cronopios
Milpostista
Sin verificar
Reloj denominado “REGULATEUR”. Reloj de gran diámetro 67mm, finales del siglo XIX. Con caja en plata nielada, con escena que representa el lance de varas de una corrida taurina.
Es poco habitual encontrarlo con la caja nielada y todavía mas raro con escena taurina.
La obra esta firmada por FRAINIER reconocido por su calidad en este tipo de trabajos.
Después de presentar este reloj no puedo resistir la tentación de incluir la historia del torero Pepe-hillo matador de toros y escritor (1754-1801) fue inventor de lances muy peligroso, como la suerte del reloj.
Pepe-Hillo (1754-1801).
Este valiente torero fue inventor de lances muy peligroso, como la suerte del reloj. En el instante decisivo de la suerte suprema, Hillo, se deshacía de la muleta y mostraba al toro el reloj de su padre, colgando de una cadena, dándole puntual la hora de su muerte.
Esta suerte como otras muchas que innovó el diestro sevillano, murieron el mismo día que Barbudo le empitonó mortalmente.
Así publicaban dos periodistas del momento después de sus últimas corridas:
Pues ya habrán visto la singular, la inaudita, la jamás vista suerte que ofrece el torero Hillo de presentarle al toro un reloj en lugar de muleta para darle muerte, ¡qué inventiva tan particular! ¡Qué suerte tan vistosa! tan divertida, tan filosófica, tan instructiva y tan propia de los ilustrados concurrentes del espectáculo a que se dedica. ¡Vaya, si no hay voces para alabarlo! Presentarle al toro el reloj para que vea la hora en que va a morir, sí, debe causar un gusto universal, y al mismo tiempo el público podrá aprovecharse de la moralidad que encierra la valiente acción del sin igual torero, que también ha de llegarse la última hora en que cada concurrente ha de acabar esta triste vida para ir a ver los toros que le esperan, al dar cuenta de las acciones de su vida.
Llegó el 11 de mayo de 1801, día fatal para Pepe-Hillo. Aparte de que contaba cuarenta y siete años de edad.
Y así ocurrió, en efecto, el lunes 11 de mayo de 1801, en la plaza de toros de Madrid, donde José Delgado alternaba con José Romero y Antonio de los Santos. Dieciséis toros habían de matar entre los tres diestros, en una de esas funciones dobles -con sesión matinal y vespertina- que tanto gustaban en aquellos tiempos. Por la mañana, "Pepe-Hillo" fue cogido
por un toro que, si bien no le infirió ninguna cornada seria, le dejó muy molido y quebrantado. Por la tarde, cuando entró a matar al mostrar su reloj como tantas veces, para qué el morlaco viese la hora de su muerte, en esta ocasión fue la suya la que vio Barbudo, de Peñaranda de Bracamonte (ganadería que hacía su presentación en el coso madrileño), resultó prendido por una pernera del calzón y cayó sobre la arena boca arriba, a merced de la saña del enfurecido burel.
Cuentan algunos cronistas que "Pepe-Hillo" debió de perder el sentido, porque se quedó unos segundos inmóviles. El astado hizo por él y, sin ninguna oposición, lo empitonó con su cuerno izquierdo por la boca del estómago, lo levantó en vilo y, entre tremendas sacudidas en el aire, estuvo zarandeándolo más de un minuto. Fue una de las cornadas más espantosas que se haya visto jamás en un ruedo.
La conmoción que causó la muerte del ídolo popular sólo es comparable a la consternación que se vivió también entre las clases privilegiadas, cuyos desocupados miembros perdían con "Pepe-Hillo" uno de los vínculos que mejor les unía con la plebe. Su entierro constituyó una populosa manifestación de dolor de las que tanto gusta de exhibir el vulgo indocto, caldo de cultivo inmejorable para que enseguida brotase un heterogéneo caudal de coplas, cantares y poemas luctuosos que lloraban la muerte del valeroso torero.
José Delgado Guerra
Nació en 1754 en Sevilla. Se le ha descrito como de estilo frágil, sensual y como gran torero. Adornó su toreo con toda clase de suertes y filigranas, conformando un estilo, inspirado en el de su maestro, que se conocerá como escuela sevillana. Es considerado uno de los primeros toreros estilistas. Se cree que debutó hacia 1769 y recibió la alternativa en 1774, en Málaga, de manos de Juan Romero.
En 1796 publicó en Cádiz el libro La tauromaquia o Arte de torear.
