Breguet, la manufactura

Visita a la Manufactura Breguet

Antes de contaros mi visita a la Manufactura Breguet, tal vez sea buena una introducción para situarnos. La mayoría de aficionados a la relojería conoce a Breguet como el inventor del tourbillon, ese dispositivo ligerísimo y a la vez complicado de un reloj que le permite compensar el efecto de la gravedad. Pero lo cierto es que su aportación a la relojería va mucho más allá, como la espiral que lleva su apellido y que todavía no ha sido superada o el dispositivo antichoque para los pivotes del eje del volante, por no hablar de las características agujas o manecillas también llamadas Breguet. Es más, Louis-Abraham Breguet dio origen a una estirpe de inventores que destacaron en multitud de campos, incluyendo el de la aviación. Algunos de ellos siguieron su mismo camino, como su hijo y su nieto, aunque este último acabó dedicando su ingenio a la entonces incipiente industria eléctrica, un campo que, por cierto, ya había interesado a Louis-Abraham.

Breguet Aviation
Los aviones Breguet tienen más de cien años

Un poco de historia

Fundada en 1775, la marca permaneció en manos de la familia Breguet hasta 1870, cuando Louis-Clément  (el nieto ya mencionado) decide cambiar de aires y vende la empresa a su jefe de taller, Edward Brown, cuya familia, cien años después (1970), la vende a su vez a los hermanos joyeros Chaumet. Estos hacen un gran esfuerzo para recuperar la esencia Breguet, hasta el punto que reabren la manufactura en el enclave original de L’Abbayé en la Vallée de Joux. Pero el tsunami del cuarzo estaba haciendo estragos en la industria relojera suiza, y en 1986 los Chaumet arrojan la toalla y la marca es comprado por Investcorp, una compañía de inversiones sin ninguna relación con la relojería.  No obstante, Investcorp adquiere también la fábrica de ebauches Nouvelle Lemánia, lo que permite dotar de variedad a una producción relativamente pequeña. Aun así, durante estos años Breguet languidece en una especie de limbo, hasta que en 1999 es comprada por Swatch Group, que ya poseía Blancpain y que quería con esta compra consolidar su oferta en Alta Relojería. Apuesta personal de Nicolas G. Hayek, fundador y máximo ejecutivo del grupo, ha estado desde entonces recuperando la gloria original del relojero epónimo, rescatando tanto las técnicas relojeras como las decorativas (guilloche, pulido, grabado…). Hoy día Breguet vuelve a ocupar su sitio entre los grandes de la Alta Relojería.

Placa Hayek en Breguet
La primera piedra de la nueva era para Breguet

Breguet en la actualidad

El viaje desde Ginebra al valle del Jura es una experiencia casi iniciática a través de paisajes de postal que desemboca en otro igual de sugerente: desde la misma carretera uno vislumbra chalets no menos pintorescos cuyos tejados están rematados por sonoras marcas. Pero no es este el caso de Breguet: su edificio ultrafuncional está orientado a la excelencia y sin concesiones al tópico. Localizado en la población de l’Orient, su origen se remonta sólo hasta 2001, cuando se inició la expansión de lo que había sido hasta entonces Nouvelle Lemania (que quedó absorbida). Posteriormente se acometieron nuevas ampliaciones en 2006 y 2013, que le dieron su aspecto actual.

Edificio Manufactura Breguet
La entrada al edificio de la Manufactura Breguet
Edificio Manufactura Breguet
Parte del Edificio de la Manufactura Breguet

Visita a la manufactura Breguet

Hay pocas cosas que entusiasmen más a un aficionado que la invitación a visitar una Manufactura. Y si esa manufactura se llama Breguet la cosa se acerca al éxtasis. Porque no es solamente la excelencia a nivel relojero, sino que la parte estética tiene aquí una importancia superior a la que tiene en otras marcas: un reloj Breguet es prácticamente inconfundible. Es por esto que lo primero que uno se encuentra al entrar es una antigua máquina de guilloché, un combinado de poleas, discos y buril que sirve para decorar principalmente las esferas, pero que también se usa en los rotores o masas oscilantes. La preceptiva bata relojera nos estaba esperando, aunque más adelante habría que calzarse también protectores para que las suelas de los zapatos no introduzcan suciedad en las zonas limpias.

