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1972. El nacimiento de una leyenda
El salón de Basilea de 1972 se caracterizó por el lanzamiento del que estaba llamado a ser uno de los grandes iconos de la relojería contemporánea. Cuando una fría mañana de Abril Audemars Piguet presentó en sociedad el Royal Oak, nadie se lo pudo creer. Demasiado grande, demasiado caro, demasiado ostentoso. Era el primer reloj deportivo de lujo, montado en una complicadísima caja que requería de más de 250 procesos de mecanización para tomar forma, y con un rimbombante nombre que evocaba a un buque de la armada inglesa de las guerras napoleónicas, y a un Rey escondido en un árbol huyendo de las tropas de Cromwell.
Su creador, Gerald Genta, había tomado como idea las troneras octogonales del buque Royal Oak de la marina inglesa, nombre que recuerda la leyenda del Rey Carlos II de Inglaterra escondido en un roble hueco en su huida del Primer Ministro Cromwell durante la guerra civil de finales del siglo XVII. Su característico bisel octogonal, y los falsos tornillos, en realidad tuercas, no dejaron indiferente a nadie.
El reloj además tomaba forma con una caja de hombros caídos, unidos al armis por eslabones intermedios en forma de grapas. Una esfera con guilloche de adoquines, e índices y agujas en forma de bastón completaban una imagen rompedora, incluso futurista.
Por si esto fuera poco, la revolución del cuarzo estaba ya minando la industria relojera suiza, y el Royal Oak nació mecánico, animado por un carísimo calibre desarrollado por la propia AP. Pocos pensaron que aquello fuese a tener éxito. Qué equivocados estaban.
Era lo que hoy en día conocemos como Royal Oak Jumbo, nombre que nunca ha sido oficial, ni que proviene de Audemars Piguet, como veremos más adelante.
1976. Llegan los primeros competidores
En Patek Philipe nadie podía entender como “eso” había triunfado, pero el éxito del Royal Oak era tangible e imparable. Así que pensaron en hacerse con una parte de ese nicho de mercado. En 1973 contratan los servicios de Gerald Genta y en 1975 tienen un primer prototipo, llegando los modelos de serie en el SIHH 1976. Una vez más la fórmula del éxito se repite, caja complicadísima, bisel poligonal, esfera con guilloche e índices y agujas de bastón. El Nautilus ha nacido, y el parecido es innegable.
En la zona germanófona de Suiza el revuelo era parecido, y en Schaffhausen más aún. IWC quería su parte del pastel, y rebuscando entre sus colecciones dio con la solución. Lanzaría un nuevo Ingenieur, línea a caballo entre lo deportivo y lo clásico que tenía en producción desde mediados de los 60, con una estética parecida a la del Royal Oak. El nuevo modelo se denominó comercialmente Ingenieur Jumbo, origen del mote que reciben todos estos relojes, debido a su tamaño, simplemente descomunal para la época, 39 mm.
Una vez más, la fórmula se repite, hombros caídos, esfera con guilloche de adoquines, índices y agujas de bastón, y armis integrado en las líneas de la caja unido por secciones intermedias. Presentado en Basilea 76 es el antecesor del IWC Ingenieur de hoy en día.
1977. Otro más para el club
Rolex había comenzado los trabajos para el lanzamiento de un nuevo modelo de cuarzo en enero de 1972. Es evidente que el bombazo relojero de aquél año influyó mucho en la estética del que iba a ser la gran primicia de Basilea 1976, el Rolex Oystequartz. Otra vez los rasgos principales se repetían, caja de hombros caídos, armis de secciones intermedias integrado en la caja, y manecillas e índices de bastón, pero muy “Rolex Style” esta vez animado por la que, según muchos expertos, es la mejor máquina de cuarzo de todos los tiempos, el calibre 5035.
Un Rolex totalmente atípico, ya que además de ser el primer cuarzo de Rolex, y el primer reloj de la casa ginebrina en montar un cristal de zafiro, se saltaba a la torera toda la tradición estética de sus hermanos de línea, los Oyster Perpetual.
1979. El joyero de la relojería ve futuro en la idea
Piaget está considerado como el joyero de los relojeros desde siempre. Si alguien tenía derecho a crear un reloj de lujo deportivo, sin duda eran ellos. El Piaget Polo fue presentado en el salón de Basilea de 1979, con un diseño claramente inspirado en el Royal Oak, y que dejaba entrever todo el histrionismo de la década que estaba a punto de empezar. Se convirtió de inmediato en un símbolo de estatus entre las clases adineradas, y a principios de los 80, quien no lucía un Polo en su muñeca no era nadie.
1993. Audemars Piguet la vuelve a liar
El salón de Basilea de 1993 volvió a clamar al cielo con la presentación de un nuevo modelo de AP, el Royal Oak Offshore, evolución ultradeportiva del Royal Oak. Una vez más, el tópico de “Demasiado grande, demasiado caro, demasiado ostentoso” resonó por los pasillos, y una vez más sus detractores se equvocaron, y AP volvió a triunfar con un modelo que no debería haberlo hecho.
1996. Otra gran manufactura se sube al carro
Audemars Piguet y Patek Philipe habían triunfado con sus modelos deportivos, pero Vacheron Constantin, la otra gran manufactura suiza parecía dormida. Tal vez demasiado rompedores, estos relojes no encajaban con su filosofía. Sin embargo, a principios de los 90 algo debió cambiar. Una vez más Gerald Genta sería el encargado de llevar a cabo el milagro. Y una vez más las líneas maestras se repiten.
Presentada en Basilea 96, la colección Overseas rompe con todo lo establecido por Vacheron en su historia.
