Paso
Forer@ Senior
Sin verificar
Bueno, con las pistas que he dado en el otro hilo, creo que ya no quedaba duda alguna de que se trataba de un flamante Stowa Marine Original que, efectivamente, encargué el pasado mes de agosto, entre dudas y recelos, ya que soy mal comprador para todo aquello que no puedo ver y tocar, y del que hace unos días recibí el aviso de Jörg Schauer de que me sería enviado esta semana.
Puedo decir que mi primera impresión sobre este reloj ha superado con creces mis expectativas. Sus acabados, su tacto, su correa de cocodrilo, su funcionamiento (según lo testeado hasta el momento, le calculo +2” al día, lo que está pero que muy bien para una Unitas 6498), en fin, su belleza sublime basada, paradójicamente, en su extraordinaria simpleza, rebasa sobradamente lo que hasta la fecha ha caído en mis manos en ese rango de precios y algunos rangos superiores.
De hecho, unos meses antes del encargo, tuve la oportunidad de examinar con detenimiento un F.A. Jones de IWC y, salvando la distancia, para mí este Stowa posee la mayor parte del glamour y de los acabados de su correligionario de IWC, por un precio hasta siete veces inferior. Pensemos que con el pico que rebasa los siete mil euros del IWC, tenemos un Stowa Marine Original: no está mal, aunque eso sí, con una “modesta” Unitas. Además, esos 43 mm del IWC, habida cuenta del tipo y estética del reloj que estamos hablando, se me antojaban excesivos para las miradas que habitualmente prodigo a mi muñeca…
Basta de palabras, así que aquí os dejo unas fotos que, como en pocos casos, en nada hacen justicia al reloj en cuestión (no me satisface ninguna de las que le he sacado), y en las que he tratado de destacar a base de reflejos el azulado maravilloso, que tanto me hechiza, de sus manecillas.
El calibre, como ya he comentado, consiste en una poco criticable Unitas 6498, con unos acabados más que dignos, entre los que se incluye un regulador fino del tipo “cuello de cisne”. A destacar la perfecta sintonía entre el tamaño del calibre y el de la caja que lo alberga (41 mm de diámetro): algo que no siempre se tiene en consideración hoy en día y en lo que no puedo dejar de fijarme.
La esfera es, como decía, de una simpleza sublime, pero en nada aburrida, teniendo en cuenta el tipo de reloj de que se trata. Quizás sea el tamaño de los números combinado con los índices de los minutos dispuestos en forma de “vía de tren”. No sé, pero desde luego el IWC se me antojó algo más soso en ese aspecto, aunque no puedo descartar que fuese su precio el que, de forma inconsciente, me lo hiciera ver así.
Bueno amigos, pues eso es todo, así que no me preguntéis que me van a traer los Reyes este año porque, una vez más, se han adelantado.
¡Saludos!
Puedo decir que mi primera impresión sobre este reloj ha superado con creces mis expectativas. Sus acabados, su tacto, su correa de cocodrilo, su funcionamiento (según lo testeado hasta el momento, le calculo +2” al día, lo que está pero que muy bien para una Unitas 6498), en fin, su belleza sublime basada, paradójicamente, en su extraordinaria simpleza, rebasa sobradamente lo que hasta la fecha ha caído en mis manos en ese rango de precios y algunos rangos superiores.
De hecho, unos meses antes del encargo, tuve la oportunidad de examinar con detenimiento un F.A. Jones de IWC y, salvando la distancia, para mí este Stowa posee la mayor parte del glamour y de los acabados de su correligionario de IWC, por un precio hasta siete veces inferior. Pensemos que con el pico que rebasa los siete mil euros del IWC, tenemos un Stowa Marine Original: no está mal, aunque eso sí, con una “modesta” Unitas. Además, esos 43 mm del IWC, habida cuenta del tipo y estética del reloj que estamos hablando, se me antojaban excesivos para las miradas que habitualmente prodigo a mi muñeca…
Basta de palabras, así que aquí os dejo unas fotos que, como en pocos casos, en nada hacen justicia al reloj en cuestión (no me satisface ninguna de las que le he sacado), y en las que he tratado de destacar a base de reflejos el azulado maravilloso, que tanto me hechiza, de sus manecillas.
El calibre, como ya he comentado, consiste en una poco criticable Unitas 6498, con unos acabados más que dignos, entre los que se incluye un regulador fino del tipo “cuello de cisne”. A destacar la perfecta sintonía entre el tamaño del calibre y el de la caja que lo alberga (41 mm de diámetro): algo que no siempre se tiene en consideración hoy en día y en lo que no puedo dejar de fijarme.
La esfera es, como decía, de una simpleza sublime, pero en nada aburrida, teniendo en cuenta el tipo de reloj de que se trata. Quizás sea el tamaño de los números combinado con los índices de los minutos dispuestos en forma de “vía de tren”. No sé, pero desde luego el IWC se me antojó algo más soso en ese aspecto, aunque no puedo descartar que fuese su precio el que, de forma inconsciente, me lo hiciera ver así.
Bueno amigos, pues eso es todo, así que no me preguntéis que me van a traer los Reyes este año porque, una vez más, se han adelantado.
¡Saludos!