Bell & Ross BR-05. Una review coral

Pese a su relativa juventud (1992) Bell&Ross ha sido capaz de crear un nicho de mercado podríamos decir que «extremo»: relojes de aviador extraídos directamente del tablero de instrumentos. Algo nada fácil teniendo en cuenta que estos elementos suelen ser cuadrados y de un tamaño considerable, pero han sido precisamente esas características las que ha aprovechado la marca para encontrar su lugar en un universo relojero bastante saturado. Después del aire no tardaron en llegar los otros dos elementos: agua y tierra, y entre todos ellos (¡incluso en el BR-02!) hay un hilo conductor que los mantiene en familia. Otro elemento común a las colecciones de Bell&Ross ha sido el sello deportivo: en forma cuadrada o redonda, prácticamente todos los modelos evocan una faceta sport que a priori los excluye de vestimentas formales o, si se quiere, «urbanas».

Relojes Especiales te muestra el Bell&Ross Nightlum BR 03-92

 

Después de todos estos años todavía es reconocible la vena «rompedora» que inspiró a Bruno Belamich (la B de Bell & Ross) a la hora de diseñar y presentar sus relojes. Y creo que ha sido esa misma vena la que lo ha guiado a la hora dar forma a una nueva familia dentro de su ya extensa colección. La serie BR-05, presentada en septiembre pero ya adelantada a algunos ojos en Baselworld 2019, no deja indiferente a nadie. El Bell & Ross BR-05 apunta, en palabras de la propia marca, al usuario urbano y «supera la rigurosidad del cuadrado y trasciende la perfección del círculo»… También dice que mantiene el compromiso de «legibilidad, funcionalidad, fiabilidad y precisión». Bien. Hablaba yo de «vena rompedora». Y tal vez debí decir «provocadora», porque lo que vemos en los Bell & Ross BR-05 es una provocación en toda regla.

Bell & Ross BR-05

Pero todo a su tiempo. Lo que traigo hoy es una review o revisión colectiva. Algo así como lo que en inglés llaman «hands on», pero con más manos. Sirve, además de pasarlo bien con los amigos, para obtener puntos de vista diferentes al propio y -si es el caso- equilibrar esa visión. Gracias a Bell&Ross España contamos con hasta tres modelos del Bell & Ross BR-05 incluyendo el esqueleto, sólo a falta de la versión de oro rosa y uno de los modelos de acero, el de esfera gris.

Bell&Ross BR-CAL- 321

El calibre que anima a toda la serie Bell & Ross BR-05 tiene dos denominaciones según dónde se instale: el BR-CAL.321 lo encontramos en todos los modelos a excepción del esqueletizado (serie limitada a 500 ejemplares), cuya denominación es BR-CAL.322. Ambos son variaciones del Sellita SW-300, y presentan una bonita masa oscilante calada que permite ver el movimiento a través del fondo. En el esqueleto puede verse también por delante… aunque no se ve mucho más.

Bell & Ross BR-05_skeleton

Bell & Ross BR-05_skeleton

En el apartado constructivo hay que decir que el Bell & Ross BR-05 está soberbiamente ejecutado: el mecanizado y pulido (tanto cepillado como a espejo) están a la altura de lo que se puede esperar de un reloj de su precio. El brazalete trae dos tamaños de eslabón que permiten ajustar la longitud, pero carece de micro-ajuste con el inconveniente que esto conlleva.

Bell & Ross BR-05_perfil

El cierre es de mariposa con dos pulsadores de seguridad, que hay que accionar simultáneamente para poder liberarlo. Estéticamente bien, pero plantea un problema técnico y otro funcional. En el apartado técnico, y a pesar de la forma cónica del alojamiento, parecería que un uso prolongado puede llevar al desgaste de los tetones que se insertan en los huecos para tal fin, a menos que dicha acción se realice presionando los pulsadores también simultáneamente. En cuanto a la parte funcional, el hecho de que el logo obligue a un orden determinado a la hora de cerrar cada parte lo hace un tanto engorroso, al menos hasta que uno se acostumbre.

Detalle del cierre del Bell & Ross BR-05

En la caja encontramos hasta ocho tornillos de buen tamaño (hay dos más en las guardas de la corona) y, mientras los cuatro de la parte de la esfera están perfectamente alineados en dos de los tres casos, no es el de los que cierran el fondo, lo que me (nos) lleva a pensar que los primeros tienen una función más estética que funcional. La buena ejecución de los dos tipos de pulido, tanto de la caja como del brazalete, contribuyen a la percepción general de un reloj de calidad. Buena «iluminación».

Luminova del Bell & Ross BR-05

Respecto a la corona hubo unanimidad: es pequeña. Y al ser roscada cuesta bastante manejarla, sobre todo si queremos asegurarnos de que queda bien cerrada (100 metros de estanqueidad). Y las guardas no ayudan, precisamente. El cristal, de zafiro plano con tratamiento anti-reflejos, sobresale ligeramente de la caja, lo que en opinión general deja el canto expuesto a posibles golpes laterales.

