Goldoff
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Hace ya un tiempo de mi visita a la manufactura de Glashütte Original. Y es ahora, casi cinco años después, que me doy cuenta que olvidé publicar la tercera parte de ese viaje al país de las maravillas que fue desde Pforzheim hasta Glashütte, cuna de la relojería alemana.
Esa tercera parte tenía que versar sobre la escuela de relojería fundada gracias al empeño del Afred A. Lange para dotar de nuevos recursos económicos a una zona que había quedado sumida en la pobreza al agotarse los recursos mineros de las montañas circundantes a mediados del siglo XIX. No sé si en algún momento podré recuperar las fotos -y las experiencias- para completarla, pero vale la pena traer las historia de vuelta porque Glashütte Original ha sacado una edición conmemorativa en honor de uno de los más prominentes profesores que tuvo esa escuela: Alfred Helwig dio clases en la prestigiosa escuela durante 41 años, formando a no menos de 800 aprendices y contribuyendo a consolidar la fama de los relojes producidos en la pequeña localidad de la Baja Sajonia. Sus publicaciones siguen siendo en la actualidad importantes trabajos de referencia para relojeros, ajustadores y coleccionistas.
En 1913, con 27 años de edad y cinco después de graduarse, Alfred Helwig fue nombrado instructor técnico del famoso instituto de formación, donde se dedicó —junto con los alumnos de la clase magistral— al desarrollo de relojes especialmente precisos con tourbillon en voladizo, bautizados como «relojes de engranajes giratorios» por Helwig. Desde 1920, bajo su dirección se desarrollaron una serie de relojes de este tipo conforme al concepto que había creado. Al probarse en el Observatorio Naval Alemán de Hamburgo, el centro de pruebas general para relojes de precisión, obtuvieron excelentes resultados. Ese "reloj de engranajes giratorios" no era ni más ni menos que un tourbillon volante. A diferencia del tourbillon clásico, anclado a ambos lados de la pletina, la elegante construcción de Helwig sólo precisa un anclaje en la parte inferior, de modo que parece estar flotando en la jaula.
Para celebrar el centenario del inicio de esos desarrollos, Glashütte Original presenta el Alfred Helwig Tourbillon 1920 - Edición Limitada, limitada a tan solo 25 ejemplares. Una de las características más llamativas es precisamente la más discreta: el tourbillon volante, absoluto protagonista de esta pequeña obra maestra, está "escondido" detrás de la esfera, que únicamente delata su existencia con un escueto "Tourbillon" dentro de la subesfera de segundos. Esto, además de ser fiel a la construcción original de Helwig, es algo que sólo he visto en algunos relojes de Patek Philippe. Elegancia y discreción.
Decía que me gustaría recuperar el reportaje de mi visita de hace ya cinco años en la escuela porque, entre otras cosas, os mostraría cómo se "platea" una superficie por fricción, algo que se ha realizado en la esfera de este reloj excepcional: en una placa de oro macizo se ha frotado manualmente un compuesto químico que ha ido añadiendo la plata hasta darle un brillo satinado y una profundidad que cuesta describir. Si veis el vídeo al final de este post os podréis hacer una idea. Los índices de "baton" combinan en sobriedad con las agujas del mismo estilo.
El Alfred Helwig Tourbillon 1920 de Glashütte Original está accionado por el movimiento manual Calibre 54-01, con unos acabados a la altura de la importancia de la pieza: bandas de Glasütte en la pletina de tres cuartos, rayos de sol en la tapa del barrilete, tornillos azulados al calor y chatones de oro atornillados para los rubíes. Y, por supuesto, la filigrana del propio torbellino volante. La reserva de marcha alcanza las 100 horas para una frecuencia de 3 herzios o 21.600 alternancias del volante por hora.
Todo esto en una caja de oro rosa de 40mm de diámetro y 11,6mm de alto, con cristal de zafiro abombado en el lado de la esfera y plano en la trasera, que permite admirar tanto el tourbillon como el resto del movimiento 54-01. El conjunto se complementa con una correa de aligátor con hebilla de oro rosa. El montaje final de estas 25 piezas ha sido realizado por los especialistas en restauración que trabajan en el museo-escuela que desde 2008 Glashütte Original estableció en la antigua escuela de relojería de Glashütte, dando así continuidad a su cometido original.
