jdortega
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Muy buenas a todos,
Lo primero mis disculpas por no prodigarme más. Aunque espero que cuando lo haga al menos merezca la pena. Prometí hacer esta presentación con bastante más antelación, pero el caso es que el reloj se ha demorado más de lo previsto en llegar. Se suponía tenía que estar acabado para junio y se ha retrasado 6 meses más, para un total de 18 meses desde su pedido. Es lo que tiene hacer las cosas a mano y depender de que el relojero de turno no esté algún tiempo de baja ó que no se te vaya a la competencia ante una oferta difícil de igualar (que es lo habitual parece ser últimamente según me contaron como excusa por el retraso sufrido).
Si alguno conoce ya la marca Lang&Heyne entonces es que ya se puede considerar un auténtico friki de los relojes: Enhorabuena! Pero como supongo para muchos es desconocida haré una pequeña introducción sobre ella para ponernos en situación. Marco Lang y su amigo Mirko Heyne, relojeros ambos con un bagaje importante en marcas de renombre, fundaron en el año 2001 en la ciudad alemana de Dresde la manufactura Lang & Heyne. Dresde es la capital de Sajonia y se encuentra en la misma región que Glashütte a escasos 20 kilómetros de distancia. Ya sabemos que Glashütte es el pueblo donde se ubican las más famosas relojeras alemanas (Lange&Söhne, Nomos, GO, Moritz Grossmann, Wempe…). Pero la realidad es que casi todos los relojeros que trabajan en esas firmas residen en Dresde (Dresden en alemán), probablemente la cuidad más bonita de Alemania.
La relación duró algo más de dos años hasta que Heyne decidió firmar por Nomos y dejar Lang&Heyne completamente. Pero una vez separados decidieron mantener el nombre de la compañía como estaba. Hasta el punto, que años después, cuando también Marco dejó la firma en el año 2019 montando otra marca que lleva su propio nombre (Marco Lang), se ha mantenido el nombre de la manufactura con los apellidos de sus dos fundadores. Ni que decir que ambos están considerados como miembros del mejor equipo posible de relojeros de Alemania. De hecho Marco Lang ha sido desde hace ya años encumbrado por el propio gremio de relojeros como el competidor más serio a nivel de excelencia en relojería del mismísimo Kari Voutilainen.
Ese nivel se entiende produciendo ellos mismos casi todas las piezas in-house y de forma artesanal, y lo poco que no fabrican y tienen que adquirir del exterior siempre tiene que ser alemán con altísimos estándares de exigencia. Realizan unos 50 relojes al año. Y su meticulosidad es tal que cronometran 40 minutos en el pulido a mano de cada uno de los tornillos de las piezas. Y eso son muchos tornillos (30-50 dependiendo del modelo) y muchas horas en cada reloj simplemente para pulirlos, porque luego hay que hornearlos y darles ese color azul vivo que tienen. Que eso lleva también otra labor igual de intensa y constante. Ni que decir tiene que su lista de espera es inacabable.
El título de este texto menciona el término “Realeza” porque todos los nombres de las colecciones de sus relojes son de principies y reyes del Desfile de los Príncipes de Dresde (mosaico-mural mostrado en un larga pared de una construcción del casco antiguo de Dresde). El modelo Georg viene del Duke de Sajonia del siglo XVI Georg el barbudo. Y fue diseñado y fabricado a mano por el propio Marco Lang, saliendo el primero a la venta en el año 2017. Fue su primer reloj no circular. Pasemos de hecho a presentar esta para mí auténtica obra maestra.
La caja de acero tiene unas medidas agradables de 32mm de ancho por 40mm de alto, es decir, ni muy grande ni muy pequeño. Aparte ofrece también unos comedidos 9,4mm de alto. Está a su vez suavemente curvada para adaptarse perfectamente a la muñeca. Las tres asas en los dos extremos de la caja le dan una imagen original que es enseña de la marca en todos sus modelos pero que en esta forma rectangular queda especialmente bien. Los índices 3, 6, 9 y 12 están dibujados con pequeños diamantes azules que flotan de forma desentendida en el dial esmaltado meticulosamente. A las 6 está el subdial de los segundos que realmente es una pieza independiente igualmente esmaltada y añadida al conjunto principal. En la parte de abajo corre el rótulo “Made in Saxony”, como exhibición de orgullo patrio, mientras que en la de arriba aparece la propia marca “Lang&Heyne” subrayada por el nombre de la ciudad relojera de “Dresden”, lo cual a mí personalmente me parece la guinda del pastel ya que le da una singularidad especial y me encanta.