Detalle de la corona del Bell & Ross BR-05

Cristal del Bell & Ross BR-05

Las esferas son sobrias (dos negras, una azul y otra gris, más el esqueleto). Los índices y cifras, si bien respetan el código habitual de Bell & Ross (cifras grandes, índices largos), han sufrido una transformación que, al acortar los índices, achatar las cifras y redondearlo todo los acercan mucho a los que otra marca con muchos más años a sus espaldas -Panerai- tiene casi como carta de presentación. Y no es lo único.

Bell & Ross_BR-05, tres de cinco

Hago un alto aquí para recordar a uno de los nombres que brilla con luz propia en el mundo de la relojería. El diseñador suizo Gerald Genta, fallecido en 2011, es el padre de muchas de las piezas más icónicas de muchas marcas, resaltando especialmente dos modelos: el Royal Oak para Audemars Piguet y el Nautilus para Patek Philippe. Además de ser los pioneros en usar el acero para un reloj de lujo, son dos diseños que cualquier aficionado a la relojería reconoce a muchos metros de distancia. Pero lo que los hace extraordinarios es que también llaman la atención de los no entendidos gracias a sus líneas atemporales, que los mantienen vigentes casi cincuenta años después de que vieran la luz. Para quien no los conozca:

Gerald Genta Icons

 

Retomo ahora lo de la vena provocadora que mencionaba al principio: el Bell & Ross BR-05 recuerda *mucho* a esos dos modelos, y es imposible que un diseñador avezado como Monsieur Bellamich no se haya dado cuenta. Empezando por el brazalete, que alterna eslabones en forma de H matizados con otros que hacen de enlace pulidos a espejo, y siguiendo por la integración entre ese mismo brazalete y la caja. Se podrá decir que existen muchos diseños con esas características, pero si las combinamos con las agujas que presenta el Bell & Ross BR-05 (y que valdrían para cualquiera de los dos recién mencionados) y los índices (al menos para uno) llegamos a la conclusión de que las casualidades no existen. Al menos tantas juntas. No abundaré en el cierre oculto del brazalete -común a los dos referidos aunque nunca antes empleado por Bell&Ross- por ser un elemento mucho más extendido, pero visto lo visto no parece casual.

BR vs PP & AP

Ya puestos en modo conspiranoico ¿Será casualidad haber llamado al calibre 321 justo el año en que Omega presenta la reedición de su mítico calibre del mismo nombre? En fin. Las sensaciones de los asistentes: buenos acabados y por tanto buena calidad percibida. No tanto respecto al diseño, lastrado por esos «parecidos razonables». Para algunos el Bell&Ross BR-05 es «atrevido», para otros «un pupurri» y a la mayoría no le parece logrado. La legibilidad es buena gracias a una esfera limpia… excepto en el caso del esqueleto: ahí se hace verdaderamente difícil localizar las agujas a primera vista a menos que lo estemos mirando en penumbra y con la Luminova excitada. Siendo que la función principal de un reloj es dar la hora -más allá de proyectar status- el skeleton invierte ese orden: primero exclusiividad al ser serie limitada y como función secundaria indicar una hora que se hace difícil de leer.

Bell & Ross BR-05_skeleton

Donde hubo unanimidad fue en la comodidad: el reloj se asienta bien en una muñeca a partir de 17cm de circunferencia, aunque se echa de menos la posibilidad de microajustar el brazalete, y la obligatoriedad de tener que cerrar el broche por orden (el logo, ya saben) no convence a nadie.

Bell & Ross BR-05 esfera negra

Los precios, 4.500 € para las series sin limitar y 5.900 € para la versión esqueletizada (500 € menos en cada caso si es con correa de caucho en lugar de brazalete), están dentro de lo que se podía esperar de la marca. Pero la sensación general fue que están altos, sobre todo si tenemos en cuenta (y probablemente el cliente medio de Bell & Ross no lo tiene) que monta un calibre muy poco modificado, masa oscilante aparte. Y lo más importante: que en ese rango de precios la oferta es bastante amplia y, salvo a los incondicionales, el concesionario va a tener que hacer una muy buena labor de convencimiento. Hay una versión en oro rosa (29.900 € con brazalete y 19.900 € con caucho) de la que por razones fáciles de entender no pudimos disponer.

Es un viejo adagio de la comunicación: no hay publicidad mala, lo importante es que se hable de uno. También es cierto que lo que pueda pensar una comunidad -o siquiera un grupo- de aficionados a la relojería no va a influir demasiado ni en las decisiones de las marcas ni -tal vez- en sus ventas.

Pero alguien tenía que decirlo.

bellross.com