Mi impresión sobre el SIHH 2017, la feria de Richemont por excelencia, es que lo es cada vez menos. El Salon que acaba de clausurar su vigésimo séptima edición ha incluido entre sus expositores nada menos que a diecinueve marcas ajenas al grupo de lujo. Una respetable mayoría teniendo en cuenta que el total de participantes es de treinta. ¿El motivo? Que muchas de ellas –y más– venían montando sus propios eventos en Ginebra durante las fechas precisamente del Salon para aprovechar la afluencia de visitantes, y la organización optó por tenerlos cerca. Ya se sabe: “ten a tus amigos cerca pero más cerca a tus enemigos”… entendido aquí en términos de competencia, claro.
2016 no ha sido un buen año para la industria del lujo en general y de la relojería en particular, y la mala noticia es que se vienen arrastrando quince meses de bajadas continuadas. La parte positiva de este panorama es que se aplica una especie de ley natural: sobreviven los que mejor se adaptan. Y adaptarse pasa por escuchar al mercado –los clientes, en fin– y tratar de darle lo que demanda. Y aunque suena lógico, no siempre es así.
Este SIHH 2017 nos ha traído varias novedades. No tanto en forma de relojes nuevos –que también– como ciertos cambios que tienen que ver con tratar de satisfacer esa demanda del mercado. Por ejemplo, Jaeger LeCoultre ha presentado tres atractivas piezas en la colección Master. Y son atractivas tanto en la estética como –atención– en el precio, porque para una marca como esta, situar tres relojes mecánicos (dos de ellos con complicación) por debajo de los 10.000 euros de pvp es toda una novedad digna de mención. Nuevos Reversos con el encanto de siempre pero ahora con la posibilidad de personalizarlos en base a una amplísima paleta de esferas y correas. Los relojes femeninos, que representan el 45% del negocio de Jaeger LeCoultre, los trataremos aparte, porque lo merecen.
Otra sorpresa ha sido ver cómo una marca joyera como Piaget ha “descendido” a hacer relojes de acero, y ha aprovechado la celebración del 60 aniversario del Altiplano para presentarlos. Y lo cierto es que buena falta le hace dada la delicada situación de la Maison después de que el mercado chino –su mejor cliente– haya caído estrepitosamente a causa de las nuevas medidas políticas que prohíben taxativamente los “regalos suntuosos”. Sea por lo que sea, bienvenido el acercamiento a precios terrenales de una marca que tiene mucho que decir relojeramente hablando: sus tourbillones, pero especialmente sus calibres ultraplanos dan fe de eso.
Quien no parece sufrir los embates de las crisis –periódicas o no– es Vacheron Constantin, que sigue en la cresta de la ola con su exitoso Overseas, y que ha presentado el Celestia Grand Complication con nada menos que 23 complicaciones… ¡y es un reloj de pulsera!. Un millón doscientos mil euros tienen la culpa de que no sea mío. No contentos con esto, también han presentado (más bien exhibido, y con motivo, diría yo) la serie Copernicus, donde sus “metiers d’art” lucen en todo su esplendor, y la que para mí es la estrella: El Symphonia Grande Sonnerie 1860, una pieza única en caja de oro blanco y 45mm de diámetro cuyo calibre de 745 piezas ha sido montado escrupulosamente a mano por un único relojero que ha invertido en él 500 horas de su vida. El precio, cómo no, “a petición”.
Otro que no tiene problemas en colocar relojes de casi un millón de euros es Richard Mille, cuyo RM 50-03 Tourbillon Split Seconds Chronograph McLaren Edition se venderá exclusivamente en las boutiques de la marca al fabuloso precio de 980.000 euros cada uno de los 75 ejemplares de que se compone la edición limitada. Realizado en grafeno, su mecanismo, incluyendo el crono y el tourbillon, pesa sólo siete gramos para un reloj que no rebasará los 38 gramos contando la correa… Como dicen los ingleses, “not my cup of tea”: a mí me gusta que un reloj pese ni que sea un poquito.