El precio es de 122.100 € con los impuestos incluidos
Esa tercera parte tenía que versar sobre la escuela de relojería fundada gracias al empeño del Afred A. Lange para dotar de nuevos recursos económicos a una zona que había quedado sumida en la pobreza al agotarse los recursos mineros de las montañas circundantes a mediados del siglo XIX. No sé si en algún momento podré recuperar las fotos -y las experiencias- para completarla, pero vale la pena traer las historia de vuelta porque Glashütte Original ha sacado una edición conmemorativa en honor de uno de los más prominentes profesores que tuvo esa escuela: Alfred Helwig dio clases en la prestigiosa escuela durante 41 años, formando a no menos de 800 aprendices y contribuyendo a consolidar la fama de los relojes producidos en la pequeña localidad de la Baja Sajonia. Sus publicaciones siguen siendo en la actualidad importantes trabajos de referencia para relojeros, ajustadores y coleccionistas.
En 1913, con 27 años de edad y cinco después de graduarse, Alfred Helwig fue nombrado instructor técnico del famoso instituto de formación, donde se dedicó —junto con los alumnos de la clase magistral— al desarrollo de relojes especialmente precisos con tourbillon en voladizo, bautizados como «relojes de engranajes giratorios» por Helwig. Desde 1920, bajo su dirección se desarrollaron una serie de relojes de este tipo conforme al concepto que había creado. Al probarse en el Observatorio Naval Alemán de Hamburgo, el centro de pruebas general para relojes de precisión, obtuvieron excelentes resultados. Ese "reloj de engranajes giratorios" no era ni más ni menos que un tourbillon volante. A diferencia del tourbillon clásico, anclado a ambos lados de la pletina, la elegante construcción de Helwig sólo precisa un anclaje en la parte inferior, de modo que parece estar flotando en la jaula.
Para celebrar el centenario del inicio de esos desarrollos, Glashütte Original presenta el Alfred Helwig Tourbillon 1920 - Edición Limitada, limitada a tan solo 25 ejemplares. Una de las características más llamativas es precisamente la más discreta: el tourbillon volante, absoluto protagonista de esta pequeña obra maestra, está "escondido" detrás de la esfera, que únicamente delata su existencia con un escueto "Tourbillon" dentro de la subesfera de segundos. Esto, además de ser fiel a la construcción original de Helwig, es algo que sólo he visto en algunos relojes de Patek Philippe. Elegancia y discreción.
Decía que me gustaría recuperar el reportaje de mi visita de hace ya cinco años en la escuela porque, entre otras cosas, os mostraría cómo se "platea" una superficie por fricción, algo que se ha realizado en la esfera de este reloj excepcional: en una placa de oro macizo se ha frotado manualmente un compuesto químico que ha ido añadiendo la plata hasta darle un brillo satinado y una profundidad que cuesta describir. Si veis el vídeo al final de este post os podréis hacer una idea. Los índices de "baton" combinan en sobriedad con las agujas del mismo estilo.
El Alfred Helwig Tourbillon 1920 de Glashütte Original está accionado por el movimiento manual Calibre 54-01, con unos acabados a la altura de la importancia de la pieza: bandas de Glasütte en la pletina de tres cuartos, rayos de sol en la tapa del barrilete, tornillos azulados al calor y chatones de oro atornillados para los rubíes. Y, por supuesto, la filigrana del propio torbellino volante. La reserva de marcha alcanza las 100 horas para una frecuencia de 3 herzios o 21.600 alternancias del volante por hora.
Todo esto en una caja de oro rosa de 40mm de diámetro y 11,6mm de alto, con cristal de zafiro abombado en el lado de la esfera y plano en la trasera, que permite admirar tanto el tourbillon como el resto del movimiento 54-01. El conjunto se complementa con una correa de aligátor con hebilla de oro rosa. El montaje final de estas 25 piezas ha sido realizado por los especialistas en restauración que trabajan en el museo-escuela que desde 2008 Glashütte Original estableció en la antigua escuela de relojería de Glashütte, dando así continuidad a su cometido original.
El precio es de 122.100 € con los impuestos incluidos
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