemos cómo es esto y cualquier excusa es buena para añadir otra pieza a la colección. Caí en la cuenta de que no tenía relojes con dial y correa negra (el Laco solo me gusta con correa marón, no lo veo para vestir y no me gustan los divers negros). Tampoco tenía un reloj cuadrado o rectangular. Así que comencé la búsqueda y me topé con una marca que contaba con diseños muy elegantes a un precio competitivo, Frederique Constant. Entre los rectangulares con dial negro, descubrí el Carree. Lo malo, que no aparecían por el fcv. Empecé a buscar fuera de RE y llegué a Crono24. Allí me topé con una unidad sin estrenar del modelo que estaba descatalogado, sin maquinaria vista, que todavía me gustaba más.
Tras hacer unas gestiones para comprobar que su vendedor efectivamente era una relojería holandesa y poder hablar por teléfono con el responsable, muy majo, me dio la confianza que antes solo encontraba dentro del foro para hacer la compra. El modelo cuando llegó cumplió mis expectativas. Es realmente elegante, discreto y cómodo. Suele salir para ir al trabajo y también recurro a él para muchas bodas u otros actos formales. Su propio diseño no acompaña en ocasiones informales, por lo que tiene su campo bien delimitado.
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Con los modelos que tenía en la caja, tenía cubiertas mis “necesidades”. Pero la CRI ataca fuerte si frecuentas el foro. Entonces, vosotros que sois culpables de esta adicción, empezasteis a postear por todos los sitios elegantes relojes con diales blancos y manecillas azules (IWC, Lange…) y deseaba uno para mí, pero dichos modelos no estaban a mi alcance.
Así que, sin mucha esperanza ojeaba el fcv a ver si me aparecía la solución. Y un día apareció un Baume Mercier Classima a un precio muy inferior a su pvp, fruto supongo de no ser una de las marcas que más aguante su valor. Pero a mi no me importaba, el modelo era justo lo que quería y añadía otra cosa que no tenía ninguno de mis relojes, la maquinaria vista, algo que llama mucho la atención, incluso entre los no aficionados. Cuando lo recibí, me quedaba embobado mirándolo, es un reloj muy bien terminado y que resulta muy cómodo al ser bastante fino. Tiene otra ventaja para mí, que no suelo usar más de un día o dos seguidos el reloj, que no lleva fecha por lo que me olvido de ajustarla cada vez. Además, como he comentado anteriormente, el Jazzmaster se me hacía algo aparatoso y pesado para llevar a menudo, por lo que el Baume le ha comido buena parte de su terreno.
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Tras él, vino un periodo de calma y pasé a tener la CRI muy estabilizada durante unos cinco años, con las excepciones de reemplazar por sus hermanos superiores los citados Monster y Laco, y con algún Casio para hacer deporte, que explicaré después. Pensaba que tenía una caja muy equilibrada, con relojes de buena calidad en relación a su precio y que no sufría por llevarlos cuando quería o si se llevaban algún roce inevitable. Claro está, tenía otros objetivos, pero a más largo plazo, sin obsesionarme con ello, dedicándome a disfrutar de los que tenía. Pero para ser sinceros, había un reloj que había tenido en mente desde que lo vi siendo un niño a James Bond en Goldeneye, el Omega Seamaster. Un grial para mí.
Había esperado varios años a ver qué hacia Omega con la actualización del Bond, pues lo cierto es que por un lado quería bisel cerámico y por otro, las olitas. En 2018, mis expectativas se cumplieron y Omega sacó el actual seamaster cerámico. Bastante convencido, fui a probármelo a una relojería. Pero ¡qué decepción! El reloj en sí es una auténtica pasada, pero no lo veía en mi muñeca. No era para mí. Era demasiado grande, lo sentía aparatoso y en mi opinión había perdido esa elegancia que le caracterizaba. Por ello, siendo consciente de que al menos, en un medio-largo plazo omega no iba a actualizar el Bond, me hice a la idea de que si quería un seamaster cerámico, tenía que ir a por la generación anterior y no esperar demasiado, pues iban subiendo de precio.
Gracias al fcv, se me presentó una buena ocasión y me lancé a por uno. Pero cuando lo recibí, la sensación fue nuevamente agridulce. Quizá porque lo había mitificado demasiado. Sí que se nota que está en otra liga con respecto al Hydro (cierre, eslabones atornillados, bisel cerámico, todos los detalles) pero hay cosas que me hacen que solo me llene al 99%. El dial, me gustaría que el azul tuviese más tonalidades. A veces me resulta demasiado apagado y el fechador en negro no lo comprendo, rompe la armonía del dial, la verdad. Los índices, supongo que esto ya es una manía mía, pero no son blancos, sino que tienen una tonalidad algo beige y al carecer de microajuste, tengo que poner o quitar el medio eslabón según la estación del año.
Hasta el punto que me pensé venderlo a los pocos días porque no sabía si me compensaba haber pagado 4 veces más por él que por el Hydro, o quizá era eso, que me incomodaba haber subido de nivel y no lo llevaba tan “despreocupado” como los otros y que debería de haber sustituido mi Hydroconquest por el mismo modelo pero cerámico y no me hubiese supuesto tanto desembolso. Con todo, decidí darle el beneficio de la duda y el tiempo durante este último año le ha dado la razón. Me gusta muchísimo y es de los que más uso en mi caja por lo que descarto darle salida. Veremos la próxima generación del seamaster si me convence más.
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El último de esta caja es el más importante, el rey de la colección. No solo por la corona sino por ser el más especial y el que espero que nunca, nunca, salga. Es mi reloj de pedida. Mi novia, y en pocos meses si el coronabicho lo permite, mujer, ha aguantado a lo largo de casi una década mis monólogos relojeriles y cómo me quedo embobado frente a los escaparates de las relojerías.