Roger Dubuis, epónimo de su creador, también se alía con la Formula 1. Y también tiene series limitadas, por supuesto. Sus Excalibur, distintas variaciones sobre un mismo tema, van desde las 8 hasta las 88 piezas por serie, pasando por las 28 que Monsieur Dubuis hizo famosas cuando era un relojero independiente. Aparte de sus espectaculares esqueletizados, este año han hecho unas correas con caucho procedente de algunos neumáticos Pirelli ganadores de Grandes Premios de Formula 1. Certificado. La nota curiosa la da El Excalibur femenino en titanio y tratamiento DLC con zafiros azules: 28 piezas al contenido precio (para lo que es RD) de 17.000 francos suizos. Un reloj verdaderamente elegante con movimiento mecánico de carga automática. El contrapunto, El Excalibur Spider Pirelli doble tourbillon: 8 unidades a 280.000 francos. También suizos. No sé cuánto es eso en yuanes, y por si quedaba alguien que todavía no lo sabía, el 8 es el número de la suerte de los chinos, que justamente ahora están celebrando la entrada en el año del gallo.
Y un gallo es precisamente lo que muestra Ulysse Nardin en la esfera de su Classico, una serie limitada a… exacto, 88 ejemplares. Un extraordinario trabajo de esmalte “champlevé” (que viene del francés “campo elevado” aunque en realidad lo que se hace es vaciar para rellenar precisamente de esmalte). El esmalte “grand feu”, por seguir con el francés, es uno de los “metier d’art” que Ulysse Nardin exhibe con orgullo en este Salon al que no sé muy bien si regresa o llega por primera vez, lo que sí sé es que quedé prendado de este “small seconds” (paso al inglés, con permiso :)) que con un precio de 8.800 francos suizos parecería hasta accesible entre sus hermanos de marca. Además, este año Ulysse Nardin se ha asociado con el equipo Artemis que competirá en la famosa regata Copa America, y para ello ha creado una serie limitada a 35 piezas que igualmente exhibe un hermoso trabajo de esmalte, por no hablar de la complicación de la cuenta atrás que, una vez agotado ese tiempo, empieza a cronometrar la regata “hacia adelante” instantáneamente.
Como instantáneo es el enamoramiento relojero que uno experimenta al entrar en el stand de A. Lange & Söhne. Su Tourbograph (de Tourbillon y Chronograph) pour le Merite es toda una declaración de intenciones, con un elenco de complicaciones que justifican su llamativo precio de 480.000 €. Precio que, sin ser el más alto del Salon (ya he hablado de alguno que lo dobla sobradamente), está en consonancia con las demás novedades de una marca cuya producción no llega a los cinco mil relojes al año. El en su día rompedor Zeitwerk digital se presenta ahora con sonería “decimal”, que no es otra cosa que la que suena cada diez minutos “al paso”, esto es, sin que el portador tenga que pedírselo o accionarlo. Obviamente, se puede silenciar con un pulsador situado en el bisel. Al igual que muchas otras marcas presentes en el SIHH 2017, A. Lange & Söhne ha mostrado unos muy interesantes relojes dirigidos al público femenino.
Y cuando uno habla de “femenino” en el entorno relojero, uno de los primeros nombres –si no el primero– que le viene a la cabeza es Cartier, que haciendo una especie de flashback se centra en el multivendido Panthere, abandonando –al menos parcialmente– la aventura de altísimas complicaciones en la que se había embarcado hace unos años. Años que no han sido buenos para Cartier –al menos los dos últimos, cuando ha visto caer sus ventas en dobles dígitos a causa, otra vez, de la situación geopolítica–. Genio y figura, eso no ha impedido ver maravillas como el tourbillon misterioso flotando en un círculo que se diría vacío o un Rotonde repetición de minutos limitado a 50 piezas. Sin embargo, lo que más me gustó fue el nuevo Driver extraplano (7 mm) con movimiento 430MC de carga manual en caja de oro rosa o blanco, este en edición limitada a 200 ejemplares con un precio de 13.000 francos. Por cierto, se puede comprar por la mitad de ese precio en acero y carga automática.
