Casiná
De la casa
Sin verificar
Meses y meses, años y años, sin poder oler ningún corazón polerouteriano y, ahora, en unos meses me he encontrado con el 215, el 215-1, el 218-2 y el 69, por orden de aparición.
Son unos movimientos delicados para trastear con ellos, sobre todo cuando no se tiene experiencia y no porque sean complicados, no (que también) sino porque si te cargas algo de ellos la cosa se pone muy fea.
Por eso en los primeros no conviene pararse a afotar mucho pero es que el gusanillo se lleva en la sangre y.... ¡qué se le va a hacer!.
Bueno, menos rollo y más manteca al bollo. Al lío:
Una vez limpio o casi, porque luego me ha aparecido por ahí alguna manchita, para empezar tenemos todo desperdigado por la mesa
Tomamos la platina y lo primero en colocar es la, en este caso, diminuta rueda de centro que, como siempre, es la que recibe la fuerza directamente del barrilete del muelle real.
La sujetará un puente que lleva, además, el resorte para el piñón del segundero central
A continuación ponemos las ruedas, jodidas de poner porque no se están quietas ni derechas
Y las cubrimos con su puente
A continuación ponemos el barrilete que lleva directamente encima el rochete, por eso se ven dos filas de dientes, como los tiburones, je,je,je. La cuerda manual engrana en el rochete, el superior, y la automática en el cubo directamente. Por debajo de donde irá luego la masa oscilante va otra rueda que es la que transmite la carga automática y debajo de la base del microtor están las inversoras
A continuación lo cubrimos con el puente de carga
Luego ponemos el áncora y su puente y engrasamos la paleta de salida ligeramente
Luego ponemos el puente del volante que, con gran alegría por mi parte, empieza a oscilar alegremente
Dejamos la masa para luego y nos vamos al otro lado para poner el calendario; previamente cañón de minutos y ruedas intermedias
Lo último el disco sujetado por su puente
Encima irán la esfera y las agujas pero eso ya no es mecánica ninguna. Al otro lado a terminar el microtor
que, en este caso, no tiene holguras lo que no siempre pasa.
Y, bueno, este es el fin de la primera parte; mañana más.
Un saludo desde Sevilla. ¡Casi ná!
Son unos movimientos delicados para trastear con ellos, sobre todo cuando no se tiene experiencia y no porque sean complicados, no (que también) sino porque si te cargas algo de ellos la cosa se pone muy fea.
Por eso en los primeros no conviene pararse a afotar mucho pero es que el gusanillo se lleva en la sangre y.... ¡qué se le va a hacer!.
Bueno, menos rollo y más manteca al bollo. Al lío:
Una vez limpio o casi, porque luego me ha aparecido por ahí alguna manchita, para empezar tenemos todo desperdigado por la mesa
Tomamos la platina y lo primero en colocar es la, en este caso, diminuta rueda de centro que, como siempre, es la que recibe la fuerza directamente del barrilete del muelle real.
La sujetará un puente que lleva, además, el resorte para el piñón del segundero central
A continuación ponemos las ruedas, jodidas de poner porque no se están quietas ni derechas
Y las cubrimos con su puente
A continuación ponemos el barrilete que lleva directamente encima el rochete, por eso se ven dos filas de dientes, como los tiburones, je,je,je. La cuerda manual engrana en el rochete, el superior, y la automática en el cubo directamente. Por debajo de donde irá luego la masa oscilante va otra rueda que es la que transmite la carga automática y debajo de la base del microtor están las inversoras
A continuación lo cubrimos con el puente de carga
Luego ponemos el áncora y su puente y engrasamos la paleta de salida ligeramente
Luego ponemos el puente del volante que, con gran alegría por mi parte, empieza a oscilar alegremente
Dejamos la masa para luego y nos vamos al otro lado para poner el calendario; previamente cañón de minutos y ruedas intermedias
Lo último el disco sujetado por su puente
Encima irán la esfera y las agujas pero eso ya no es mecánica ninguna. Al otro lado a terminar el microtor
que, en este caso, no tiene holguras lo que no siempre pasa.
Y, bueno, este es el fin de la primera parte; mañana más.
Un saludo desde Sevilla. ¡Casi ná!