B
barista
Visitante
Mis estimadísimos compañeros,
Me plazco en presentar mi última ( inponderada ) adquisición: este sencillo, escaso, opaco, rústico y minimalista Ruhla de dama. El reloj calza un calibre UMF 24, de lo más pobretón, exento de sofisticaciones y complicaciones...
Confieso que la primera vez que lo vi me enamoró. Y no sé bien qué fue: si su simplicidad, la esfera sin casi nada, la poco cuidada terminación, esas agujas feas; en conjunto, una pieza pobre y envejecida. Me hizo acordar un poco al hilo reciente de nuestro afable Casiná y los relojes sin caché. Este pequeño Ruhla tendrá su historia, atravesada quizás por los sueños truncos de una trabajadora industrial humilde de aquella cruel Alemania; o quizás de las esperanzas monocordes de una empleada del Estado elefantiásico y asfixiante de la ex RDA; o tal vez de una devastadora e inescupulosa agente de la Stasi... ¿ quién puede saberlo ?
Ahora estamos, mi Ruhla y yo, en este inesperado soliloquio a duo en la madrugada tristansuarense. En vistas de poder disfrutarnos ambas, la pieza pobre y quien les habla, de aquí en más. Y cuando mis sobrinos cuenten la historia de su tía y el Ruhla ( pues son ellos los herederos de mi ecléctica colección ) en los próximos años, dirán que Gabriela, una humilde y soñadora empleada de cafetería, alguna vez soñó que ese reloj soñaba. Saludos
Me plazco en presentar mi última ( inponderada ) adquisición: este sencillo, escaso, opaco, rústico y minimalista Ruhla de dama. El reloj calza un calibre UMF 24, de lo más pobretón, exento de sofisticaciones y complicaciones...
Confieso que la primera vez que lo vi me enamoró. Y no sé bien qué fue: si su simplicidad, la esfera sin casi nada, la poco cuidada terminación, esas agujas feas; en conjunto, una pieza pobre y envejecida. Me hizo acordar un poco al hilo reciente de nuestro afable Casiná y los relojes sin caché. Este pequeño Ruhla tendrá su historia, atravesada quizás por los sueños truncos de una trabajadora industrial humilde de aquella cruel Alemania; o quizás de las esperanzas monocordes de una empleada del Estado elefantiásico y asfixiante de la ex RDA; o tal vez de una devastadora e inescupulosa agente de la Stasi... ¿ quién puede saberlo ?
Ahora estamos, mi Ruhla y yo, en este inesperado soliloquio a duo en la madrugada tristansuarense. En vistas de poder disfrutarnos ambas, la pieza pobre y quien les habla, de aquí en más. Y cuando mis sobrinos cuenten la historia de su tía y el Ruhla ( pues son ellos los herederos de mi ecléctica colección ) en los próximos años, dirán que Gabriela, una humilde y soñadora empleada de cafetería, alguna vez soñó que ese reloj soñaba. Saludos