Más que automático, el reloj de Van Cleef and Arpels presenta un autómata aparentemente sencillo –una mariposa que bate sus alas gracias a una masa oscilante propia o a petición de un pulsador situado en la carrura–. Impresiona la sofisticación del mecanismo en contraposición a esa aparente sencillez. No lo dice en ninguna parte, pero apostaría a que esa maravilla técnica sale de los talleres de Aghenor y de la cabeza de su alma mater Jean Marc Wiederrecht, que ha trabajado para varias casas a priori no-relojeras como Hermès o Fabergè, entre muchas otras. Echa un vistazo al video.
También decían que Montblanc no era relojera cuando se plantó en medio de los focos de la mano de Jerôme Lambert y ahí está, presentando unas colecciones cada vez con más personalidad desde que incorporaron a Davide Cerrato, ex director de producto en Tudor, porque hasta entonces parecían JLC low cost… aunque no estoy muy seguro de que hayan elegido el camino correcto: aparte de la colección 1858 y los cronos retro con movimientos Villeret, este año han apostado por el mundo del motor (original ¿eh?) y presentan unos relojes, los nuevos Timewalker que me han hecho pensar –sorry– en Tissot, especialmente el solo hora… ¿o sería el Airking que Rolex sacó el año pasado?. Y la “talking piece”: el ExoTourbillon Chrono Ratrapante (o Split Seconds) a un precio de 270.000 € y serie limitada a… exacto, ocho piezas.
Aunque si hay un especialista en series limitadas es Panerai. Año tras año, y con pocas variaciones formales (que no estéticas), consigue una increíble atención de los aficionados, que más que aficionados son apóstoles, tan legendaria es su fidelidad. Hasta seis Submersibles han sido presentados, de los que el Bronzo de esfera azul referencia PAM00671 será una edición especial de 1000 unidades con la que se espera repetir –imagino– la locura que se vio con el Bronzo verde PAM00507. Al igual que Ulysse Nardin, va a patrocinar equipos que competirán en la Copa América, pero dos en lugar de uno y con ediciones también especiales para cada uno. Aparte de esto, la gran novedad ha sido el Panerai LAB-ID, que usa la fibra de carbono para la caja –Carbotech– y el carbono mismo para recubrir gran parte de mecanismo (incluyendo rubíes) del nuevo calibre P.3001/C (C de carbono) para garantizar un mantenimiento cero (no necesitará lubricación), lo que le permite dar una garantía de 50 años… al precio de 50.000 €. Ah, se me olvidaba: el también nuevo PAM00692 presenta una caja de vidrio metálico BMG (Bulk Metallic Glass) super-resistente a casi todo, pero –admitámoslo– lo más atractivo es su esfera azul profundo.
Parmigiani, otro de los convidados en este Salon (en el sentido de que no pertenece a Richemont) tampoco ha tenido nunca problemas en poner altos precios a sus relojes, y sería para mí un misterio cómo lo consigue si no supiera de su gran predicamento en Oriente Medio y emiratos varios. No es que no me gusten sus relojes: de hecho me enamora la serie Tonda –no tanto Kalpa–, y hete aquí que han presentado un Bugatti Aerolythe bastante difícil de entender a primera vista… que es como deben entenderse los relojes. También un Tonda 1950, elegante donde los haya, y el Pantografo, que vi en primicia hace ya unos años en su manufactura.
Manufactura –y ajena al grupo– es también Audemars Piguet, que parecería que ha renunciado a salir de su encasillamiento en la colección Royal Oak. Todos los modelos presentados –a excepción de los de alta joyería– son de esta colección, y al margen de los acabados exteriores como el frosted gold, realizado con una técnica de orfebrería florentina –de Florencia– y la muy difícil de trabajar cerámica negra que luce el nuevo calendario perpetuo, poca cosa más, aunque los solo hora extra-thin, que este año cumplen los 40, siguen cautivándome.