La caja es rectangular pero el dial sin embargo ofrece visualmente un equilibrio asombroso ya que si nos fijamos el contorno donde se marcan las horas y los minutos es realmente cuadrado. De esa forma se evita que las agujas queden descompensadas al acercarse a los diferentes índices, tal y como ocurre normalmente en los modelos rectangulares. Es decir, aquí con un artificio de diseño han conseguido en una caja rectangular que las agujas estén prácticamente siempre a la misma distancia de los diferentes índices independientemente de la hora que estén marcando. Logrando así un equilibrio magnífico. Y para rematar se intuyen discretamente los protectores de la fabulosa corona proporcionando una sensación muy placentera cuando se gira para realizar la carga manual del movimiento.
Las agujas se eligen a medida en forma y en material por el comprador. Y al igual que en Moritz Grossmann están horneadas a fuego hasta conseguir el color adecuado, azul intenso en el caso del acero, y obsesivamente igual en todas las agujas de la misma pieza. Otras posibles personalizaciones son el material de la caja, el color del dial, las inscripciones en el calibre, el tipo de correa ó el tipo de cierre. Y todo ello resulta en un reloj único finalmente. Posiblemente lo más controvertido en esta ocasión es la elección de la forma de las agujas. Elegí las agujas Louis XV en acero y en azul porque no tenía ningún reloj con ese tipo de agujas y pensé que podía quedar diferente a lo que ya tengo. Me pareció un buen acompañamiento al estilo clásico de lo que luego se puede descubrir en el calibre. Ayudó también que me dijeran que con esta configuración elegida en el modelo Georg nunca habían hecho uno. A saber…
Su movimiento de cuerda es verdaderamente una auténtica obra de arte. El diseño a primera vista te deja incluso aturdido. Claramente alemán (cuello de cisne en su regulación y puente del volante grabado a mano) ofrece con sus amplios espacios entre sus partes un brutalismo espartano que es armoniosamente compensado por los extraordinarios niveles de acabados. En vez de las habituales formas de los puentes nos encontramos agarraderas de acero inoxidable pulidas hasta la extenuación que sujetan el tren de engranajes en diferentes tonos de oro perfectamente visibles. Produciendo así un efecto tridimensional que es absolutamente fascinante. Su volante late a unos tranquilos 2,5 herzios y su único barrilete ofrece unas muy productivas 55 horas de reserva de marcha.
En el volante nos encontramos con otra de las insignias de la marca que también produce un efecto de admiración a primera vista. Se trata de un pedazo de diamante que resalta bastante en esta ubicación. Siendo algo que ya se utilizaba hace muchos años en calibres especiales de relojes de bolsillo de alta relojería, no deja de ser absolutamente impactante el observarlo como si no lográramos entender qué demonios hace ese pedazo pedrusco tan brillante ahí. Que además se complementa de forma espectacular con los impresionantes niveles de acabados de todas y cada una de sus piezas. En definitiva y para mí el movimiento es el más bonito y armonioso que jamás he visto, y en serio que he visto muchos. Si alguien quiere profundizar en las fabulosas técnicas de acabados de las diferentes piezas que entre en la web de la marca y se deleite con la información y fotos (www.lang-und-heyne.de/en/)
Creo sinceramente que esta pieza es la personalización del lujo discreto. Esta vez sí que es el ejemplo perfecto que incluso mirándolo de cerca, a no ser que seas un auténtico zumbado de esto, absolutamente nadie sabrá el nivel especial de alta relojería que llevas puesto en la muñeca. La caja es cómoda, singular y de medidas apropiadas a cualquier muñeca. El dial es simple, bonito, elegante, equilibrado y muy legible. El movimiento es artesanal, absolutamente único y simplemente maravilloso de observar. Es una pieza excepcional, hecha a mano y a medida, y realizada de la forma más meticulosa y detallada posible. En definitiva, estoy alucinando!
