Siempre es gratificante encontrar emprendedores que además de serlo tratan de buscar caminos nuevos en un mundo como el de la relojería donde, si no está ya todo dicho, es muy difícil innovar sin invertir cantidades fabulosas. Y la innovación no tiene por qué ser necesariamente técnica: también puede serlo por concepto.
Hace unas semanas recibí un correo de Robin Tallendier preguntándome si le dejaría presentar su proyecto en el foro. Cuatro socios de veintipocos años, dos franceses y dos chinos, empeñados en demostrar que en la relojería China se pueden hacer relojes de poco presupuesto –eso ya lo sabíamos, me dije- y de calidad, no sólo real sino también percibida. Esto ya era más difícil, y a la capacidad argumentativa de Robin se unió mi curiosidad. El resultado de esa conversación está en este hilo, por lo que no va a hacer falta repetirlo aquí.
Lo que he tenido en mis manos es uno de los prototipos de su primer reloj, del que quisiera dejar mis impresiones. Ha habido de todo: comprobar que se lo han tomado muy en serio y que han cumplido lo que prometían en cuanto a calidades y al mismo tiempo lo que a mí me han parecido algunos errores de principiante. La parte buena es que estos últimos tienen fácil solución.
Reloj clásico de 39mm de diámetro por casi 12 de alto, a lo que no es ajeno su cristal de zafiro de 2mm. Caja de acero bien torneada (acero japonés 316L, grado marino), toda ella en brillo espejo incluido el bisel, excepto la parte superior de las asas –facetadas- que tiene un ligero cepillado. Me gusta la portabilidad y lo bien que se asienta en la muñeca, algo a lo que sin duda contribuye la flexibilidad de la correa de piel “teñida con vegetales”. Correa que tiene pasadores de extracción rápida, no se necesita herramienta ni nos arriesgamos a rayar esas asas pulidas. Cristal de zafiro, fondo ciego… vamos por partes.
La corona, si bien tiene un grabado suficientemente marcado como para que no resbale, me parece un tanto corta. Entiendo que es un compromiso con la estética “de vestir”, pero los dedos echan en falta al menos medio milímetro más para sentirse cómodos. Esta corona tiene tres posiciones, si bien la intermedia no tiene ninguna función. Dado que el calibre es un clon del ETA 2824 imagino que tendrá que ver con el ajuste rápido de fecha, que en este modelo se ha suprimido. Por cierto, este Peacock SL3006 trae acabados top (cotes de Geneve, perlado), está ajustado a cinco posiciones y su desviación es de menos de 10 segundos por día (comprobado por mi relojero).
A pesar de los acabados del calibre, los “padres del invento” han decidido dejarlo oculto debajo de un fondo ciego profusamente decorado. Y eso está bien, porque es un guiño a los conocedores, que se impresionan poco con según qué cosas, pero al mismo tiempo es marcar distancias con muchos de los relojes –legales- producidos en China, que creen que mostrar la maquinaria les da un punto de distinción. La tapa ciega no es roscada sino que se fija a la caja por cuatro tornillos, lo que no le impide mantener la estanqueidad de cinco atmósferas que anuncia (comprobado también).
La esfera, lo primero que llama la atención cuando uno mira cualquier reloj, es donde se ha hecho más hincapié: es de cerámica y el argumento principal de su campaña. Óxido de Zirconio sobre una base de cobre con los índices y resto de indicaciones tamponados. En el modelo con esfera completamente azul (este que tengo aquí es el de la esfera blanca) hay índices metálicos que van rodiados. La temática y su motivación están explicados en el post que abrió Robin, así que no me extenderé sobre ello y sólo diré que la esfera se ve muy bien ejecutada. Las agujas en forma de hoja son azuladas (deduzco que por medios químicos) y he de decir que son endiabladamente difíciles de fotografiar, casi siempre salen de color negro.
Tanto en la esfera como en la corona ya comentada aparece el logo de Atelier Wen. Tal vez no haga falta traducir la palabra ‘Atelier’, pero para los que no sabemos o no estudiamos chino en la escuela será útil decir que ‘Wen’ es el carácter chino para ‘Cultura’ 文. Esa es la marca. El logo, justo encima, es una elaboradísima síntesis del mito Kunpeng (ave y pez) que el mismo Robin nos detalla en el hilo del foro al que me he referido más arriba y que se ve mucho más claro en la trasera ciega del reloj.
Toda la caja –ya lo he dicho- se ve bien acabada y pulida, con unas facetas que le dan personalidad aunque me recuerdan irremediablemente a otras más famosas. En el fondo o trasera se sigue viendo un buen trabajo que se alinea con la voluntad declarada de los promotores de “elevar la percepción que se tiene en Occidente de los productos chinos, especialmente de los relojes”. Y lo que vemos es la representación –ahora mucho más realista- del ave-pez Kunpeng volando sobre un mar embravecido. Me ha gustado el grado de satinado para este grabado, que combina perfectamente con el pulido a espejo del círculo exterior.
El cristal de zafiro es curvado, con un “enorme” grosor de entre 1,5 y 2mm recubierto por hasta 5 capas de antirreflejos. Ese grosor no lo hace sobresalir del bisel, que adivino que está ahí para sujetarlo contra la caja y se ajusta a su altura. Las capas antirreflejo funcionan bien, pero no sé si es su cantidad (cinco) o los dos milímetros del propio cristal que producen una refracción que al menos a mí me resulta desagradable y por un momento me hace pensar en cristales minerales de relojes baratos. Este punto, junto con el bisel interno que desciende desde el cristal hasta la esfera haciéndola parecer más pequeña son los dos únicos puntos que pondría en los “contra”. Aunque de acuerdo en la medida de 39mm, creo que el reloj ganaría en frescura si se pudiera conseguir una esfera “a sangre”, sin bordes y con un cristal que acercara esa esfera a los ojos de su portador, que es en definitiva quien lo tiene que disfrutar.
Al momento de escribir estas líneas Atelier Wen es un proyecto “crowfunding” en Kickstarter que en su primer día ya cubrió sobradamente su objetivo de financiación. Cuatro días después, ese objetivo ya se ha triplicado. ¡Un buen augurio!