altair
Milpostista
Sin verificar
Entre la grandes marcas relojeras, Omega firmará una vez más los tiempos de los atletas olimpicos en Pekin.
Sandrine Briclot (traducción Altair)
Desde Goldeneye, James Bond le es fiel. Su nombre: Seamaster. No es el nombre en código de una conquista femenina, si no.... el del reloj de 007.
Un magnífico cronógrafo firmado Omega, una de las sciedades de referencia de la industria relojera suiza. Antes de fijarse en la muñeca del célebre espía, los relojes Omega han recorrido el mundo, a través de las principales pruebas deportivas internacionales desde 1909, incluso ritmado los pasos de Buzz Aldrin, en 1969 sobre la Luna. Una consagración para una marca relojera.
Las raíces de la marca están en el cantón suizo de Neuchâtel, donde Louis Brandt, un joven empresario de 23 años, abre un mostrador de artesano relojero en 1848. Sus relojes llevan al principio su nombre. pero son sus dos hijos, Louis-Paul y César Brandt, los que dan a la casa sus primeras cartas de nobleza.
Después de implantarse en Bienne, en el cantón de Berna, se lanzan a la fabricación industrial "a la americana".
En 1894, la firma lanza el calibre (un tipo de movimiento de relojería) "Omega 19 líneas", que dará su nombre a la empresa, Omega Watch Co. El éxito es tal, que a finales de siglo, Omega se convierte en la mayor empresa relojera suiza con una producción de cerca de cien mil relojes por año. A la muerte de los dos hermanos, la empresa se convierte en una sociedad anónima.
Hasta la primera guerra mundial, los negocios florecen. La marca asegura su primer cronometraje deportivo durante la copa aeronáutica Gordon Bennet - una competición de globos libres - en 1909 en Zurich. Pero el conflicto, y después la crisis de 1929, inicia los créditos de Omega, que acaba de acercarse a la firma relojera Tissot, igualmente expuesta a dificultades financieras. Otro compañero, el fabricante de complicaciones Lemania, se agrega al equipo. Gracias a ese apoyo, Omega se lleva el coronometraje de os Juegos Olímpicos de los Angeles, en 1932. Desde entonces, las manifestaciones deportivas más importantes del mundo serán cronometradas por Omega. Pero la Segunda guerra se presenta a las puertas de la empresa, coaccionada, parece ser, de percutir cánones a la armada aérea francesa. La producción de relojes, sin embargo, prosigue y, el 14 de noviembre 1944, es fabricado el 10 millonésimo reloj que lleva la marca Omega, un cronógrafo de bolsillo de oro...
Cuatro años más tarde, Omega lanza su primer Seamaster, el antepasado del reloj deportivo y de buceo de James Bond, después, en 1957, el Speedmaster, que tiene todavía hoy un gran éxito. Después de haber tenido durante los años 1960, los favores de la Nasa americana, la empresa se lanza a los relojes electrónicos y los calibres de cuarzo, persuadida de que los mecanismos clásicos van a pasar de moda. Es en esa época, en 1985, en la que los grupos relojeros suizos deciden fusionarse en una sola sociedad, la Société suisse de microelectrónica de relojería (SMH), hoy rebautizada como Swatch Group.
Gracias a esta reestructuración, Omega ha podido volver a la cabeza de la escena y desarrollar soluciones técnicas originales que firman de ahora en adelante su renacimiento en el segmento "prestige incluso, para ciertas de sus producciones, en el sector "luxe" del grupo. En efecto, desde 2005, Omega presenta colecciones de joyas de alta gama que atrae una clientela creciente.
La marca suiza no ha dicho su última palabra.
Un magnífico cronógrafo firmado Omega, una de las sciedades de referencia de la industria relojera suiza. Antes de fijarse en la muñeca del célebre espía, los relojes Omega han recorrido el mundo, a través de las principales pruebas deportivas internacionales desde 1909, incluso ritmado los pasos de Buzz Aldrin, en 1969 sobre la Luna. Una consagración para una marca relojera.
Las raíces de la marca están en el cantón suizo de Neuchâtel, donde Louis Brandt, un joven empresario de 23 años, abre un mostrador de artesano relojero en 1848. Sus relojes llevan al principio su nombre. pero son sus dos hijos, Louis-Paul y César Brandt, los que dan a la casa sus primeras cartas de nobleza.
Después de implantarse en Bienne, en el cantón de Berna, se lanzan a la fabricación industrial "a la americana".
En 1894, la firma lanza el calibre (un tipo de movimiento de relojería) "Omega 19 líneas", que dará su nombre a la empresa, Omega Watch Co. El éxito es tal, que a finales de siglo, Omega se convierte en la mayor empresa relojera suiza con una producción de cerca de cien mil relojes por año. A la muerte de los dos hermanos, la empresa se convierte en una sociedad anónima.
Hasta la primera guerra mundial, los negocios florecen. La marca asegura su primer cronometraje deportivo durante la copa aeronáutica Gordon Bennet - una competición de globos libres - en 1909 en Zurich. Pero el conflicto, y después la crisis de 1929, inicia los créditos de Omega, que acaba de acercarse a la firma relojera Tissot, igualmente expuesta a dificultades financieras. Otro compañero, el fabricante de complicaciones Lemania, se agrega al equipo. Gracias a ese apoyo, Omega se lleva el coronometraje de os Juegos Olímpicos de los Angeles, en 1932. Desde entonces, las manifestaciones deportivas más importantes del mundo serán cronometradas por Omega. Pero la Segunda guerra se presenta a las puertas de la empresa, coaccionada, parece ser, de percutir cánones a la armada aérea francesa. La producción de relojes, sin embargo, prosigue y, el 14 de noviembre 1944, es fabricado el 10 millonésimo reloj que lleva la marca Omega, un cronógrafo de bolsillo de oro...
Cuatro años más tarde, Omega lanza su primer Seamaster, el antepasado del reloj deportivo y de buceo de James Bond, después, en 1957, el Speedmaster, que tiene todavía hoy un gran éxito. Después de haber tenido durante los años 1960, los favores de la Nasa americana, la empresa se lanza a los relojes electrónicos y los calibres de cuarzo, persuadida de que los mecanismos clásicos van a pasar de moda. Es en esa época, en 1985, en la que los grupos relojeros suizos deciden fusionarse en una sola sociedad, la Société suisse de microelectrónica de relojería (SMH), hoy rebautizada como Swatch Group.
Gracias a esta reestructuración, Omega ha podido volver a la cabeza de la escena y desarrollar soluciones técnicas originales que firman de ahora en adelante su renacimiento en el segmento "prestige incluso, para ciertas de sus producciones, en el sector "luxe" del grupo. En efecto, desde 2005, Omega presenta colecciones de joyas de alta gama que atrae una clientela creciente.
La marca suiza no ha dicho su última palabra.