
Elhovam
Forer@ Senior
Sin verificar
Sin ánimo de entrar en polémicas, creo que la legislación se ha ido alejando de la realidad y las auténticas necesidades de la sociedad de la cual emana. Veamos acontecimientos recientes como han sido: agresiones sexuales grupales a manos de descerebraos itinerantes, asesinatos a los que no se les puede aplicar la prisión permanente revisable por voto en contra de partidos de derecha e izquierda, ocupación de viviendas que han constituido el negocio de grupos criminales y dolor de cabeza para propietarios y promotores, el asentamiento de la marihuana en toda la geografía que nos ha transformado en el huerto de Europa y un largo etcétera.
El robo de relojes en la vía pública ha empezado a recibir una atención mediática reciente que se ha acentuado por la escasez (si no ausencia) de turismo a razón del Covid. Antes estos delitos los sufrían en su mayoría turistas, que se marchaban a su país y le explicaban a su círculo las bondades de nuestra tierra y sus habitantes de pelo ensortijado y manos largas. Resultado: turismo que no volvía o ya ni venía alertado por sus allegados.
Esto lo hemos ido viendo unos cuantos, pero no ha habido voluntad manifiesta de poner coto a estos grupos y su asentamiento en grandes urbes turísticas como ya se hizo en el pasado (por ejemplo en los meses previos a la Expo y las Olimpiadas del 92).
Barrer las calles es impopular para los gobernantes que se deben al populismo, buenismo y alejarse de cualquier atisbo de medidas que puedan ser tildadas de “fachas”.
Como indicaba antes un compañero, aquí no producimos gran cosa más que el sector turístico y poco a poco nos lo hemos ido cargando, pero aún creo que podemos salvar los muebles. No hace falta endurecer las penas, si no agilizar o modificar la Ley de Enjuiciamiento Criminal y las medidas que permitan atajar la multi reincidencia y la expulsión de delincuentes foráneos de manera inmediata tras su condena.
El robo de relojes en la vía pública ha empezado a recibir una atención mediática reciente que se ha acentuado por la escasez (si no ausencia) de turismo a razón del Covid. Antes estos delitos los sufrían en su mayoría turistas, que se marchaban a su país y le explicaban a su círculo las bondades de nuestra tierra y sus habitantes de pelo ensortijado y manos largas. Resultado: turismo que no volvía o ya ni venía alertado por sus allegados.
Esto lo hemos ido viendo unos cuantos, pero no ha habido voluntad manifiesta de poner coto a estos grupos y su asentamiento en grandes urbes turísticas como ya se hizo en el pasado (por ejemplo en los meses previos a la Expo y las Olimpiadas del 92).
Barrer las calles es impopular para los gobernantes que se deben al populismo, buenismo y alejarse de cualquier atisbo de medidas que puedan ser tildadas de “fachas”.
Como indicaba antes un compañero, aquí no producimos gran cosa más que el sector turístico y poco a poco nos lo hemos ido cargando, pero aún creo que podemos salvar los muebles. No hace falta endurecer las penas, si no agilizar o modificar la Ley de Enjuiciamiento Criminal y las medidas que permitan atajar la multi reincidencia y la expulsión de delincuentes foráneos de manera inmediata tras su condena.