Mi historia con este reloj fue bastante gratificante. En este caso realmente disfrute mucho con lo que solemos llamar “caza del reloj”. Tuve la oportunidad de pasar el mes de julio del año pasado (hace 18 meses) en Dresde. Estuve allí todo el mes y tuve tiempo para poder visitar las manufacturas famosas de Glashütte. Claro está que de allí no me podía ir de vacío y le compré a mi mujer un muy bonito Nomos que curiosamente no me pudo quitar de mi muñeca en todo el verano. En varias de esas visitas me hablaron de la marca Lange&Heyne como de algo de un nivel excepcional. La semilla ya estaba sembrada. Informándome me dijeron que no tenían visitas al público ya que estaban en un chalecito pequeño y antiguo donde no tenían capacidad para atender público de forma frecuente. Mi intención no era conocer la sede de la marca sino de ver en vivo alguno de sus relojes. Por lo que decidí ir directamente a su distribuidor oficial en la ciudad: Leicht Juweliere. Para mi sorpresa su amable directora me dijo que sí que distribuían a Lang&Heyne pero que eran relojes que se hacían la mayoría bajo pedido y prácticamente a medida, y que por tanto no tenían ninguno para enseñar. Ni que decir que eso hizo que todavía me entrara mucha más ansia por ver uno como fuera. Y ya no me quedó otra que tirar de artillería pesada contando y enseñando fotos de otros relojes míos para que me hicieran algo más de caso. De inicio no pareció surtir mucho efecto, pero aún así dejé mis datos de contacto y le dije que iba a estar todavía un par de semanas más por Dresde, y que si había alguna opción de ver algún reloj que, por favor, me lo dijera porque mis intenciones eran serias respecto a poder adquirir alguno.
Le debí de caer bien, porque al día siguiente me llamó y me dijo que la marca había aceptado el enviarle por un par de días dos piezas suyas. Y que le dijera en qué colecciones estaba interesado para que eligieran alguna de ellas. A mí me pilló un tanto en fuera de juego porque no me había estudiado ningún nombre de los modelos, y le dije que trajera uno redondo y uno cuadrado. Vamos, que más ridículo como teórico entendedor de relojes no podía quedar. Pero bueno, el caso es que aún así, tres días después me encontraba en la joyería de nuevo con dos pedazo pelucos impresionantes en mis manos y babeando como un bebé. Había uno rectangular, un Georg, pero muy diferente a este que finalmente elegí. Era de esfera color negro, caja de oro amarillo y agujas también de oro con forma de flecha tipo catedral. Ni qué decir que me gustó tanto que empecé a preguntar ya seriamente por posibles opciones de configuración, plazos de entrega, precios, etc… Me volví loco porque había jurado no comprar después del Nomos ningún reloj más en ese viaje y mucho menos algo más caro. Pero allí estaba yo dándolo todo. El caso es que configuré el reloj más por necesidad de rebajar el precio que por otra cuestión estética que me cuadrara. Me gustaba el reloj de cualquier manera y me daba igual qué configuración tuviera si podía rascar algo al precio hacia abajo. Y por eso salió así esta pieza… no hay que buscar otros motivos porque no hay otros.
Una vez hecho el pedido en firme me tiré el último farol del mes diciéndola que lo adquiría pero que, por favor, me dejaran como deferencia visitar la manufactura. Ya había estado en las demás de Glashütte y me parecía que podría ser el final de fiesta perfecto. Al día siguiente estaba en la puerta del chalecito llamando al timbre. Me atendió su directora de marketing y me acompañó por todas y cada una de las pequeñas habitaciones de la vivienda donde estaban una veintena de relojeros haciendo meticulosamente a mano en su habitáculo las piezas que mejor sabían hacer. No estaban acostumbrados a visitas y aunque fueron todos muy agradables no perdieron mucho el tiempo con las tonterías que les preguntaba. Estaba claro que eran profesionales excepcionales y que estaban muy centrados en su labor. Entendí perfectamente el porqué limitaban tanto el acceso al público. Allí se respiraba de verdad ambiente relojero totalmente artesanal como no lo había visto nunca. Era todo muy minimalista, nada moderno (salvo alguna maquinaria especial) pero todo extremadamente saneado y con un ambiente absolutamente competente que exigía alta concentración, Me impactó más que ninguna otra visita. Ahí pude ver realmente, sin que nadie me tuviera que explicar nada, el corazón del trabajo de un creador de alta relojería. Una verdadera maravilla que recomiendo fervientemente.
Aquí con sus también altamente ornamentados primos teutones:
Muy Feliz Año a todos!
