Melquiades
Habitual
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No sé que tendrán los relojes y cual es el efecto que ejercen sobre nuestra mente pero ayer mismo quedé maravillado por el increible poder de atracción que ejercen sobre mi persona, y eso no considerándome yo uno de esos casos dignos de estudio psicológico que tanto abundan por estas latitudes.
El caso es que andaba con mi señora esposa y unos amigos tomando un café ayer por la tarde cuando, para mi sorpresa, justo frente a nuestra mesa se sentó una magnífica señora que debía rondar los 40 años muy bien cumplidos. Mujer rubia de muy buen ver, con buena planta y elegante porte, acompañada de un señor que como cumple la tradición no parecía merecerla.
Pero no es esto lo que me hizo reparar en ella, aun siendo con diferencia la mujer más atractiva de aquella terraza, lo fue un Rolex Submariner Date que la convirtio de inmediato en un cuerpo celeste que atraía con poder todo mi miserable mundo.
Odio a esos caballeros que en presencia de sus señoras miran con más o menos disimulo a las mujeres de otros. Yo nunca lo hago, o al menos no abuso de esa práctica, pero cuando dos placeres se mezclan en uno sólo ... en esos momentos que Dios nos coja confesados.
Más que gustarme el reloj, o como le quedaba, el conjunto se me antojó endiabladamente sensual. Me sentí atraído hacia ella como un adolescente hacia el Interviu de un kiosco de barrio. Fue durante unos momentos musa de toda mi inspiración y protagonista de capítulos de adulterio que nunca me vienen a la cabeza.
No suelen pasarme este tipo de cosas. En lo relacionado con las mujeres se me podría considerar incluso aburrido por lo previsible de mis reacciones. No me dejo llevar por la parte irracional por muy perfecta que sea la señora que tenga en frente, pero, amigo mío, señoras de buen ver luciendo Rolex de hombre ..... no, para esto no estaba preparado.
Saludos y perdonad que divague.
El caso es que andaba con mi señora esposa y unos amigos tomando un café ayer por la tarde cuando, para mi sorpresa, justo frente a nuestra mesa se sentó una magnífica señora que debía rondar los 40 años muy bien cumplidos. Mujer rubia de muy buen ver, con buena planta y elegante porte, acompañada de un señor que como cumple la tradición no parecía merecerla.
Pero no es esto lo que me hizo reparar en ella, aun siendo con diferencia la mujer más atractiva de aquella terraza, lo fue un Rolex Submariner Date que la convirtio de inmediato en un cuerpo celeste que atraía con poder todo mi miserable mundo.
Odio a esos caballeros que en presencia de sus señoras miran con más o menos disimulo a las mujeres de otros. Yo nunca lo hago, o al menos no abuso de esa práctica, pero cuando dos placeres se mezclan en uno sólo ... en esos momentos que Dios nos coja confesados.
Más que gustarme el reloj, o como le quedaba, el conjunto se me antojó endiabladamente sensual. Me sentí atraído hacia ella como un adolescente hacia el Interviu de un kiosco de barrio. Fue durante unos momentos musa de toda mi inspiración y protagonista de capítulos de adulterio que nunca me vienen a la cabeza.
No suelen pasarme este tipo de cosas. En lo relacionado con las mujeres se me podría considerar incluso aburrido por lo previsible de mis reacciones. No me dejo llevar por la parte irracional por muy perfecta que sea la señora que tenga en frente, pero, amigo mío, señoras de buen ver luciendo Rolex de hombre ..... no, para esto no estaba preparado.
Saludos y perdonad que divague.