Visita a Patek Philippe o cómo me enamoré del Nautilus

Entrada a la Manufactura
Entrada a la Manufactura

Para cualquier aficionado a la relojería la posibilidad de visitar la última Manufactura independiente, que produce lo que muchos coinciden el denominar los mejores relojes del mundo es una especie de privilegio reservado a unos pocos. Si a esto le añadimos que tuve que declinar la primera invitación por incompatibilidades de agenda se comprenderá que esta segunda oportunidad me supiera todavía mejor. Patek Philippe es hoy por hoy la referencia en el mundo relojero, sí, pero el hecho de asistir en directo a la producción ¿o podríamos decir creación? de algunos de sus modelos hacen más vigente que nunca la frase “conocer es amar”. Lo que viene a continuación no es más que una pincelada de todo lo que llegué a ver y escuchar, la exposición de sensaciones de un aficionado, y aunque no es exhaustivo pretende ser al menos ilustrativo.

Instalaciones Patek en Plain les Ouates
Instalaciones Patek en Plain les Ouates

Avión a Ginebra y aterrizaje directamente en el comedor de empresa para compartir almuerzo con los trabajadores de la Manufactura. Nos recibe Ignacio García, cuyo nombre ofrece pocas dudas acerca de sus orígenes. Ignacio es el Relaciones Públicas de Patek Philippe y el primer ejemplo de la devoción con la que se habla de la marca en esta Casa. Y no por la obviedad de ser la empresa que te da de comer: parecería que todas y cada una de las personas con las que tuvimos ocasión de hablar en las intensas 48 horas que duró nuestra visita fueran conscientes de una especie de fortuna por poder trabajar ahí. Si a eso le añadimos que la experiencia es algo muy valorado en un entorno que se basa precisamente en los «Metiers d’Art» u oficios artesanos daría la impresión que estas personas «ya han llegado» o están en algún punto del proceso para ello. Y eso es lo que transmiten.

Ignacio nos cuenta que reciben de dos a tres visitas diarias procedentes de todo el mundo, bien sean de distribuidores, de clientes finales o de ambos a la vez. En realidad no hablan de clientes sino de «coleccionistas», porque el comprador tipo de Patek Philippe suele tener más de una (y normalmente más de dos y de tres) piezas de complicación, y al lógico respeto entre personas y de empresa a cliente se une el que se tiene por la espera que estos coleccionistas han de «sufrir» para cada nueva adición a su colección dado lo limitadísimo de la producción Tal vez esto que acabo de escribir suene un tanto exagerado, pero estamos hablando de la visita a una fábrica de sueños, Y los sueños se alimentan de ilusión, pasión… y un punto de irracionalidad.

Patek Philippe 5711 Nautilus
Patek Philippe 5711
Patek Phulippe 5726 Nautilus
Patek Phulippe 5726

Conocido este tráfico de personal ajeno a la Manufactura no es de extrañar la naturalidad con la que los artesanos con los que fuimos coincidiendo continuaban trabajando cuando aparecíamos como un pequeño tropel a sus espaldas para segur las explicaciones de Silvia, nuestra guía. Junto a estos artesanos, garantes de la continuidad de esos “Métiers d’Art”, vimos lo que a mí me parecieron ingenieros manejando complicadas máquinas CNC de última generación. Máquinas que pueden trabajar 24/7, pero que aun así tardan una hora completa para elaborar la carrura del Nautilus. Debo decir en este punto que asistiendo a la compleja elaboración y pulido sólo de su caja y brazalete he quedado prendado de este modelo. El modelo 5711 es un serio candidato en un futuro espero que no muy lejano, aunque el súmmum ya sería el 5726 ó 5980

Patek Philippe: técnica y tradición
Patek Philippe: técnica y tradición

Y hablando de carruras, pude ver que es bien cierto que las cajas salen de una plancha (más bien un lingote plano) con un golpe de prensa. Lo que no sabía es que para elaborar una caja de platino se necesitan hasta dieciocho de estos golpes, y que entre cada golpe hay que “relajar” las moléculas de este durísimo metal calentando la futura caja a 1300ºC durante media hora, enfriarla en agua y vuelta a la prensa. Esto nos pone nuevamente en unas ocho horas para elaborar una caja de platino sin contar la fase de desbastado y posterior e importantísimo pulido manual. También vi el ensamblaje y posterior pulido –también manual- de los armis de los Nautilus, aunque en algunos casos (5396) se ensamblaban armis con eslabones ya terminados: todo un puzzle hecho de piezas diferentes que la operaria comprobaba regularmente con un plano que tenía desplegado enfrente. Respecto a las comprobaciones, ningún reloj de Patek Philippe sale de sus instalaciones con menos de 500 horas de controles de calidad y tests diversos a lo largo de todas las fases de fabricación y ensamblaje. No es de extrañar, pues, que la Maison declare una producción de alrededor de 50.000 relojes con una previsión de incremento hasta 53.000 para 2013. Una cantidad que necesariamente dejará a algunos puntos de venta (442 entre propios y asociados, 19 en España) sin poder atender toda su demanda. De hecho, es raro que un distribuidor disponga de más de una colección completa… si en algún momento llega a estarlo.