Y esta es la historia del Royal Oak y sus sucesores. Espero que os haya gustado y que no os hayáis aburrido mucho con el ladrillazo
El salón de Basilea de 1972 se caracterizó por el lanzamiento del que estaba llamado a ser uno de los grandes iconos de la relojería contemporánea. Cuando una fría mañana de Abril Audemars Piguet presentó en sociedad el Royal Oak, nadie se lo pudo creer. Demasiado grande, demasiado caro, demasiado ostentoso. Era el primer reloj deportivo de lujo, montado en una complicadísima caja que requería de más de 250 procesos de mecanización para tomar forma, y con un rimbombante nombre que evocaba a un buque de la armada inglesa de las guerras napoleónicas, y a un Rey escondido en un árbol huyendo de las tropas de Cromwell.
Su creador, Gerald Genta, había tomado como idea las troneras octogonales del buque Royal Oak de la marina inglesa, nombre que recuerda la leyenda del Rey Carlos II de Inglaterra escondido en un roble hueco en su huida del Primer Ministro Cromwell durante la guerra civil de finales del siglo XVII. Su característico bisel octogonal, y los falsos tornillos, en realidad tuercas, no dejaron indiferente a nadie.
El reloj además tomaba forma con una caja de hombros caídos, unidos al armis por eslabones intermedios en forma de grapas. Una esfera con guilloche de adoquines, e índices y agujas en forma de bastón completaban una imagen rompedora, incluso futurista.
Por si esto fuera poco, la revolución del cuarzo estaba ya minando la industria relojera suiza, y el Royal Oak nació mecánico, animado por un carísimo calibre desarrollado por la propia AP. Pocos pensaron que aquello fuese a tener éxito. Qué equivocados estaban.
Era lo que hoy en día conocemos como Royal Oak Jumbo, nombre que nunca ha sido oficial, ni que proviene de Audemars Piguet, como veremos más adelante.
1976. Llegan los primeros competidores
En Patek Philipe nadie podía entender como “eso” había triunfado, pero el éxito del Royal Oak era tangible e imparable. Así que pensaron en hacerse con una parte de ese nicho de mercado. En 1973 contratan los servicios de Gerald Genta y en 1975 tienen un primer prototipo, llegando los modelos de serie en el SIHH 1976. Una vez más la fórmula del éxito se repite, caja complicadísima, bisel poligonal, esfera con guilloche e índices y agujas de bastón. El Nautilus ha nacido, y el parecido es innegable.
En la zona germanófona de Suiza el revuelo era parecido, y en Schaffhausen más aún. IWC quería su parte del pastel, y rebuscando entre sus colecciones dio con la solución. Lanzaría un nuevo Ingenieur, línea a caballo entre lo deportivo y lo clásico que tenía en producción desde mediados de los 60, con una estética parecida a la del Royal Oak. El nuevo modelo se denominó comercialmente Ingenieur Jumbo, origen del mote que reciben todos estos relojes, debido a su tamaño, simplemente descomunal para la época, 39 mm.
Una vez más, la fórmula se repite, hombros caídos, esfera con guilloche de adoquines, índices y agujas de bastón, y armis integrado en las líneas de la caja unido por secciones intermedias. Presentado en Basilea 76 es el antecesor del IWC Ingenieur de hoy en día.
1977. Otro más para el club
Rolex había comenzado los trabajos para el lanzamiento de un nuevo modelo de cuarzo en enero de 1972. Es evidente que el bombazo relojero de aquél año influyó mucho en la estética del que iba a ser la gran primicia de Basilea 1976, el Rolex Oystequartz. Otra vez los rasgos principales se repetían, caja de hombros caídos, armis de secciones intermedias integrado en la caja, y manecillas e índices de bastón, pero muy “Rolex Style” esta vez animado por la que, según muchos expertos, es la mejor máquina de cuarzo de todos los tiempos, el calibre 5035.
Un Rolex totalmente atípico, ya que además de ser el primer cuarzo de Rolex, y el primer reloj de la casa ginebrina en montar un cristal de zafiro, se saltaba a la torera toda la tradición estética de sus hermanos de línea, los Oyster Perpetual.
1979. El joyero de la relojería ve futuro en la idea
Piaget está considerado como el joyero de los relojeros desde siempre. Si alguien tenía derecho a crear un reloj de lujo deportivo, sin duda eran ellos. El Piaget Polo fue presentado en el salón de Basilea de 1979, con un diseño claramente inspirado en el Royal Oak, y que dejaba entrever todo el histrionismo de la década que estaba a punto de empezar. Se convirtió de inmediato en un símbolo de estatus entre las clases adineradas, y a principios de los 80, quien no lucía un Polo en su muñeca no era nadie.
1993. Audemars Piguet la vuelve a liar
El salón de Basilea de 1993 volvió a clamar al cielo con la presentación de un nuevo modelo de AP, el Royal Oak Offshore, evolución ultradeportiva del Royal Oak. Una vez más, el tópico de “Demasiado grande, demasiado caro, demasiado ostentoso” resonó por los pasillos, y una vez más sus detractores se equvocaron, y AP volvió a triunfar con un modelo que no debería haberlo hecho.
1996. Otra gran manufactura se sube al carro
Audemars Piguet y Patek Philipe habían triunfado con sus modelos deportivos, pero Vacheron Constantin, la otra gran manufactura suiza parecía dormida. Tal vez demasiado rompedores, estos relojes no encajaban con su filosofía. Sin embargo, a principios de los 90 algo debió cambiar. Una vez más Gerald Genta sería el encargado de llevar a cabo el milagro. Y una vez más las líneas maestras se repiten.
Presentada en Basilea 96, la colección Overseas rompe con todo lo establecido por Vacheron en su historia.
Y esta es la historia del Royal Oak y sus sucesores. Espero que os haya gustado y que no os hayáis aburrido mucho con el ladrillazo