FABER
Habitual
Verificad@ con 2FA
Primera vez que escribo en este subforo y quería hacerlo para, en cierto modo, brindarle un breve reconocimiento a un viejo compañero: Casio Pentagraph DW-7200 module 928
Un reloj que adquirí con mi primer salario, en diciembre de 1990 y en los decomisos de la calle Arenal, como herramienta de asistencia en mi nuevo trabajo en el Servicio Especial de Urgencias de Madrid - SEU 061.
Mucho se ha hablado de la proverbial dureza de los Casio y a fe que este pequeño es uno de sus exponentes. Durante la siguiente década me acompaño en algunas catástrofes, incendios, atentados, accidentes de tráfico, e incluso en una inmersión en el Manzanares con ocasión de la caída de un turismo al río.
Nunca desfallecio, ni dió síntoma alguno de agotamiento.
En un tiempo pensé restaurar su maltratado aspecto, pero cada una de las "cicatrices" que podéis observar en su caja y cristal se formó con ocasión de algún servicio en el que me acompaño esos años: desde un roce de la caja en el asfalto de la carretera de Toledo cuando liberabamos de un vehículo volcado a sus ocupantes, a un impacto serio en el cristal procedente de una esquirla de metal tras una deflagración de gas.
Aquellos años pasaron y ya quedan muy atrás en mi memoria. Mi dedicación profesional desde hace 20 años es absolutamente distinta, pero aún así sigo rodeando mi muñeca algunos días con este reloj, que si bien ni tiene valor económico, ni representa un alarde de nada (si de horología hablamos), es una máquina honesta, servicial y perdurable.
Y ahora, unas fotos de mi compañero de fatigas, no sin antes agradecerle la lectura a tod@s aquell@s que hayáis soportado mi relato hasta este punto.
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Un reloj que adquirí con mi primer salario, en diciembre de 1990 y en los decomisos de la calle Arenal, como herramienta de asistencia en mi nuevo trabajo en el Servicio Especial de Urgencias de Madrid - SEU 061.
Mucho se ha hablado de la proverbial dureza de los Casio y a fe que este pequeño es uno de sus exponentes. Durante la siguiente década me acompaño en algunas catástrofes, incendios, atentados, accidentes de tráfico, e incluso en una inmersión en el Manzanares con ocasión de la caída de un turismo al río.
Nunca desfallecio, ni dió síntoma alguno de agotamiento.
En un tiempo pensé restaurar su maltratado aspecto, pero cada una de las "cicatrices" que podéis observar en su caja y cristal se formó con ocasión de algún servicio en el que me acompaño esos años: desde un roce de la caja en el asfalto de la carretera de Toledo cuando liberabamos de un vehículo volcado a sus ocupantes, a un impacto serio en el cristal procedente de una esquirla de metal tras una deflagración de gas.
Aquellos años pasaron y ya quedan muy atrás en mi memoria. Mi dedicación profesional desde hace 20 años es absolutamente distinta, pero aún así sigo rodeando mi muñeca algunos días con este reloj, que si bien ni tiene valor económico, ni representa un alarde de nada (si de horología hablamos), es una máquina honesta, servicial y perdurable.
Y ahora, unas fotos de mi compañero de fatigas, no sin antes agradecerle la lectura a tod@s aquell@s que hayáis soportado mi relato hasta este punto.
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