Lo primero mis disculpas por no prodigarme más. Aunque espero que cuando lo haga al menos merezca la pena. Prometí hacer esta presentación con bastante más antelación, pero el caso es que el reloj se ha demorado más de lo previsto en llegar. Se suponía tenía que estar acabado para junio y se ha retrasado 6 meses más, para un total de 18 meses desde su pedido. Es lo que tiene hacer las cosas a mano y depender de que el relojero de turno no esté algún tiempo de baja ó que no se te vaya a la competencia ante una oferta difícil de igualar (que es lo habitual parece ser últimamente según me contaron como excusa por el retraso sufrido).
Si alguno conoce ya la marca Lang&Heyne entonces es que ya se puede considerar un auténtico friki de los relojes: Enhorabuena! Pero como supongo para muchos es desconocida haré una pequeña introducción sobre ella para ponernos en situación. Marco Lang y su amigo Mirko Heyne, relojeros ambos con un bagaje importante en marcas de renombre, fundaron en el año 2001 en la ciudad alemana de Dresde la manufactura Lang & Heyne. Dresde es la capital de Sajonia y se encuentra en la misma región que Glashütte a escasos 20 kilómetros de distancia. Ya sabemos que Glashütte es el pueblo donde se ubican las más famosas relojeras alemanas (Lange&Söhne, Nomos, GO, Moritz Grossmann, Wempe…). Pero la realidad es que casi todos los relojeros que trabajan en esas firmas residen en Dresde (Dresden en alemán), probablemente la cuidad más bonita de Alemania.
La relación duró algo más de dos años hasta que Heyne decidió firmar por Nomos y dejar Lang&Heyne completamente. Pero una vez separados decidieron mantener el nombre de la compañía como estaba. Hasta el punto, que años después, cuando también Marco dejó la firma en el año 2019 montando otra marca que lleva su propio nombre (Marco Lang), se ha mantenido el nombre de la manufactura con los apellidos de sus dos fundadores. Ni que decir que ambos están considerados como miembros del mejor equipo posible de relojeros de Alemania. De hecho Marco Lang ha sido desde hace ya años encumbrado por el propio gremio de relojeros como el competidor más serio a nivel de excelencia en relojería del mismísimo Kari Voutilainen.
Ese nivel se entiende produciendo ellos mismos casi todas las piezas in-house y de forma artesanal, y lo poco que no fabrican y tienen que adquirir del exterior siempre tiene que ser alemán con altísimos estándares de exigencia. Realizan unos 50 relojes al año. Y su meticulosidad es tal que cronometran 40 minutos en el pulido a mano de cada uno de los tornillos de las piezas. Y eso son muchos tornillos (30-50 dependiendo del modelo) y muchas horas en cada reloj simplemente para pulirlos, porque luego hay que hornearlos y darles ese color azul vivo que tienen. Que eso lleva también otra labor igual de intensa y constante. Ni que decir tiene que su lista de espera es inacabable.
El título de este texto menciona el término “Realeza” porque todos los nombres de las colecciones de sus relojes son de principies y reyes del Desfile de los Príncipes de Dresde (mosaico-mural mostrado en un larga pared de una construcción del casco antiguo de Dresde). El modelo Georg viene del Duke de Sajonia del siglo XVI Georg el barbudo. Y fue diseñado y fabricado a mano por el propio Marco Lang, saliendo el primero a la venta en el año 2017. Fue su primer reloj no circular. Pasemos de hecho a presentar esta para mí auténtica obra maestra.
La caja de acero tiene unas medidas agradables de 32mm de ancho por 40mm de alto, es decir, ni muy grande ni muy pequeño. Aparte ofrece también unos comedidos 9,4mm de alto. Está a su vez suavemente curvada para adaptarse perfectamente a la muñeca. Las tres asas en los dos extremos de la caja le dan una imagen original que es enseña de la marca en todos sus modelos pero que en esta forma rectangular queda especialmente bien. Los índices 3, 6, 9 y 12 están dibujados con pequeños diamantes azules que flotan de forma desentendida en el dial esmaltado meticulosamente. A las 6 está el subdial de los segundos que realmente es una pieza independiente igualmente esmaltada y añadida al conjunto principal. En la parte de abajo corre el rótulo “Made in Saxony”, como exhibición de orgullo patrio, mientras que en la de arriba aparece la propia marca “Lang&Heyne” subrayada por el nombre de la ciudad relojera de “Dresden”, lo cual a mí personalmente me parece la guinda del pastel ya que le da una singularidad especial y me encanta.
