Frederique Constant es una de esas manufacturas poco conocidas. Tan poco, que muchos aficionados no saben que es el inventor del Heart Beat (una abertura en la esfera que permite ver el volante en acción). Puede que ahora parezca algo más o menos habitual ya que muchas marcas lo han copiado, pero lo cierto es que el diseño original es suyo. Fue precisamente esta característica (y no haberla patentado) la que de algún modo les llevó en 2001 a ponerse a diseñar su primer calibre propio: dada la disposición de elementos en los movimientos ETAsa necesitaban “acercar” el volante a la esfera para que fuera más visible a través de su abertura. En 2004 se presenta el primer calibre manufactura de los quince que actualmente constan en sus colecciones.
Y es precisamente uno de ellos, el FC-710 el que anima al Slimline Manufacture que he tenido ocasión de probar. Se trata de un reloj de vestir tanto por aspecto –chapado en oro rosa y correa de aligator- como por sus dimensiones: 42 milímetros de diámetro por 12,5 de alto. Parecería mucho, pero el ingenioso diseño de la caja hace que aparente mucho menor altura que esos casi trece milímetros: de forma tronco-cónica invertida, le acompañan unas asas con una fuerte pendiente que van al encuentro de muñecas de dimensiones entre 16 y 22 centímetros de circunferencia para asentarse perfectamente en ellas (la que se ve en las fotos –la mía- mide 17,5 cm.) El color del oro es indiscutiblemente rojo, lo que me lleva a pensar que contiene una cantidad de cobre por encima de lo habitual y que en mi opinión le otorga personalidad. Tanto la ejecución como los acabados tienen poco (nada) que envidiar a marcas con mucho más renombre y precio, aunque echo en falta un tratamiento anti-reflejo en ese zafiro abombado, que me ha dado verdaderos problemas a la hora de fotografiar esa esfera de un precioso azul que se aloja debajo. La corona de tipo cebolleta remata el toque clásico del conjunto.
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Al contrario que muchos relojes chapados en oro, el Slimline (y supongo todos los Frederique Constant) presenta el fondo igualmente en oro, lo que contribuye a la excelente percepción global. Además tiene una tapa de zafiro transparente que permite ver el segundo apellido del Slimline: el movimiento automático de manufactura FC-710 con fecha. 26 rubíes, 28.800 alternanacias y 42 horas de reserva de marcha. Excelentemente terminado, proporciona el placer visual que se espera de un fondo visto. La masa oscilante igualmente chapada, calada y decorada es otro punto a su favor. Como no podía ser de otra forma en una manufactura moderna, tiene pase rápido de fecha en un formato comparativamente poco habitual como es por aguja en la subesfera a las seis.
La esfera del FC-710N4S4 es tal vez el elemento distintivo más llamativo de este reloj. De un azul intenso con grabado Soleil, se hace extremadamente difícil fotografiarla para transmitir toda su belleza. Los índices aplicados y las tres agujas 
lanceta están realizados en el mismo tono de oro que la caja. Complementa todo el conjunto una correa de aligátor de color azul a juego con la esfera y –según se lee en ella- hecha a mano con una hebilla igualmente chapada en oro rosa. Puesto en la muñeca, y como decía al principio, sorprende el aspecto plano (slim) del reloj teniendo en cuenta su grosor: un verdadero acierto de diseño. Muy ligero, asienta perfectamente en la muñeca a pesar de la tirantez de la correa nueva, aunque adivino que no será difícil domarla.
Como estuche de presentación trae una caja de madera que parece haya barnizada en brillo espejo y tono cerezo, protegida a su vez por una caja de cartón con los tonos crema y verde característicos de Frederique Constant.
Todo esto por un precio en tienda (España) de 2.790 €, aunque podemos quedarnos en 2.490 € si nos decidimos por el acero pulido. Unos precios que, sin ser populares, ponen al alcance de la mano la primera manufactura de la colección y hace bueno el nuevo slogan de la marca: “Lujo accesible”
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