Lucky
Habitual
Sin verificar
Después de ver algunos hilos de compañeros con sus relojes familiares rescatados o restaurados, algunos estelares, y que yo disfruto de una manera muy especial porque suelen recordarme a mis dos rescates familiares, me he animado a presentar los míos. Ya he comentado en alguna ocasión que a mi la vena relojera no me viene de familia. Mi padre siempre ha sido un "destroza relojes". Incluso me habla de un Duward que él tenía, mejor que el de mi abuelo que también tengo, y que desechó porque lo había molido. Ay!
Pero vamos a los rescatados. Primero llegó el Seiko de mi abuelo. Mi padre hace algunos años, al ver mi interés por los relojes, me comentó que tenía éste reloj suyo guardado, que no funcionaba. Yo le pedí que me lo diera, que a mi me hacía mucha ilusión tenerlo y que lo iba a intentar poner en marcha como fuera. Y lo hizo. En una bolsa de plástico, destrozado, con las manecillas bailando por la esfera y el armis partido en dos. Comentando el percal con un amigo relojero, me dijo que se lo llevara y que me lo ponía en marcha. Yo solo lo quería ver funcionar, y se lo dí para que hiciera lo que pudiera con él. Al cabo de un tiempo el reloj llegó a mi muñeca. Funcionando! Todo en orden, el armis lo había restaurado de la mejor manera posible. Y todo original, tal y como estaba cuando lo dejó de usar mi abuelo. Al ver cabalgando el segundero como un campeón, se me pusieron los pelos de punta.
Me fui con el reloj a mi padre, y se quedó alucinado al verlo funcionar de nuevo. Hasta tal punto que se fue a su habitación y salió con otra bolsa de plástico en la mano. Y me dijo: Oye, igual que has hecho funcionar el reloj del abuelo que estaba hecho polvo, lo mismo te gustaría arreglar mi Orient. Yo le dije, trae para acá. Abrí la bolsa y me encontré con otro reloj, casi en las mismas condiciones. Al menos su milanesa estaba en buenas condiciones. Pero el resto...
Mi amigo estaba muy liado en aquel momento, así que se lo llevé a otro relojero para que lo rescatase como mi amigo hizo con el Seiko. Me llamó al cabo de los días y me dijo que había un problema con el calibre. Tenía que cambiar un engranaje que estaba en mal estado, pero lo demás estaba en orden. Adelante pues! Y el reloj terminó en mi muñeca también, con ese segundero galopando como otro campeón. Y mi padre alucinado más todavía al ver su antiguo reloj de nuevo funcionando en mi muñeca.
Yo se que no lo comprende, su hijo haciendo funcionar relojes antiguos cuando él hace años que solo utiliza relojes baratos de cuarzo, y desecha uno cuando se estropea o se le rompe la correa, y se compra otro. Pero cuando me ve con uno de nuestros relojes rescatados en la muñeca, le brillan los ojos. Se que no lo entiende, pero lo respeta, mucho. Y con eso me sobra. Y siempre digo rescatados, porque yo nunca los he querido restaurar. Los quiero funcionando, pero con todos sus rallajos y heridas de guerra.
Y ya se que son dos relojes de batalla, incomparables con esos Omegas, Rolex, o demás preciosidades que algunos de vosotros habéis tenido la suerte de rescatar o restaurar. Impresionantes, disfruto de ellos cuando los mostráis. Pero éstos son los míos, y me quedo con la suerte de tener alguno! Y sobre todas las cosas, la ilusión por haberlos rescatado gracias a mi afición, para que tengan la jubilación que se merecen y que algún día lleguen funcionando a mis hijos, junto a los míos.
Y ahora, los dos protagonistas.
Gracias por leerme compañeros, espero que no os haya aburrido mucho. Saludos!
Pero vamos a los rescatados. Primero llegó el Seiko de mi abuelo. Mi padre hace algunos años, al ver mi interés por los relojes, me comentó que tenía éste reloj suyo guardado, que no funcionaba. Yo le pedí que me lo diera, que a mi me hacía mucha ilusión tenerlo y que lo iba a intentar poner en marcha como fuera. Y lo hizo. En una bolsa de plástico, destrozado, con las manecillas bailando por la esfera y el armis partido en dos. Comentando el percal con un amigo relojero, me dijo que se lo llevara y que me lo ponía en marcha. Yo solo lo quería ver funcionar, y se lo dí para que hiciera lo que pudiera con él. Al cabo de un tiempo el reloj llegó a mi muñeca. Funcionando! Todo en orden, el armis lo había restaurado de la mejor manera posible. Y todo original, tal y como estaba cuando lo dejó de usar mi abuelo. Al ver cabalgando el segundero como un campeón, se me pusieron los pelos de punta.
Me fui con el reloj a mi padre, y se quedó alucinado al verlo funcionar de nuevo. Hasta tal punto que se fue a su habitación y salió con otra bolsa de plástico en la mano. Y me dijo: Oye, igual que has hecho funcionar el reloj del abuelo que estaba hecho polvo, lo mismo te gustaría arreglar mi Orient. Yo le dije, trae para acá. Abrí la bolsa y me encontré con otro reloj, casi en las mismas condiciones. Al menos su milanesa estaba en buenas condiciones. Pero el resto...
Mi amigo estaba muy liado en aquel momento, así que se lo llevé a otro relojero para que lo rescatase como mi amigo hizo con el Seiko. Me llamó al cabo de los días y me dijo que había un problema con el calibre. Tenía que cambiar un engranaje que estaba en mal estado, pero lo demás estaba en orden. Adelante pues! Y el reloj terminó en mi muñeca también, con ese segundero galopando como otro campeón. Y mi padre alucinado más todavía al ver su antiguo reloj de nuevo funcionando en mi muñeca.
Yo se que no lo comprende, su hijo haciendo funcionar relojes antiguos cuando él hace años que solo utiliza relojes baratos de cuarzo, y desecha uno cuando se estropea o se le rompe la correa, y se compra otro. Pero cuando me ve con uno de nuestros relojes rescatados en la muñeca, le brillan los ojos. Se que no lo entiende, pero lo respeta, mucho. Y con eso me sobra. Y siempre digo rescatados, porque yo nunca los he querido restaurar. Los quiero funcionando, pero con todos sus rallajos y heridas de guerra.
Y ya se que son dos relojes de batalla, incomparables con esos Omegas, Rolex, o demás preciosidades que algunos de vosotros habéis tenido la suerte de rescatar o restaurar. Impresionantes, disfruto de ellos cuando los mostráis. Pero éstos son los míos, y me quedo con la suerte de tener alguno! Y sobre todas las cosas, la ilusión por haberlos rescatado gracias a mi afición, para que tengan la jubilación que se merecen y que algún día lleguen funcionando a mis hijos, junto a los míos.
Y ahora, los dos protagonistas.
Gracias por leerme compañeros, espero que no os haya aburrido mucho. Saludos!
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