La caja es rectangular pero el dial sin embargo ofrece visualmente un equilibrio asombroso ya que si nos fijamos el contorno donde se marcan las horas y los minutos es realmente cuadrado. De esa forma se evita que las agujas queden descompensadas al acercarse a los diferentes índices, tal y como ocurre normalmente en los modelos rectangulares. Es decir, aquí con un artificio de diseño han conseguido en una caja rectangular que las agujas estén prácticamente siempre a la misma distancia de los diferentes índices independientemente de la hora que estén marcando. Logrando así un equilibrio magnífico. Y para rematar se intuyen discretamente los protectores de la fabulosa corona proporcionando una sensación muy placentera cuando se gira para realizar la carga manual del movimiento.
Las agujas se eligen a medida en forma y en material por el comprador. Y al igual que en Moritz Grossmann están horneadas a fuego hasta conseguir el color adecuado, azul intenso en el caso del acero, y obsesivamente igual en todas las agujas de la misma pieza. Otras posibles personalizaciones son el material de la caja, el color del dial, las inscripciones en el calibre, el tipo de correa ó el tipo de cierre. Y todo ello resulta en un reloj único finalmente. Posiblemente lo más controvertido en esta ocasión es la elección de la forma de las agujas. Elegí las agujas Louis XV en acero y en azul porque no tenía ningún reloj con ese tipo de agujas y pensé que podía quedar diferente a lo que ya tengo. Me pareció un buen acompañamiento al estilo clásico de lo que luego se puede descubrir en el calibre. Ayudó también que me dijeran que con esta configuración elegida en el modelo Georg nunca habían hecho uno. A saber…
Su movimiento de cuerda es verdaderamente una auténtica obra de arte. El diseño a primera vista te deja incluso aturdido. Claramente alemán (cuello de cisne en su regulación y puente del volante grabado a mano) ofrece con sus amplios espacios entre sus partes un brutalismo espartano que es armoniosamente compensado por los extraordinarios niveles de acabados. En vez de las habituales formas de los puentes nos encontramos agarraderas de acero inoxidable pulidas hasta la extenuación que sujetan el tren de engranajes en diferentes tonos de oro perfectamente visibles. Produciendo así un efecto tridimensional que es absolutamente fascinante. Su volante late a unos tranquilos 2,5 herzios y su único barrilete ofrece unas muy productivas 55 horas de reserva de marcha.
En el volante nos encontramos con otra de las insignias de la marca que también produce un efecto de admiración a primera vista. Se trata de un pedazo de diamante que resalta bastante en esta ubicación. Siendo algo que ya se utilizaba hace muchos años en calibres especiales de relojes de bolsillo de alta relojería, no deja de ser absolutamente impactante el observarlo como si no lográramos entender qué demonios hace ese pedazo pedrusco tan brillante ahí. Que además se complementa de forma espectacular con los impresionantes niveles de acabados de todas y cada una de sus piezas. En definitiva y para mí el movimiento es el más bonito y armonioso que jamás he visto, y en serio que he visto muchos. Si alguien quiere profundizar en las fabulosas técnicas de acabados de las diferentes piezas que entre en la web de la marca y se deleite con la información y fotos (www.lang-und-heyne.de/en/)
Creo sinceramente que esta pieza es la personalización del lujo discreto. Esta vez sí que es el ejemplo perfecto que incluso mirándolo de cerca, a no ser que seas un auténtico zumbado de esto, absolutamente nadie sabrá el nivel especial de alta relojería que llevas puesto en la muñeca. La caja es cómoda, singular y de medidas apropiadas a cualquier muñeca. El dial es simple, bonito, elegante, equilibrado y muy legible. El movimiento es artesanal, absolutamente único y simplemente maravilloso de observar. Es una pieza excepcional, hecha a mano y a medida, y realizada de la forma más meticulosa y detallada posible. En definitiva, estoy alucinando!