Maquina de Guillochage
Las modernas máquinas de guilloche son muy poco distintas

 

Las batas de Breguet
Equipo imprescindible para visitar la manufactura

 

Una bata Breguet en uso
El blanco sienta bien a todo el mundo

El origen de todo

Empezando por «abajo» (planta cero), accedimos a un lugar que las manufacturas simplemente no te dejan fotografiar. Y no entiendo por qué, en tanto es un estupendo punto de partida para explicar el «viaje» que terminará siendo un reloj completo. Ese lugar es ni más ni menos que el almacén donde se recepcionan los flejes de los que se «extraerán» los discos para las pletinas base. Tuve suerte, y después de explicarles este mismo argumento me dijeron que adelante, por lo que a pesar de su aspecto anodino podemos considera esta foto como una exclusiva:

La verdadera esencia de Breguet
La materia prima de un calibre
La pletina base de un Breguet
Con esto empieza todo

Guillochage

Volviendo a la máquina de guilloché que vimos a la entrada, llegamos a una zona donde conté por lo menos quince de estos aparatos. La técnica del guilloché es aparentemente sencilla pero terriblemente difícil de hacer bien. Se trata en esencia de hacer girar un disco al tiempo que se presiona un buril para marcar la superficie de dicho disco, generalmente una esfera de reloj o, como ya dije antes, la masa oscilante. Tanto el giro -con una mano- como la presión- con la otra- se ejercen eso, manualmente, lo que requiere de bastante práctica para satisfacer los estándares de una marca como Breguet. Y de eso puedo dar fe porque me invitaron a comprobarlo de primera… mano. El súmmum fue ver «guillochear» una placa de nácar o madreperla, material más delicado que el cristal dado los grosores que se manejan. Hay que tener en cuenta que para conseguir un motivo concreto, sean «granos» u olas, hay que combinar distintos discos -con sus muescas- para que el centro «se mueva» de determinada manera frente al buril, que está fijo.

Máquinas de guilloché en Breguet
Como un ejército bien dispuesto
Guillochage en Breguet
Igual sí son un poco distintas las máquinas….
Guilloche Breguet
Detalle de los discos de guilloche
Nácar en Breguet
Como grabar un cristal

Anglage

También de primera mano supe por qué el «anglage», la técnica de achaflanar los cantos de pletinas y puentes, es considerado como un trabajo artesano si no un arte en sí mismo. Manejando limas de grano realmente fino y terminando con bastones de madera y pastas abrasivas se consiguen unos efectos espectaculares que harán las delicias del futuro propietario de uno de estos relojes. No diré que no es tan fácil como parece porque en realidad no parece nada fácil cuando te pones a ello, también doy fe.

 

Pulido en Breguet
Distintas etapas del pulido (foto macro)
Puliendo metal
Sí, con estas maderas se pule el metal
Puliendo en Chez Breguet
Esto sí que no engaña: se necesita mucha práctica…
Puliendo en Breget
… y manos de artesano

Grabado

Con lo que no me atreví fue con el grabado. No sólo porque no me lo ofrecieron sino porque uno de los principios sagrados de este oficio -y más en Breguet- es que no puedes fallar en ninguna pasada, ya que un error te obligará a desechar la pieza completa, esté como esté. La cantidad de buriles distintos que se usan en esa mesa es casi incontable, y la experiencia, paciencia y concentración necesarias dignas de alguien que practique meditación. Al igual que en el apartado anterior, cuentan con potentes lupas -casi microscopios- binoculares, pero la maestría del artesano/artista es personal e intransferible. Puentes, pletinas y rotores son susceptibles de ser grabados, y los diseños más intrincados (unos tres días de trabajo) se reservan para las gamas más altas.

