Paso
Forer@ Senior
Sin verificar
Bueno, vamos a intentar estrenar el nuevo foro, dando cuenta de esta pequeña pero intensa reunión entre Augusto, un servidor y nuestras sufridas (por permisivas) respectivas, celebrada a lo largo de este fin de semana pasado por agua. Agua que llegó a estos lares con él y que, casi, casi, se ha ido también con él. Menos mal que hemos tenido alguna tregua para poder visitar alguno de esos muchos rincones que esconde esta recóndita provincia, de cuyos paisajes y placeres gastronómicos ya os dará oportuna cuenta Augusto, con más imparcialidad que la mía…
Bien entrada ya la mañana y tras meternos, la noche anterior, entre pecho y espalda unos exquisitos caracoles, como no se conocen en ningún otro reino de la cristiandad, precedidos de unos no menos apetitosos platos de setas y buenos caldos de Toro, tinto y fuerte donde los haya, nos dirigimos hacia el norte para pasear por el lago de Banyoles, absteniéndonos –con buen criterio- de subirnos a barca alguna.
Tras el engrase óseo y muscular que tal paseo nos proporcionó, nos dirigimos hasta el pueblo medieval de Besalú, cuyo puente es de obligado cruce para callejear después por sus pasadizos y plazas, en las que el tiempo se detuvo hace ya unos cuantos siglos y cuyas piedras, recién mojadas por las lluvias de estos días, exhalaban toda la frescura y relieve que poseían, a través de sus poros.
Todos, hasta el “fotógrafo”, dispuestos a acometer la “travesía”
Aquí Augusto, buscando algo más grande que su Panerai
A media travesía y… ¡esperando al fotógrafo!
Por fin, el hallazgo de “algo grande” por Augusto: ¡una silla Panerai!
Sigue...
Bien entrada ya la mañana y tras meternos, la noche anterior, entre pecho y espalda unos exquisitos caracoles, como no se conocen en ningún otro reino de la cristiandad, precedidos de unos no menos apetitosos platos de setas y buenos caldos de Toro, tinto y fuerte donde los haya, nos dirigimos hacia el norte para pasear por el lago de Banyoles, absteniéndonos –con buen criterio- de subirnos a barca alguna.
Tras el engrase óseo y muscular que tal paseo nos proporcionó, nos dirigimos hasta el pueblo medieval de Besalú, cuyo puente es de obligado cruce para callejear después por sus pasadizos y plazas, en las que el tiempo se detuvo hace ya unos cuantos siglos y cuyas piedras, recién mojadas por las lluvias de estos días, exhalaban toda la frescura y relieve que poseían, a través de sus poros.
Todos, hasta el “fotógrafo”, dispuestos a acometer la “travesía”
Aquí Augusto, buscando algo más grande que su Panerai
A media travesía y… ¡esperando al fotógrafo!
Por fin, el hallazgo de “algo grande” por Augusto: ¡una silla Panerai!
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