Suiza y China no están tan lejos. Primera parte

Hasta hace bien poco la calidad relojera se resumía de forma simple: Suiza hace buenos relojes y China hace relojes malos (por no hablar de las falsificaciones, luego vamos a ello). La mayoría de aficionados ha tenido eso como una verdad indiscutible durante muchos años, algo a los que la propia industria suiza no ha sido ajena bien sea ensalzando sus propias virtudes o disimulando su ya más que longeva relación con el país asiático.

Porque esa relación entre los fabricantes suizos con los proveedores chinos se remonta nada menos que a 1961, cuando los primeros consiguen que el cártel relojero suizo (conocido como Statut Horloger, en vigor desde 1920) relaje su normativa y les permita en un primer estadio pasar pedidos de cajas y esferas a pequeños fabricantes radicados en Hong Kong, y que en una segunda fase los empresarios suizos inviertan directamente en la colonia británica. Establecen así fábricas de cajas, como Swiss Watch Case Center (1968) y Swiss Time Hong Kong (1969), o plantas de ensamblaje, como Baumgartner Brothers Granges Far East (1970).

Suiza y China no están tan lejos
Los Baumgartner fueron de los primeros en establecerse en China

El motivo no era otro que la necesidad de ser competitivos, algo que los altos costes suizos impedían. Después de la Segunda Guerra Mundial, las compañías relojeras suizas se enfrentaban a la competencia de los fabricantes de relojes estadounidenses y más tarde japoneses. Estos últimos acaban inundando el mercado con relojes de producción masiva y, por tanto, de bajo precio. Como el Statut Horloger suizo (proteccionista, como todos los cárteles) no permitía la deslocalización ni de la fabricación ni del ensamblaje, la norteamericana Timex aprovechó la circunstancia para convertirse en la mayor compañía relojera del mundo haciendo precisamente eso en los años 50 del siglo XX .

Suiza y China no están tan lejos
Timex fue la mayor compañía relojera del mundo

Así pues, la década de 1960 representa la primera fase de la expansión de la fabricación de relojes suizos más allá de sus fronteras. Al principio sólo son partes del llamado “aderezo” (o “habillage” en francés), esto es, las partes distintas del calibre en sí: cajas, coronas, esferas, manecillas, cristales… El argumento es que esas partes no son vitales y no aportan valor añadido al reloj y su calidad (¿disculpe?).  Estando todavía en la época mecánica y pre-cuarzo, el concepto  calidad se atribuye exclusivamente a la precisión del movimiento, lo que lleva a los suizos a centrarse en éste y encargar ese aderezo a proveedores extranjeros, o sea, chinos de Hong Kong. No es casualidad que la famosa zona industrial de Shenzhen esté tan cerca de la ahora ex colonia británica.

Suiza y China no están tan lejos
«Componentes sin importancia…»

Y de Shenzhen proceden también las denostadas copias, fakes o lo que algunos llaman “réplicas” para no admitir que están comprando falsificaciones puras y duras. Estos últimos se vanaglorian de manejar “relojes” supuestamente idénticos a los originales (a los que llaman “gen”, por genuinos). Y puede que tengan razón… en parte. Porque, alguien tiene que decirlo, en muchos casos las cajas, esferas y demás provienen de los mismos sitios. Volviendo al párrafo anterior, los suizos no daban importancia al “habillage”, y de aquellos polvos estos lodos.

Suiza y China no están tan lejos
Una plaga de dimensiones mundiales

Otra parte oscura de esta historia (oscura por falta de luz) es la relativa a los calibres mismos: es sabido que los derechos o patentes de una gran parte de los calibres estrella de ETAsa  han caducado, de manera que pueden ser fabricados legalmente por cualquiera (el famoso y mal llamado “asian Unitas” es un ejemplo) y dicen las malas lenguas que la propia marca tiene factorías en el país asiático. Esas factorías fabricarían componentes con el Swiss Made estampado que luego serían enviados a  y ensamblados en Suiza, concretamente en la zona italoparlante del Ticino.

Suiza y China no están tan lejos
No es fácil encontrar imágenes de factorías chinas

Las cosas han cambiado mucho desde el siglo pasado. Casi sesenta años después, China provee a Suiza no sólo productos sino también servicios de altísima calidad incluso para los estándares suizos. Y aunque ya no es tabú hablar de ello, los fabricantes suizos siguen exigiendo a sus proveedores el secreto profesional bajo contrato de confidencialidad.

Te lo contaremos en la segunda parte