No suelo intervenir en el foro, pero no me resisto a dar mi opinión en este tema y de paso, desahogarme un poco:
En primer lugar, no me gustan los relojes de más de 40 mm y los de 40 mm sólo los acepto si su tamaño obedece a alguna razón práctica (cronógrafo ó diver).
Es evidente que la estética que se ha impuesto hoy en día son los relojes de gran diámetro, pero no me duele en prendas reconocer que mis gustos en este aspecto son, digamos, "clásicos", de hecho todos mis relojes son antiguos y de 35-36 mm.
De esta genérica afirmación, insisto, se salvan aquellos relojes cuyo mayor diámetro se deba a razones técnicas: necesidad de albergar movimientos complejos (cronógrafos u otras complicaciones) o prácticas/funcionales: la necesidad de una más fácil lectura en relojes de piloto, robustez de los materiales empleados en divers, relojes instrumento, militares, etc.; pero incluso en este caso sólo me gustan si sus generosas dimensiones siguen estando subordinadas a su función original.
En segundo lugar, quizá sea la razón intrínseca de mi primera afirmación, no soporto los movimientos desproporcionados respecto a las cajas que los albergan y cuando son vistos mi rechazo es casi enfermizo.
Al contrario de lo afirmado en algún post diciendo que esta sensación se migitaría fácilmente si no existiera una "epidemia" de fondos vistos, he de manifestar que en mi caso el efecto es exactamente el mismo cuando abro un reloj con fondo ciego y me encuentro la misma distribución: movimiento pequeño y desperdicio de material metálico.
No puedo evitar tener la misma sensación que cuando deambulando por el rastro observo esos demenciales relojes de cuarzo barato con un movimiento de botón de camisa y plástico al rededor hasta alcanzar los 3 cm de diámetro.
Para mí supone una sensación gozosa abrir un reloj y ver una maquinaria ajustada a su caja y si parece que fueran a derramarse las piezas, o a saltarte a la cara, todavía mejor.
Es bien sabido que las modas y tendencias estéticas son cíclicas, así que esperaré nuevamente a que se recupere el gusto por los relojes de 35 mm, hasta entonces mimaré los que tengo en la oscuridad de mi habitación y cuando alguien me muestre ufano su relojillo de 47 mm, amablemente, pero sin entusiasmo, murmuraré... qué bonito.