JOACHIM
Forer@ Senior
Sin verificar
A un reloj de este tipo, del último cuarto del S. XIX, con la caja impecable, en algún momento la máquina fue sustituida por otra más moderna, pero la distancia entre el eje de las manecillas con la abertura del cuadradillo de la cuerda no era la misma que en origen, modificaron la esfera para adaptarla, como consecuencia, el eje de las manecillas quedó excéntrico respecto a la esfera, y solo se podía leer correctamente las horas y las medias, el resto había que adivinar. Busqué un reloj donante que tuviera una máquina original y en una almoneda de Francia lo encontré y muy barato, pero estaba muy mal conservado, a pesar de todo la máquina parecía que estaba entera. Lamentablemente, por el camino se perdió la llave (que cosas).
Aquí se describen todos los trabajos: https://relojes-especiales.com/threads/rehabilitación-de-un-reloj-de-cocina-art-nouveau.503151/
Al reloj donante le falta la tapa frontal con el cristal, los adornos de latón estaban pintados de amarillo y verde como la cadena (muy simple), y la esfera, de cartón con un acabado brillante tenía unas roturas con forma de “Y”, también la caja parecía pintada a brocha por su aspecto rugoso y los adornos con ramitos de flores casi imperceptibles.
Una vez retirada la máquina, desestimé al donante como irrecuperable, junto con la máquina y las manecillas sustituidas del receptor Hace diez meses encontré una “pendulina” a un precio irrisorio y, pensé que el donante también lo podría recuperar; cuando recibo "la pendulina", su estado de conservación era en proporción a lo que pagué, faltaba la rueda de cañón horaria, y la que le transmitía el movimiento, en su lugar solo un trozo del tornillo roto que en su día hacía de eje, enroscado en la platina. De nuevo, desistí.
La primera y la segunda "pendulina"
Hace poco tiempo, buscando en la red, encuentro otra “pendulina”; con la experiencia de la anterior, no acababa de decidirme para comprarla, pero, las seis fotografías que la describían, se veía bastante completa, pensé que sólo podría tener el muelle real roto, y que podía ser una oportunidad, la compré. Cuando la recibo y examino bien, veo que le falta la “primera rueda” de la marcha (ver foto), quedé con tres palmos de narices (hay mucha picaresca), compruebo las fotografías de la descripción, dándome cuenta en ese momento que sólo una corresponde al objeto recibido (ver la foto). Por fortuna, completé la “pendulina”, tomando prestada la rueda de la adquirida unos meses antes.
Una vez completada la maquinaria y comprobado su correcto funcionamiento, abordo la restauración de la caja; elimino la pintura amarilla y verde de los adornos de bronce, la cadena y el remate de la esfera, limpiándolos y puliéndolos. La caja, en un principio pensaba lijarla y remover la pintura para masillar y volverla a pintar, pero comprobé que la pintura era la original y de calidad, solo tenía ajado el barniz que en su tiempo la sellaba. Con lijas de agua y mucho cuidado removí la capa más superficial, después, repaso con lana de acero del nº. “0” hasta que la superficie quedó algo lisa, con un paño le dí una pasada de aceite para madera para refrescar la pintura; una vez seco, apliqué cinco capas de goma-laca y, entre cada capa, pasada de lana de acero nº. “000”, en la última capa, con la lana de acero le di cera, una vez adsorbida, con un paño de lana pulí. El resultado sorprendente, pues se veía cuidado y limpio y, además conservaba la pátina del tiempo.
En un principio, pensaba sustituir la esfera de cartón por una fotocopia de la misma, pero, encolé el cartón suelto y presionado 12 horas, quedó bastante plano, las juntas las cubrí con masilla de pintor, después con lija de agua igualé; como tenía un acabado con barniz de buena calidad, la esfera quedó impecable, y la terminé con cera.
Repasadas todas las piezas, me dispongo a montar el reloj, la tapa trasera de madera, estuvo cinco días en el congelador, para matar xilófagos, le di un tratamiento preventivo, y un aceite especial para madera.
Para montar la “pendulina”, aproveché el antiguo chasis, pero le faltaban las tres fijaciones, se las habían arrancado para instalar aquella máquina excéntrica; con unos tornillos, tuercas y arandelas, aprovechando las perforaciones originales, quedó bien sujeta.
Fijada la máquina, y comprobando que no había excentricidades con el eje de las manecillas, el siguiente y último paso era colocarlas, pero, para adaptar la manecilla de los minutos al cuadradillo de la máquina excéntrica, tuvieron que agrandar el taladro del buje; con cuatro pequeñas láminas de latón soldadas con estaño, conseguí reducir el hueco, luego con limas, ajusté al cuadradillo de la rueda de cañón de minutos. Ahora faltaba la manecilla de las horas, cuyo buje también modificaron; con estaño podría estrecharlo, hasta que entrase a presión en la rueda de cañón, pero al aplicar el soplete, se desprendió el buje en dos mitades, ¡¡lo habían cortado para ajustarlo en la máquina excéntrica!!; con mucha paciencia junté las dos mitades del buje y preparé la manecilla, soldé con estaño tapando las holguras y de nuevo, a presión, la manecilla abrazó la rueda de cañón.