Herramientas de grabado
Gran variedad de buriles
Grabado en Chez Breguet
Aunque parece grande y hecho con una plantilla…
Grabado en Chez Breguet
… lo cierto es que es pequeño y se hace a mano alzada
Grabado en Chez Breguet
Todo a mano. Lo he visto…
Grabado en Chez Breguet
Metiers d’art, los llaman

 

 

Alta Relojería

En algunas de las manufacturas de Swatch Group se resisten a dejarte ver los bancos de ensamblaje de los movimientos. De hecho, yo llegaba aquí empatado: en Glashütte Original sí pude verlo -desde detrás de unos cristales- mientras que en Blancpain simplemente obviaron el paso. En Breguet tuvimos un mix: pude fotografiar el origen de todo (los flejes de más arriba), pero pasamos muy deprisa por el piso 1, donde se hace el montaje manual del calibre y se ajustan los escapes. Sin embargo sí pude ver de cerca el montaje de esferas y agujas, y el encajado del conjunto. Y lo más importante -y atractivo- una charla con el director de complicaciones en sus dominios, el taller de tourbillones. Aquí se estudian desde nuevos materiales hasta el uso del magnetismo para las repeticiones de minutos. O los pesos de los tourbillones. ¿Sabías que una tija -la varilla que unida a la corona da cuerda o ajusta la hora- pesa un gramo? ¿Y que una jaula de tourbillon con 84 componentes (¿!) sólo la mitad?

Montando relojes en Chez Breguet
Área de montaje… de lejos
Atelier Tourbillon en Breguet
El centro de investigación

 

El peso de un tourbillon en Breguet
Menos de un gramo
Doble tourbillon Breguet
Taller de maravillas

Si la mecánica relojera ya es precisa de por sí, aquí las tolerancias llegan a la milésima de milímetro. No sólo en la fabricación sino también en el montaje mismo: los destornilladores están ajustados a un par de apriete determinado para no «sobreapretar» los distintos puentes y componentes. Igualmente, los instrumentos para colocar las agujas están conectados a un ordenador para controlar el posicionamiento exacto.

Montando relojes en Chez Breguet
Alta precisión en trabajo manual
Destornilladores Breguet
Par de apriete ajustado
Montando agujas en Chez Breguet
Tradición y tecnología

Piezas con numeración única

Debido a su éxito, Breguet fue tal vez la primera marca relojera que sufrió la lacra de las falsificaciones a gran escala. Fue por esto que desarrolló no sólo una técnica de «firma secreta» que en su tiempo era prácticamente incopiable sino que desde el principio numeró y documentó cada una de las piezas que salían de su atelier. Esa numeración no sólo quedaba en los registros de la Maison sino que se inscribía también en el propio reloj, algo que se mantiene hoy día. Cada reloj lleva su número individual estampado o grabado según sea el caso, pero con la particularidad de que no excede el número 5500, una tradición que viene precisamente de los orígenes, cuando había más falsificaciones que relojes auténticos, y que hoy día ayuda a identificarlos con mayor precisión. Lo que no me quedó claro es cómo diferencian las distintas series de 5500 relojes. Cuando tenga datos sobre eso, editaré.

Numerando esferas en Breguet
Cada esfera lleva su propio número
Breguet_5395
Pero no todos los números van estampados

 

Reparación y mantenimiento de relojes antiguos

Precisamente por ser una manufactura histórica y gracias a los registros guardados, Breguet dispone de un equipo de artesanos capaces de devolver la vida a relojes que hubiera manejado el mismísimo fundador. Desde ajustar desfases a fabricar manualmente la pieza necesaria para que un mecanismo vuelva a funcionar. Conservan, incluso, rubíes naturales (actualmente, y desde hace ya muchos años son sintéticos) guardados por tamaños en una caja de la época. Vi allí dos ejemplares únicos. Uno pertenecía a un cliente turco que había hecho cambiar la esfera para ver en ella cifras arábigas (las que de verdad son árabes) en un reloj con cadena y caracol, mecanismo ultra sofisticado que sirve para mantener la fuerza constante del muelle real y mantener así una precisión quasi perfecta a lo largo de toda la cuerda de este. El otro lo comentaré un poco más tarde. También pude ver un «reloj simpático», compuesto por un reloj de pulsera montado en uno de sobremesa. Al instalar el primero en el segundo -pongamos por la noche, al ir a descansar- el principio de sincronía (o «simpatía») hace que ambos se acompasen y el de pulsera (un regulador y repetición de minutos) recupere el tiempo correcto.

