Un poco de historia...
Paul Versan nació en La Chaud Des Fonds y, desde muy temprana edad mostró una inclinación extraordinaria por los relojes.
Cuenta la leyenda que solo aceptaba ser amamantado por su madre si esta lucía un reloj mecánico en cada mano. A cumplir los cuatro años de edad, muy dotado para el dibujo y el diseño, entretenía su tiempo en dibujar relojes salidos de su imaginación, mientras otros niños de su edad se dedicaban a tirar piedras a la niñas, que , como todo el mundo sabe es una de las primeras manifestaciones del despertar sexual.
Aún en la pubertad, su fértil imaginación le llevó a inventar lo que pudo ser su gran fortuna y, lamentablemente, acabó en un fiasco: el Rolex Submariner. Este descubrimiento que le habría llevado a ser glorificado en vida y recordado por los tiempos de los tiempos, al final quedó en nada, dado que ese reloj ya existía, aunque él, por supuesto, desconocía este hecho.
Tuvo la desgracia de que, a partir de ese momento, todos los diseños que salieron de su pluma siempre llegaban tarde: AP, Panerai, etc..., etc..., siempre había un “listo” que los había puesto antes en el mercado.
Ante tamaña mala suerte, Paul finalmente optó por ceder su nombre, que sonaba bien, a un esforzado hombre de negocios que vende sus diseños originales como churros.
En la actualidad se desconoce su paradero. Algunas fuentes, no del todo fiables, aseguran haberlo visto paseando por los mercadillos de Shangai.