Baselworld Messeplatz

Crónica post Baselworld 2016 novedades y mucho más

Para algunos, esta edición de la feria de las ferias ha sido un tanto aburrida. Por señalar tres claves, Baselword 2016 tuvo novedades sí -pero pocas-, muchos pasos cautelosos y escasa alegría compradora por parte de los verdaderos destinatarios de tanto boato: los concesionarios, responsables, de alguna forma, de alimentar esta enorme máquina. Al menos hasta hace bien poco, porque los organizadores de la feria (el grupo MCH) hace tiempo que se dieron cuenta de que la prensa, en tanto que altavoz de lo que allí ocurre, era un objetivo a mimar y ya empieza a ser legendario el trato que dispensan al colectivo del teclado en cada una de las últimas ediciones. Un ejemplo de ello es que a las 12:01 del día de apertura las redes ya bullen de información fresca… En los perfiles de RE lo habéis podido comprobar. En números fríos y según la organización, este año la cantidad de visitantes ha caído un 3% mientras que la de periodistas acreditados ha crecido un 2,3%. Vamos, por tanto, con nuestra esperada crónica post Baselworld 2016. Novedades y mucho más 🙂
Baselworld 2016
¿Qué se ha visto aquí? A grandes rasgos parecería que el carrerón de los precios ha tocado techo, que el reloj conectado es una realidad a la que nadie (excepto, por lo que parece, el Swatch Group) puede ignorar y que se prefiere apostar por lo conocido –y seguro- antes que por experimentos de incierto resultado. Y si hay una marca maestra en hacer parecer que todo sigue igual sin que así sea es Rolex. Aparentemente “sólo” ha añadido el bisel de cerámica al Daytona (algo largamente esperado y prácticamente dado por descontado, aunque con Rolex nunca se sabe) pero, de paso, y como quien no quiere la cosa, hace oficial que aplicará su propio certificado de cronometría más allá del C.O.S.C. a toda su producción, simbolizada por el lacre verde que ya lucían algunos de sus modelos nuevos producidos durante 2015.
Rolex Daytona 116500
Otra que ha dado que hablar es TAG-Heuer, de la mano de ese genio del marketing llamado Jean-Claude Biver, el hombre que no duerme (convoca sus reuniones de trabajo para las ¡cinco! de la madrugada, con todos los asistentes ya desayunados). La marca antiguamente conocida como Heuer ha dado un paso al lado y recupera algo que había despreciado cuando emprendió su camino hacia las estrellas de hace unos años: el segmento juvenil del reloj de cuarzo por debajo de 1000 €. No sólo esto: ha tenido la “desfachatez” de presentar un tourbillon por debajo de los 15.000 €, lo que ha provocado la inusual reacción de todo un patriarca de la industria como Patek Philippe, que ha dicho –por boca de su presidente Thierry Stern- que con este tipo de acciones TAG-Heuer está arruinando la marca “Swiss”. Paradojas de la vida, Biver colecciona Pateks…
TAG-Heuer Calibre Heuer 02
Precisamente el antiguo CEO de TAG-Heuer se encuentra como pez en el agua en su (ya no tan) nuevo destino, Bulgari. Jean Christophe Babin dio la campanada el año pasado con el Octo Finissimo Tourbillon, y este año remacha con un Octo Finissimo repetición de minutos igualmente delgado en… Titanio. Todo un prodigio de delgadez y un desafío conseguir una sonoridad mínimamente audible en tan poca caja, pero para eso cuenta con el know-how de la adquirida Daniel Roth. Seguro que se lo pasa como un niño en una juguetería, pero no se olvida de la esencia de la marca y es capaz de combinar alta relojería con alta joyería. Una gozada.
Bulgari Bvulgari en Basel 2016
Teniendo a Tissot como supuesta punta de lanza para estar por pleno derecho en el terreno de los smartwatches antes que nadie, parecería que el Swatch Group vive de espaldas a una realidad. Algo que, si no espabila, le va a dar más de un disgusto. En cambio, apuesta por su loca carrera en pos de Rolex (encomendada a Omega, menudo papelón) y haciendo una mega-campaña mediática con el System 51 ¿vuelta a los orígenes, cuando el humilde Swatch puso los fundamentos de lo que iba a salvar la industria relojera suiza? A la vista de cómo se han venido desarrollando sus ventas no parece la estrategia más adecuada… Será que Nicholas G. Hayek no hay más que uno y a ti te encontré en la cuna.