También me cautivó el stand de IWC, acostumbrado como estaba –yo– a ambientes de aviadores, Formula 1 y Galápagos. Lo que vi fue la reproducción de un “palazzo” italiano en referencia a la revisión de la colección Da Vinci pero sobre todo al giro femenino que quieren darle a la marca: parecería que después de años de publicidad rayando lo insultante, IWC se ha dado cuenta de que a las señoras también les gustan los relojes “de verdad”. El resultado ha sido un mix de Da Vincis con un importante guiño a la sección femenina, aunque ya anuncian que muchos de los relojes de esa gama (alrededor de 38mm) podrán ser usados por hombres… ¿chinos? quién te ha visto y quién te ve. También, mercado obliga, anuncian una bajada en los precios de entrada a la marca. No todo queda en temas estéticos: en el nuevo calibre de manufactura 89900 presentan una rueda de escape y áncora de formas mejoradas recubiertas de diamante.
Como Girard Perregaux ya tiene un escape high-tech en el Constant Escapement, también ha rebuscado en sus antiguos catálogos y nos resucita el Laureato haciendo mención al sempiterno ADN (dienei, en inglés) de un reloj que, estando muy logrado, tiene la virtud de recordarme no a uno sino a dos relojes del añorado Gerald Genta, adivinen. En dos tamaños, 38 y 42mm, declina todas las combinaciones de acero y oro, con brazalete metálico o de piel. Además del recientemente galardonado Esmeralda (tourbillon bajo tres puentes de oro) han tenido –en mi opinión– el acierto de actualizar un reloj que personalmente nunca me había acabado de gustar: el World Timer, haciéndolo mucho más delgado y, por ello, mucho más elegante. Ahora sí que sí. Finalmente, y para demostrar que siguen en la cresta de la ola técnicamente hablando, muestran el tourbillon triaxial –tres ejes, sí– en una pieza de sólo mirar (casi 17mm de grosor rozando los 22 con la cúpula del tourbillon) cuya otra atracción visual es un globo terráqueo enteramente pintado a mano, al igual que el disco de la fase lunar.
Finalmente, “last but not least”, Baume & Mercier ¿qué hace una marca como tú en un sitio como este? Siendo Richemont un grupo de lujo y este un salón de Alta Relojería (así, con mayúsculas), parecería más lógico que estuviera Dunhill, que hace o al menos hizo relojes y de alguna forma se asimilaría al caso Montblanc, antes que la mencionada, que creo tendría más sentido en Baselworld. Sea como sea, da la nota discordante en el SIHH 2017 al presentar una colección, Clifton Club, con divers por debajo de los 2.000 € cuando justo en el stand de enfrente ese sería el precio de algún brazalete que vimos… La parte femenina, que esa sí ha estado siempre en el “dienei” de la casa y con precios igualmente asequibles en los Classimas a partir de 850 francos. Continuando la colaboración con Shelby que iniciaron el año pasado (toys for boys, ya saben) vimos los Clifton Shelby Cobra, diseñados en colaboración con Peter Brock, el padre del mítico coche Shelby Cobra Daytona Coupe, del que había un bonito ejemplar en el stand. El resultado: tres relojes innegablemente masculinos. Aunque, parafraseando a IWC, los pueden lucir perfectamente las féminas, porque ellas lo valen. Lo que cuestan estos cronos va desde los 3.900 hasta los 7.100 francos, precios sin impuestos.
Dejo para otro artículo mis impresiones sobre los llamados independientes, aunque esto es una convención ya que objetivamente muchas de las nombradas en este lo son. Me refiero a Moser, Grönefeld, Ressence, Laurent Ferrier, Urwerk. Christophe Claret MB&F… vamos, los “outsiders” que mencionaba al principio.
Desde aquí mi agradecimiento a Rebeca Planas, reponsable de comunicación de Piaget, que este año y por primera vez se ha ocupado de atender a los miembros de la Prensa. ¡Gracias por tu profesionalidad y cercanía, Rebeca!