Estos días tuve la oportunidad de asistir a la presentación de las novedades de Fifty Fathoms que Blancpain lanzó en el reciente Time to Move 2019. Los que siguen la cuenta de RE en instagram ya habrán visto lo del «marco incomparable» elegido para la ocasión: un elegante chalet (¿chalé?) en los alrededores de Madrid, dotado -cómo no- de una piscina donde algunos valientes iban a seguir las instrucciones del apneísta recordman mundial y amigo de la marca Gianlucca Genoni.
Como algunos sabréis, Blancpain, además de su compromiso con el cuidado de los océanos y la vinculación de su propio CEO Mark Hayek con todo lo relacionado con el mar, tiene estrechos lazos con la gastronomía. Entre sus embajadores (en Blancpain prefieren llamarlos «amigos de la marca») están nada menos que Dani García o Martín Berasategi, toda una constelación de estrellas. Y también José Carlos Fuentes, responsable del Club Allard y del almuerzo que nos ofrecieron.
Y si cuento todo esto no es por dar envidia ni generar polémica, sino por poner de manifiesto la coherencia de una marca que por un lado se mantiene fiel a sus orígenes y por otro ha evolucionado naturalmente hacia lo que podríamos denominar «filosofía de vida» en un sentido epicúreo de disfrutar de lo mejor. Vale la pena recordar aquí que Blancpain integró en su día a la manufactura Frederique Piguet, histórico proveedor de calibres a marcas de primera línea.
Gianlucca, un hombretón de 1,85 con una caja torácica digna de estudio, tiene varios records mundiales en las distintas modalidades de apnea. Yo no sé de nadie que haya estado ¡dieciocho minutos! aguantando la respiración (aunque previamente estuviera respirando oxígeno durante diez). O que haya aguantado dos minutos en agua a dos grados centígrados, en un lago situado en la falda de Everest… Sólo con imaginarlo me da tiritera. El más clásico fue el de bajar a 160 metros de profundidad mediante peso: hasta donde yo sé, esto de la apnea acaba convirtiéndose en una obsesión, por no decir una droga, debido a las sensaciones que provoca a quienes la practican. Pues bien, este fenómeno nos dio una serie de instrucciones para intentar siquiera acercarnos a esas sensaciones. Uno de los participantes llegó a los dos minutos y no, no era yo.
Los relojes. Esta presentación era sólo para Fifty Fathoms, de manera que los Villeret pero sobre todo el Air Command tendrán que esperar a otra ocasión. Dos novedades y dos extensiones. Las extensiones son la versión de titanio y de oro rosa del Fifty Fathoms clásico. Ambos montan el calibre 1315 con -atención- 120 horas, cinco días, de reserva de marcha gracias a sus tres barriletes dispuestos en serie. También comparten un diámetro de 45mm y el fondo visto, lo que no impide que presenten una estanqueidad de 30 bares o 300 metros. La correa de «tela de vela» es otra característica común, así como los desplegables cada uno en su material. Precio en titanio: 14.800 € Precio en oro rosa satinado: 33.710 €
Lo que no comparten es el material de la esfera, que en el caso del modelo en oro rosa -satinado, precioso- es de cerámica, algo que lo hace todavía más especial habida cuenta de lo complicado que es manejar grosores de décimas de milímetro en ese material.
Una de las novedades rinde tributo a los «nageurs», los buzos («nadadores», en realidad) de combate franceses y a la historia que los precede: cuando llegó a los mandos de Blancpain en 1950, Jean-Jacques Fiechter, que a la vez submarinista aficionado, se propuso desarrollar un instrumento que pudiera llevarse consigo en sus inmersiones. No existían precedentes, de manera que partió prácticamente de cero basándose en su propia experiencia. En esos años (1952) el capitán Robert «Bob» Maloubier y el teniente de navío Claude Riffaud, fundadores del cuerpo de «Nadadores de combate» de las fuerzas militares francesas, establecieron una lista de normas para que distintos proveedores -franceses- les pudieran presentar un reloj que sirviera a sus propósitos. No habiendo recibido nada que cumpliera todos los puntos de la lista, supieron de la existencia de un suizo que hacía relojes y que buceaba en el sur de Francia…
En 1953, Blancpain pudo entregar a los franceses un instrumento que superó todas las pruebas, convirtiéndose en uno de los componentes esenciales del equipo de nadadores de combate del ejército francés. Más tarde lo adoptaron también fuerzas navales de otros países.
Y este es el reloj que Blancpain homenajea en la edición limitada a 300 ejemplares. La Marina francesa ha autorizado a colocar en la trasera la insignia de los Nadadores de combate: un ancla central, dedicada a los marinos, rodeada por dos caballitos de mar por el universo submarino y unas alas en representación de los paracaidistas. A las seis aparece discretamente una cifra: el 7. Dado el riesgo de que el oxígeno se vuelva tóxico bajo una presión parcial de 1,7 bar, la profundidad máxima a la que pueden descender los buceadores militares con oxígeno puro (que se usaba así para evitar las burbujas que podrían delatarles) es de 7 metros, una cifra a tener muy en cuenta. Monta el calibre 1315 ya descrito, con 120 horas de reserva de marcha y espiral de silicio que lo hace prácticamente amagnético. Todavía no tengo el precio.
Barakuda, además del nombre de un pez más o menos feroz, es el de un distibuidor de material técnico de buceo que había a finales de 1960 en Alemania y que fue quien proporcionó a la Bundesmarine los ejemplares de Fifty Fathoms que tanto éxito estaban teniendo entre los militares de la vecina Francia. Pero Barakuda, además, comercializó una serie para el «mercado civil», con índices bicolor, agujas tipo lápiz fluorescentes pintadas de color blanco y un calendario a las tres.
Y a este modelo es fiel la edición limitada a 500 ejemplares que presenta Blancpain en 2019. Además de la icónica correa tipo Tropic, monta el calibre 1151 con 100 horas de reserva de marcha y se añade un bisel unidireccional de zafiro y un fondo visto que el original no llevaba. Su diámetro de 40,3 mm se antoja justo cuando uno lo compara con los 45 del Fifty Fathoms base de la colección, pero seguro que ni esto ni el precio (13.290 €) va a ser un obstáculo para que se agote, como cada año. Sólo hay que darse una vuelta por el mercado de segunda mano para darse cuenta de que el de Blancpain es un coleccionista fiel: se ven poquísimos. (Efectivamente, esta correa no es Tropic. Se trata de un prototipo).
Próximamente, el Air Command
Oh, si. La experiencia gastronómica. Qué decir. Tampoco se trata de dar envidia a nadie, pero la verdad es que se disfrutó de todo: el entorno, el ambiente, las explicaciones de José Carlos Fuertes acerca de un menú basado en el mar y sus productos… y el maridaje de vinos. Casi pierdo el tren de vuelta.
Más información en www.blancpain.com/es/coleccion-fifty-fathoms
Y en la discusión en el foro, que siempre se aprende algo nuevo.