Mi historia con este reloj fue bastante gratificante. En este caso realmente disfrute mucho con lo que solemos llamar “caza del reloj”. Tuve la oportunidad de pasar el mes de julio del año pasado (hace 18 meses) en Dresde. Estuve allí todo el mes y tuve tiempo para poder visitar las manufacturas famosas de Glashütte. Claro está que de allí no me podía ir de vacío y le compré a mi mujer un muy bonito Nomos que curiosamente no me pudo quitar de mi muñeca en todo el verano. En varias de esas visitas me hablaron de la marca Lange&Heyne como de algo de un nivel excepcional. La semilla ya estaba sembrada. Informándome me dijeron que no tenían visitas al público ya que estaban en un chalecito pequeño y antiguo donde no tenían capacidad para atender público de forma frecuente. Mi intención no era conocer la sede de la marca sino de ver en vivo alguno de sus relojes. Por lo que decidí ir directamente a su distribuidor oficial en la ciudad: Leicht Juweliere. Para mi sorpresa su amable directora me dijo que sí que distribuían a Lang&Heyne pero que eran relojes que se hacían la mayoría bajo pedido y prácticamente a medida, y que por tanto no tenían ninguno para enseñar. Ni que decir que eso hizo que todavía me entrara mucha más ansia por ver uno como fuera. Y ya no me quedó otra que tirar de artillería pesada contando y enseñando fotos de otros relojes míos para que me hicieran algo más de caso. De inicio no pareció surtir mucho efecto, pero aún así dejé mis datos de contacto y le dije que iba a estar todavía un par de semanas más por Dresde, y que si había alguna opción de ver algún reloj que, por favor, me lo dijera porque mis intenciones eran serias respecto a poder adquirir alguno.
Le debí de caer bien, porque al día siguiente me llamó y me dijo que la marca había aceptado el enviarle por un par de días dos piezas suyas. Y que le dijera en qué colecciones estaba interesado para que eligieran alguna de ellas. A mí me pilló un tanto en fuera de juego porque no me había estudiado ningún nombre de los modelos, y le dije que trajera uno redondo y uno cuadrado. Vamos, que más ridículo como teórico entendedor de relojes no podía quedar. Pero bueno, el caso es que aún así, tres días después me encontraba en la joyería de nuevo con dos pedazo pelucos impresionantes en mis manos y babeando como un bebé. Había uno rectangular, un Georg, pero muy diferente a este que finalmente elegí. Era de esfera color negro, caja de oro amarillo y agujas también de oro con forma de flecha tipo catedral. Ni qué decir que me gustó tanto que empecé a preguntar ya seriamente por posibles opciones de configuración, plazos de entrega, precios, etc… Me volví loco porque había jurado no comprar después del Nomos ningún reloj más en ese viaje y mucho menos algo más caro. Pero allí estaba yo dándolo todo. El caso es que configuré el reloj más por necesidad de rebajar el precio que por otra cuestión estética que me cuadrara. Me gustaba el reloj de cualquier manera y me daba igual qué configuración tuviera si podía rascar algo al precio hacia abajo. Y por eso salió así esta pieza… no hay que buscar otros motivos porque no hay otros.
Una vez hecho el pedido en firme me tiré el último farol del mes diciéndola que lo adquiría pero que, por favor, me dejaran como deferencia visitar la manufactura. Ya había estado en las demás de Glashütte y me parecía que podría ser el final de fiesta perfecto. Al día siguiente estaba en la puerta del chalecito llamando al timbre. Me atendió su directora de marketing y me acompañó por todas y cada una de las pequeñas habitaciones de la vivienda donde estaban una veintena de relojeros haciendo meticulosamente a mano en su habitáculo las piezas que mejor sabían hacer. No estaban acostumbrados a visitas y aunque fueron todos muy agradables no perdieron mucho el tiempo con las tonterías que les preguntaba. Estaba claro que eran profesionales excepcionales y que estaban muy centrados en su labor. Entendí perfectamente el porqué limitaban tanto el acceso al público. Allí se respiraba de verdad ambiente relojero totalmente artesanal como no lo había visto nunca. Era todo muy minimalista, nada moderno (salvo alguna maquinaria especial) pero todo extremadamente saneado y con un ambiente absolutamente competente que exigía alta concentración, Me impactó más que ninguna otra visita. Ahí pude ver realmente, sin que nadie me tuviera que explicar nada, el corazón del trabajo de un creador de alta relojería. Una verdadera maravilla que recomiendo fervientemente.
Aquí con sus también altamente ornamentados primos teutones:
Muy Feliz Año a todos!
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