Esas máquinas CNC que he comentado más arriba también producen las complicadísimas pletinas que después alojarán todo tipo de minúsculas piezas que las convertirán en calendarios anuales, calendarios perpetuos o repeticiones de minutos pasando por una pléyade de otras complicaciones (cronos monopulsantes, ratrapantes, ecuación del tiempo, fases lunares…) sin olvidar los no menos importantes calibres sólo hora. Todos esos calibres, sin excepción, serán decorados a mano por expertos grabadores que como artistas individuales que son dejarán su impronta personal en su manera de dibujar cada serie de bandas de Ginebra (Côtes de Genève) en los puentes o perlado de las pletinas. Este delicado trabajo se realiza con unos discos de boj que cada artesano se fabrica personalmente a partir de pequeños troncos de esa madera en el torno que tienen en su mismo taller.

Puliendo una pletina con madera de boj
Puliendo una pletina con madera de boj

Todas y cada una de las piezas que componen un calibre Patek Philippe son pulidas y terminadas por las dos caras, lo que incluye las que no se van a ver nunca, sea porque el fondo será ciego sea porque quedan ocultas una vez montado todo el movimiento. Pude observar cómo se pulían piezas que mi presbicia me impedía ver, piezas que las personas que se ocupaban de ello ensartaban en delgadísimos alambres a modo de sujeción antes de pasarlas por un disco de boj. También cómo los martillos de las complicaciones de repetición se pulían por pares ya que iban a ir juntos en el mismo calibre: precisamente por esa impronta personal que cada artesano deja en su obra el pulido será hecho por la misma mano y se logra así una perfecta armonía. Y no es poca cosa, porque así como existen escuelas de relojería u otros oficios que se reúnen en la Manufactura, no existe una escuela de pulidores ni siquiera hay un método establecido para aprender a pulir: es una cuestión de experiencia y práctica, mucha práctica. Y lo cierto es que es fascinante verles trabajar porque cualquiera, entienda o no de relojería, es capaz de ver cómo van emergiendo las formas a partir de la pieza recién salida del proceso industrial inicial.

Máquina de guillochage
Máquina de guillochage

Pero así como digo que vi un respetable parque de modernísimas máquinas pude ver también cómo se utilizan máquinas de principios del siglo pasado para elaborar las esferas más delicadas mediante el proceso de guilloché, que no es otra cosa que un torneado mecánico pero al mismo tiempo manual: el artista controla el giro con una mano mientras con la otra va presionando, de forma completamente intuitiva, el buril que grabará la esfera con un motivo generalmente geométrico pero que a veces toma formas figurativas, desde motivos vegetales a un caballo completo. Precisamente el modelo Gondolo 5098 fue resucitado con motivo de la recuperación de esta antigua técnica. Técnica, por cierto, que realza de modo notable los trabajos de esmaltado donde participa, puesto que los esmaltes transparentes dejan ver las delicadas filigranas del guilloche. El Museo Patek está lleno de ejemplos de lo que digo.

Engastado de piedras preciosas
Engastado de piedras preciosas

El engastado de piedras, más que un oficio es otro arte (uno más) cuya pericia se adquiere a base de práctica y más práctica. Los maestros engastadores trabajan con herramientas casi ancestrales (buriles, minúsculos martillos, pinzas de precisión) combinadas con microscopios de alta resolución a través de los cuales los visitantes pudimos atisbar la perfección de su trabajo, con cuatro ganchos invisibles por cada piedra engastada (varias decenas, perfectamente ordenadas) en una esfera de no más de dos centímetros cuadrados.

Patek Philippe se enorgullece de poder restaurar cualquier reloj que haya salido de sus talleres cualquiera que sea la fecha de producción y cualquiera que sea el estado del reloj que les llegue. Aparte de los archivos donde se registran todos los relojes desde la fundación de la marca en 1839, su departamento de restauración es como un gabinete de magia donde nada es imposible, y Alain Battmann, su responsable durante muchos años, nos estuvo enseñando diversos “antes y después”. Piezas que hacían llorar por su lamentable estado inicial refulgían como nuevas después de pasar por las expertas manos de los relojeros-artistas que integran este departamento. Y digo relojeros-artistas porque en muchos casos no sólo no quedan repuestos de los calibres que llegan para su puesta a punto y hay que fabricarlos expresamente: es que en otros casos hay que literalmente imaginarse la pieza antes de elaborarla artesanalmente porque no hay planos o sencillamente el movimiento está destrozado (vimos algún “antes” con tanto óxido que era muy difícil por no decir imposible diferenciar los distintos componentes). Como no hay torno motorizado suficientemente preciso, se utiliza un torno de arco para que el propio relojero pueda controlar al milímetro (o menos) la parada del giro mientras realiza complicadísimas piezas de no más de dos milímetros de longitud y una fracción de esa medida de grosor. Aquí es donde más dolorosamente se pone de manifiesto la validez de la expresión una imagen vale más que mil palabras, pero lamentablemente nuestra visita carecía del permiso de tomar fotos.

A cambio, y como pequeña compensación, he encontrado en youtube este video de una visita hace tres años. Está en francés subtitulado en portugués, pero creo que se sigue con facilidad. Al menos enseña parte de lo que vi pero que no he podido mostrar…

También visitamos los Salones y el Museo Patek Philippe en la ciudad de Ginebra, que merecen un extenso comentario por sí mismos, pero creo que este artículo ya tiene una longitud más que respetable y prefiero dejarlo aquí por ahora. Agradezco a Patek Philippe España la oportunidad brindada y espero tener ocasión de profundizar en el conocimiento de la marca así como de transmitirlo a los lectores de Relojes Especiales.

Una perspectiva inédita de los salones de Patek
Una perspectiva inédita de los salones de Patek