Rubíes auténticos
De la época de Breguet
Rubíes auténticos
Reliquias…
Breguet antiguo
No hay pieza imposible de reparar
Breguet antiguo
Al otro lado está la cadena…
Recambios Breguet
Si no existe, se fabrica

 

Breguet Simpathique # 13
Breguet Simpathique # 13
Breguet Simpathique # 13
Breguet Simpathique # 13
Breguet Simpathique # 13
Breguet Simpathique # 13

 

Una de las dos piezas únicas

Ya sé que suena a contrasentido, pero hubo un tiempo en que sí lo tenía: el reloj número 160, el reloj más complicado jamás fabricado, que fue encargado para la reina Maria Antonieta (y que nunca llegó a ver) en 1783 se terminó en 1827, treinta y cuatro años después de la muerte de la reina y cuatro después de la del propio Breguet. Para entonces ya no había cliente a quien entregarle una pieza cuyo precio excedía casi cualquier presupuesto… hasta 1887, en que fue vendido a un rico industrial australiano de origen escocés. En los años 20 del siglo XX pasó a manos de un experto coleccionista de la marca, quien poco después fallecía legándolo -junto con otros 56 Breguets de excepción- al Museo L. A. Mayer de Jerusalén. De ahí fue robado en 1983, y ha estado desaparecido durante más de veinte años. En 2005, con Nicolas G. Hayek ya al mando de la compañía, se decide realizar una copia exacta de la pieza con las mismas indicaciones que para el original: sin límite de tiempo ni de costes. Decía un poco más arriba que en la Maison se guarda cuidadosamente todo tipo de documentación desde los orígenes de la marca. Fue con ella y con fotografías del original que en tres años se consiguió ejecutar una réplica perfecta del llamado Maria Antonieta, el Breguet 1160. Y, para mi fascinación, estaba aquí, dentro de la fastuosa caja hecha con la madera del roble que adornaba el Petit Trianon, el refugio de la reina que perdió la cabeza. Aquí es donde una vez más toma todo su valor la expresión «una imagen vale más que mil palabras». Yo me quedé sin ellas…

Breguet 160 Maria Antonieta
Breguet 1160 Maria Antonieta
Breguet 160 Maria Antonieta
Breguet 1160 Maria Antonieta
Breguet 160 Maria Antonieta
Breguet 1160 Maria Antonieta
Breguet 1160 Maria Antonieta
Breguet 1160 Maria Antonieta
Breguet 1160 Maria Antonieta
Breguet 1160 Maria Antonieta
Breguet 1160 Maria Antonieta
Breguet 1160 Maria Antonieta

 

La presentación del reloj en sociedad de la mano del mismísimo Nicolas G. Hayek seguida del proceso de creación del reloy ¡y de la caja! No es un dechado de edición, pero tiene un alto valor histórico. Interesante ver en el minuto 6 cómo se fabrica una cadena -la del caracol- pieza a pieza.

 

 

Las características de Breguet, una a una

Además de por su genio relojero, Louis Abraham Breguet destacó también por otras capacidades. Demostró una gran habilidad financiera y comercial pero sobre todo de comunicación, haciendo llegar un producto exquisito -el suyo- a los oídos adecuados, garantía de éxito. Con todo, añadió otra faceta: lo que hoy se viene llamando, no sin cierta frivolidad, el «ADN de la marca». Dicho con un lenguaje más terrenal, creó una serie de códigos estéticos que hace reconocibles prácticamente a todos los relojes Breguet. Además de la firma secreta y la numeración individual, el guilloché en la esfera, las cifras inscritas en esa esfera o las agujas que la sobrevuelan tienen el toque inconfundible del maestro y conservan su nombre (agujas Breguet, cifras Breguet…), así como la carrura tipo moneda que adorna los modelos más clásicos. Más allá de su belleza atemporal, todos ellos tienen -como la firma secreta- una finalidad práctica.

Señas de identidad Breguet
Señas de identidad Breguet

Colección actual

Finalmente, y como colofón a una jornada ideal para cualquier aficionado, tuvimos acceso a los modelos de la colección actual, desde los Marine hasta el Tourbillon extra-plate o los Classique con sus exquisitas esferas de porcelana… con firma secreta. Todo un placer para los sentidos.

Más información en breguet.com

Yo estuve allí
Yo estuve allí 🙂