El relojero del torero Pepe Hillo, era su amigo y vecino: D. Tomás Martin Benito maestro relojero, quien se cree que conservo su reloj.
Es poco habitual encontrarlo con la caja nielada y todavía mas raro con escena taurina.
La obra esta firmada por FRAINIER reconocido por su calidad en este tipo de trabajos.
Después de presentar este reloj no puedo resistir la tentación de incluir la historia del torero Pepe-hillo matador de toros y escritor (1754-1801) fue inventor de lances muy peligroso, como la suerte del reloj.
Pepe-Hillo (1754-1801).
Este valiente torero fue inventor de lances muy peligroso, como la suerte del reloj. En el instante decisivo de la suerte suprema, Hillo, se deshacía de la muleta y mostraba al toro el reloj de su padre, colgando de una cadena, dándole puntual la hora de su muerte.
Esta suerte como otras muchas que innovó el diestro sevillano, murieron el mismo día que Barbudo le empitonó mortalmente.
Así publicaban dos periodistas del momento después de sus últimas corridas:
Pues ya habrán visto la singular, la inaudita, la jamás vista suerte que ofrece el torero Hillo de presentarle al toro un reloj en lugar de muleta para darle muerte, ¡qué inventiva tan particular! ¡Qué suerte tan vistosa! tan divertida, tan filosófica, tan instructiva y tan propia de los ilustrados concurrentes del espectáculo a que se dedica. ¡Vaya, si no hay voces para alabarlo! Presentarle al toro el reloj para que vea la hora en que va a morir, sí, debe causar un gusto universal, y al mismo tiempo el público podrá aprovecharse de la moralidad que encierra la valiente acción del sin igual torero, que también ha de llegarse la última hora en que cada concurrente ha de acabar esta triste vida para ir a ver los toros que le esperan, al dar cuenta de las acciones de su vida.
Llegó el 11 de mayo de 1801, día fatal para Pepe-Hillo. Aparte de que contaba cuarenta y siete años de edad.
Y así ocurrió, en efecto, el lunes 11 de mayo de 1801, en la plaza de toros de Madrid, donde José Delgado alternaba con José Romero y Antonio de los Santos. Dieciséis toros habían de matar entre los tres diestros, en una de esas funciones dobles -con sesión matinal y vespertina- que tanto gustaban en aquellos tiempos. Por la mañana, "Pepe-Hillo" fue cogido
por un toro que, si bien no le infirió ninguna cornada seria, le dejó muy molido y quebrantado. Por la tarde, cuando entró a matar al mostrar su reloj como tantas veces, para qué el morlaco viese la hora de su muerte, en esta ocasión fue la suya la que vio Barbudo, de Peñaranda de Bracamonte (ganadería que hacía su presentación en el coso madrileño), resultó prendido por una pernera del calzón y cayó sobre la arena boca arriba, a merced de la saña del enfurecido burel.
Cuentan algunos cronistas que "Pepe-Hillo" debió de perder el sentido, porque se quedó unos segundos inmóviles. El astado hizo por él y, sin ninguna oposición, lo empitonó con su cuerno izquierdo por la boca del estómago, lo levantó en vilo y, entre tremendas sacudidas en el aire, estuvo zarandeándolo más de un minuto. Fue una de las cornadas más espantosas que se haya visto jamás en un ruedo.
La conmoción que causó la muerte del ídolo popular sólo es comparable a la consternación que se vivió también entre las clases privilegiadas, cuyos desocupados miembros perdían con "Pepe-Hillo" uno de los vínculos que mejor les unía con la plebe. Su entierro constituyó una populosa manifestación de dolor de las que tanto gusta de exhibir el vulgo indocto, caldo de cultivo inmejorable para que enseguida brotase un heterogéneo caudal de coplas, cantares y poemas luctuosos que lloraban la muerte del valeroso torero.
José Delgado Guerra
Nació en 1754 en Sevilla. Se le ha descrito como de estilo frágil, sensual y como gran torero. Adornó su toreo con toda clase de suertes y filigranas, conformando un estilo, inspirado en el de su maestro, que se conocerá como escuela sevillana. Es considerado uno de los primeros toreros estilistas. Se cree que debutó hacia 1769 y recibió la alternativa en 1774, en Málaga, de manos de Juan Romero.
En 1796 publicó en Cádiz el libro La tauromaquia o Arte de torear.
El relojero del torero Pepe Hillo, era su amigo y vecino: D. Tomás Martin Benito maestro relojero, quien se cree que conservo su reloj.
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