Omega Globemaster Calendario anual
Uno qué sí ha hecho los deberes es Frederique Constant. El año pasado ya presentó su pseudo-smart watch al que llamó “horological smartwatch” (y que básicamente es un recopilador de constantes vitales que transmite al teléfono). Si bien es un smartwatch limitado en funciones tiene al menos el honor de haber sido el primero (y por ahora el único) en tener manecillas de verdad en lugar de virtuales. Ya lo dijo su CEO, Peter Stas: “venimos a sustituir los relojes de cuarzo que sólo dan la hora”. Pero eso fue el año pasado. En este 2016 han dado otro mazazo sobre la mesa (a Monsieur Stern le va a dar algo) sacando un calendario perpetuo… Por debajo de los 9.000 francos suizos, lo que en la práctica dará el mismo precio en euros. Y manufactura propia, desarrollado en-casa. Y seguro que encima ganan dinero con él… Definitivamente, algo está cambiando en la industria.
Frederique Constant Calendario perpetuo
Por lo demás, mucho tirar de catálogo antiguo, reediciones o directamente réplicas (ojo, las legítimas, las que hace una marca de sus propios modelos antiguos) o exprimiendo éxitos hasta la extenuación. Desde Omega y la enésima edición del Speedmaster hasta Zenith (por cierto, lo están pasando mal) con el Primero “reloaded”. Pero también están los que van a su propia bola (que es de lo que se trata): con la compra de parte de Vaucher y el lanzamiento de la serie Slim, Hermès se está labrando una posición en el mundo de la relojería (tiene catorce líneas de producto y en todas destaca). Y una –sorprendente- noticia de primera mano: en España vendió más de un millón de euros, con un crecimiento de dos dígitos. Oris, que está haciendo las cosas muy bien, va contracorriente y muestra cierta tendencia a incrementar precios debido principalmente a la nueva estrategia de incorporar calibres de manufactura propia (el calibre 112 es el tercero de la saga 11X empezado hace dos años). Parece una buena justificación teniendo en cuenta que estos relojes con manufactura se mueven en el entorno de los 5000 euros. Otro cantar serían los divers con Sellita inside, por encima de los 2.500 €
Oris-Hermes-Basel-2016
Tudor sigue en la exitosa línea de recuperar prácticamente todo su catálogo previo a 1970 después de intentar marcar perfil propio con lo que fueron desastres comerciales de 2010-2012 (Hydronauts y compañía). Esta vez con una versión en bronce del Black Bay que responde más a la moda del bronce, tan en boga hoy, que a un modelo real. O la versión en PVD negro acompañada de un brazalete a juego. Hablando de versiones, me gustó la nueva versión de 36mm que recuerda al Explorer 114270 de Rolex. La mala noticia es que el que yo creo responsable de esta nueva época dorada, Davide Cerrato, fue recientemente contratado por la competencia y ahora presta sus servicios en Montblanc.
Tudor Black Bay Bronzo 2016
Nos quedan los independientes, esas marcas libres que hacen lo que creen oportuno en cada momento sin deberse a estrategias de grupo… Ejem, recordemos que Rolex es una de ellas. Pero también Nomos, Sinn, la ya mencionada Oris y la miríada de pequeñas marcas que pueblan (y cómo) el llamado Palace y que los que hayan ido alguna vez saben que es una carpa con aspecto de boda campestre. No son necesariamente carísimas, y Nomos es buena prueba de ello: manufactura “strictu sensu” a precios por debajo de los 3.000 €. Sus Neomatik con el calibre DUW 3001 están arrasando de tal manera que dan plazos de entrega por encima de los seis meses. Sinn, y Tutima tratando de recuperar la identidad sajona tan característica de los relojes de Glashütte han presentado sendos relojes de vestir con nombres tan sonoros como “Patria” o “Meisterbund”, este último limitado a 55 ejemplares para celebrar precisamente los 55 años de Sinn.
Sinn-Tutima-Nomos
También hacen patria los británicos de Bremont con bonitos homenajes al Jaguar E Type reproduciendo sus contadores (con más acierto que Chopard con sus MilleMiglia del año pasado, en mi opinión). Otro británico con sonoro nombre aunque no sé si tan independiente, Peter Speake-Marin, me dejó con un sabor agridulce al confesarme que encarga sus relojes (incluso el super-complicado doble tourbillon) a un taller externo y que él monitoriza el proceso hasta que la cosa sale como él quiere. Monta máquinas Vaucher (como Hermès y Parmigiani) en –eso sí- sus personalísimas cajas Piccadilly. Igual es que me estoy volviendo quisquilloso.
Bremont-Speake-Marin-2016
Faltan los japoneses (a tener en cuenta el smartwatch de Casio, que lo va a petar en cuanto aparezca por aquí) y muchos grandes como Chopard o Breitling, que ahora que cree tener dominado el mundo de los deportes apunta más hacia Lifestyle, y ha presentado una edición limitada a cien piezas al módico precio de 37.000 €. Y tantas otras marcas. Desde luego no están todos las que son, pero un artículo como este pecaría de soberbia (¡o de extensión!) si pretendiese abarcarlas a todas. A ver si me da tiempo a escribir sobre ellas antes de la próxima feria 😉