Ella sabía la ilusión que me hacía tener un Rolex. Un día, pasamos frente a una relojería y me pidió que entrásemos, que quería que le diese alguna pista ya que dice que soy demasiado especial para el tema de los relojes y no le falta razón. Me preguntaron las características de lo que iba buscando: un reloj clásico aunque polivalente., discreto, resistente, con brazalete, de tamaño contenido, cómodo, legible y que no tenga ningún elemento para pasarse de moda o cansarme de él. En definitiva que me lo vea igual ahora con 30 que con 60 años.
Tras descartar algunos modelos y marcas por ser similares a lo que ya tengo, me probé entre otros, un TH Carrera Calibre 5 de 39 mm y un Tudor Black Bay 36 mm. Del Tudor me gustó mucho la sensación de robustez, su diseño atemporal, sus acabados. También coincidimos en que el tamaño del TH era el que mejor me sentaba. La conversación en la tienda nos llevó a Rolex y en concreto al Oyster Perpetual, que reunía lo que yo buscaba en un reloj para esa ocasión, pero que no había ninguno disponible en el CO para enseñarme y sobre todo, que para mí era algo para mi impensable, pues no estaba dispuesto a que se gastase ese dineral en un reloj, cuando nos venían unos años con tantísimos gastos. Algo en lo que ella pareció coincidir, quedando la cosa en suspenso a la búsqueda de más candidatos.
Pero unos meses más tarde, durante un viaje, ella me devolvió de forma inesperada la sorpresa que le había dado yo a ella el año anterior hincando rodilla, y en un entorno precioso, sacó de su bolso una caja verde. ¡No me lo podía creer, me temblaban hasta las piernas! Estaba deseando regresar del viaje para poder ajustármelo, quitarle los plásticos y comenzar a usarlo.
Tras varios meses con el reloj, debo de decir que me encanta. Tiene todo lo que creo que debe tener un reloj para celebrar una ocasión similar y por ello sale bastante de la caja, aunque no puedo evitar estar más pendiente de la muñeca que cuando llevo otros relojes y llevar un especial cuidado.
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Con la caja llena tras estas dos últimas llegadas y teniendo en cuenta la situación económica que viene, creo que me quedaré tranquilo durante muchos tiempo.
Tras el repaso a la caja de los automáticos, toca el estuche de los tres digitales, pues que te gusten los dos estilos no es incompatible. Es más, pienso que una colección sin al menos un digital para deporte y ocasiones potencialmente lesivas para el reloj, está incompleta y para mí, la marca de referencia en este segmento es Casio. Aclaro no me gustan nada los smartwatch, estar pendientes de su batería y cargarlos, que si notificaciones y tantas otras funciones. Como dicen por ahí, para eso ya tengo el móvil.
El primero de los digitales, es el Casio Gshock 6900 solar (no radiocontrolado). También le tengo especial cariño pues fue el primer reloj que me regaló mi prometida cuando íbamos a la Universidad. Este reloj siempre me ha gustado, lo reconocía en las películas de acción y me sorprendió lo bien hecho que estaba. No tenía nada que ver con otros digitales que había tenido antes, éste es un tanque. Lo malo, que su forma especialmente en las asas, hace que me lo vea grande en mi muñeca ya que el reloj sobresale algo y no me termina de gustar como me queda. Lo utilizo poco, la verdad. Solo lo llevo en ocasiones al gimnasio o cuando me pongo a hacer ñapas. También tengo en mente otro de la gama 5600, pero ya reconozco que sería acumular sin darle casi uso.
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El segundo digital que entró, fue el Casio G Shock 9200 “Riseman” hará unos 5 años a través del FCV. Tras leer bastante sobre los master G, y aprendiendo sobre el mundo G Shock, era de los que contaba con más funciones que podía usar para una de mis pasiones, los deportes de montaña. Además, su diseño me encanta. Dudé años más tarde, en cambiarlo por el Rangeman, por ser el sucesor, pero era demasiado grande para mi muñeca. Lo utilizo bastante, pues es el que normalmente llevo al gimnasio y a practicar otros deportes en los que alguna caída es previsible.
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El último en llegar, no es G, pero si un primo hermano, el Casio Protrek PRW 3100. Tiene un par de años y es el que se viene a todas las rutas de senderismo y escapadas a la naturaleza. Tuve antes el PRW 3000, pero cuando salió el 3100 me gustó mucho más, por su bisel de acero. Es un Protrek de tamaño comedido por lo que resulta muy cómodo y ligero, cuenta con tecnología triple sensor, que incorpora altímetro, barómetro, termómetro y brújula lo que lo hace muy entretenido para troquetear y probar sus funciones. Creo que si solo pudiera tener uno digital, me quedaría con ese.
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Para finalizar, uno que no está en ninguna caja: un Camel Trophy que mi abuelo me regaló en mi primera comunión. Un cuarzo suizo al que le di un trote que no os podéis ni imaginar. Destrocé cinco o seis correas, pues no me lo quitaba ni para dormir. Lástima que sea de tamaño tan pequeño, por lo que cuando crecí, se notaba que era para niño quedó abandonado. A ver si cuando pase esto, puedo llevarlo a cambiarle la pila, para ver si funciona y algún día si tengo hijos.
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Bueno, pues hasta aquí. Al final menuda parrafada me ha quedado, pero creo que estos trastos que tanto me gustan, merecen que les dedique unas fotos y unas palabras para compartirlas con gente que también tenga esta peculiar pasión.
Gracias por llegar hasta aquí.
Un saludo.
en estos tiempos tan difíciles 
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