El tema de las correas de piel…
No deja de ser, como todos, un tema cargado de subjetividad, aunque no exento de elementos claramente evaluables.
Resulta evidente que, en la generalidad de los relojes, una correa de piel, le presta al artilugio en cuestión una indudable y casi indiscutidas personalidad y elegancia, y digo casi, porque no me puedo acabar de imaginar ciertos relojes, como por ejemplo los de buceo o “divers” con esas elegantes correas.
Ahora bien, sin perjuicio de todo ello, también es patente que el pronóstico relativo a su durabilidad es, de lejos, muy inferior al de un brazalete de acero, por ejemplo. Como bien se ha dicho, el uso del reloj y la actividad y capacidad/calidad de sudoración de su usuario, resultan determinantes para la vida de una correa de piel. Ciertos inventos como los cierres desplegables (derivados del desarrollo de los armis) ayudan a preservar la indemnidad de dichas correas, pero no evitan el deterioro inevitable derivado de los ácidos y actividades del usuario.
Recuerdo, hace unos pocos años, que determinado prospecto de instrucciones de una marca de relojes, que ahora no consigo recordar, advertía de la falta de idoneidad de usar correas de piel bajo los dictados impuestos en regiones acechadas por climas húmedos a la par que calurosos. Fue como leer algo que siempre había albergado en el ámbito de mis convicciones: lo siento por Ignacio (Uhren y demás correligionarios), pero tratar, a toda costa, de hacer prevalecer la estética sobre los fluidos propios y, sobre todo, sobre las características climatológicas del ámbito geográfico dónde se va a usar el reloj, entiendo que sería tanto como empeñarse en acudir a una boda vestido con un hermoso y práctico mono azul de mecánico, o como irse a las Bahamas con el más moderno equipamiento para esquiar… claro, que hoy en día todo está permitido y las normas de protocolo sólo son orientativas pero, pese a ello, lo práctico sigue siéndolo ahora igual que antes.
Así, si vives en la meseta, una correa de piel tiene una longevidad bastante asegurada (aunque nunca, ni de cerca, comparable a un armis de acero). Por el contrario, si vives en una ciudad de clima caluroso y húmedo, seguramente llegarás a comprender y valorar la practicidad de un brazalete de acero o caucho, sobre todo, cuando te hayas cansado de cambiar/pagar con periodicidad anual tu bonita correa de piel.
Saludos.