Todos estos trabajos y costes, han valido la pena, he rescatado un “horloge de boulangère” con marcado carácter francés. Ha quedado espectacular y su marcha es muy puntual, salvo esos sutiles adelantos y atrasos (apenas perceptibles), producidos por el muelle real.
Aquí se describen todos los trabajos: https://relojes-especiales.com/threads/rehabilitación-de-un-reloj-de-cocina-art-nouveau.503151/
Al reloj donante le falta la tapa frontal con el cristal, los adornos de latón estaban pintados de amarillo y verde como la cadena (muy simple), y la esfera, de cartón con un acabado brillante tenía unas roturas con forma de “Y”, también la caja parecía pintada a brocha por su aspecto rugoso y los adornos con ramitos de flores casi imperceptibles.
Una vez retirada la máquina, desestimé al donante como irrecuperable, junto con la máquina y las manecillas sustituidas del receptor Hace diez meses encontré una “pendulina” a un precio irrisorio y, pensé que el donante también lo podría recuperar; cuando recibo "la pendulina", su estado de conservación era en proporción a lo que pagué, faltaba la rueda de cañón horaria, y la que le transmitía el movimiento, en su lugar solo un trozo del tornillo roto que en su día hacía de eje, enroscado en la platina. De nuevo, desistí.
La primera y la segunda "pendulina"
Hace poco tiempo, buscando en la red, encuentro otra “pendulina”; con la experiencia de la anterior, no acababa de decidirme para comprarla, pero, las seis fotografías que la describían, se veía bastante completa, pensé que sólo podría tener el muelle real roto, y que podía ser una oportunidad, la compré. Cuando la recibo y examino bien, veo que le falta la “primera rueda” de la marcha (ver foto), quedé con tres palmos de narices (hay mucha picaresca), compruebo las fotografías de la descripción, dándome cuenta en ese momento que sólo una corresponde al objeto recibido (ver la foto). Por fortuna, completé la “pendulina”, tomando prestada la rueda de la adquirida unos meses antes.
Una vez completada la maquinaria y comprobado su correcto funcionamiento, abordo la restauración de la caja; elimino la pintura amarilla y verde de los adornos de bronce, la cadena y el remate de la esfera, limpiándolos y puliéndolos. La caja, en un principio pensaba lijarla y remover la pintura para masillar y volverla a pintar, pero comprobé que la pintura era la original y de calidad, solo tenía ajado el barniz que en su tiempo la sellaba. Con lijas de agua y mucho cuidado removí la capa más superficial, después, repaso con lana de acero del nº. “0” hasta que la superficie quedó algo lisa, con un paño le dí una pasada de aceite para madera para refrescar la pintura; una vez seco, apliqué cinco capas de goma-laca y, entre cada capa, pasada de lana de acero nº. “000”, en la última capa, con la lana de acero le di cera, una vez adsorbida, con un paño de lana pulí. El resultado sorprendente, pues se veía cuidado y limpio y, además conservaba la pátina del tiempo.
En un principio, pensaba sustituir la esfera de cartón por una fotocopia de la misma, pero, encolé el cartón suelto y presionado 12 horas, quedó bastante plano, las juntas las cubrí con masilla de pintor, después con lija de agua igualé; como tenía un acabado con barniz de buena calidad, la esfera quedó impecable, y la terminé con cera.
Repasadas todas las piezas, me dispongo a montar el reloj, la tapa trasera de madera, estuvo cinco días en el congelador, para matar xilófagos, le di un tratamiento preventivo, y un aceite especial para madera.
Para montar la “pendulina”, aproveché el antiguo chasis, pero le faltaban las tres fijaciones, se las habían arrancado para instalar aquella máquina excéntrica; con unos tornillos, tuercas y arandelas, aprovechando las perforaciones originales, quedó bien sujeta.
Fijada la máquina, y comprobando que no había excentricidades con el eje de las manecillas, el siguiente y último paso era colocarlas, pero, para adaptar la manecilla de los minutos al cuadradillo de la máquina excéntrica, tuvieron que agrandar el taladro del buje; con cuatro pequeñas láminas de latón soldadas con estaño, conseguí reducir el hueco, luego con limas, ajusté al cuadradillo de la rueda de cañón de minutos. Ahora faltaba la manecilla de las horas, cuyo buje también modificaron; con estaño podría estrecharlo, hasta que entrase a presión en la rueda de cañón, pero al aplicar el soplete, se desprendió el buje en dos mitades, ¡¡lo habían cortado para ajustarlo en la máquina excéntrica!!; con mucha paciencia junté las dos mitades del buje y preparé la manecilla, soldé con estaño tapando las holguras y de nuevo, a presión, la manecilla abrazó la rueda de cañón.
Todos estos trabajos y costes, han valido la pena, he rescatado un “horloge de boulangère” con marcado carácter francés. Ha quedado espectacular y su marcha es muy puntual, salvo esos sutiles adelantos y atrasos (apenas perceptibles), producidos por el muelle real.
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