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Historia (e historias) de Girard-Perregaux

Como la de la mayoría de marcas centenarias, la historia (e historias) de Girard-Perregaux están llenas de anécdotas, avatares e hitos históricos, valga la redundancia. El nombre que ostenta hoy la marca proviene de 1856, dos años después de que Constant Girard, relojero establecido y con marca propia, se casara con Marie Perregaux, hija a su vez de un afamado fabricante de cronómetros de Le Locle. Y fue el hijo de ambos, Constant Girard-Gallet, quien, en 1906, compró la empresa fundada –ahora sí- en 1791 por Jean-François Bautte, un artesano multidisciplinar con habilidades tanto en el campo de la joyería como de la relojería, pero también dotado de un extraordinario sentido comercial y empresarial que le llevó a expandir su negocio por toda Europa y comerciar regularmente con China e India.

Jean-Frnçois Bautte
Jean-Frnçois Bautte

Precisamente una necesidad de los fabricantes de relojes suizos era dar a conocer (y vender) sus productos más allá de sus propias fronteras. Y curiosamente, una de sus primeras redes comerciales se basaba en una que ya exportaba… encajes de bolillos, una artesanía que ya en el siglo XVII y en el cantón de Neuchâtel empleaba entre cinco y seis veces más personas que el sector relojero. Cerca de Neuchâtel, en La Chaux de Fonds, es donde se encuentran los cuarteles generales de Girard Perregaux. Como anécdota, decir que ese cantón es suizo sólo desde 1848, justo después de haber sido prusiano, francés y, después de la derrota de Napoleón, de nuevo prusiano.

La Chaux de Fonds en el siglo XIX
La Chaux de Fonds en el siglo XIX

La expansión de Girard Perregaux había empezado algunos años antes por Los Estados Unidos, a donde Constant Girard, desde su empresa “Girard et Cie”, ya exportaba relojes bajo el nombre de “Girard London”, porque no hay que olvidar que en esa época el centro relojero mundial era Inglaterra, patria de los cronómetros de marina. El prestigio de Suiza vendría más tarde. Una vez casado con Marie Perregaux, y como todo quedaba en familia, Constant Girard licenció a sus cuñados Henri y Jules para representar la marca en ambas Américas, Norte y Sur.

Constant Girard y Marie Perregaux
Constant Girard y Marie Perregaux

Quedaba aun un cuarto hermano Perregaux, François, que, después de seis años siendo el representante en Nueva York para la firma familiar (Perregaux & Co.), en 1859 partía para el Lejano Oriente como nuevo delegado de Girard-Perregaux y de la Unión de Relojeros Suizos, que quería abrir una oficina comercial en Asia. Después de un viaje que lo llevó a atravesar el istmo de Suez (aún no se había abierto el canal, que empezaba sus obras ese mismo año) el Mar Rojo, el  Océano Índico, tocar Bombay y Ceilán, al cabo de un mes arribaba a Singapur, centro neurálgico del Imperio Británico y por tanto centro de negocios en la zona. El salto a Japón era complicado porque este país recién había terminado la era Edo (con el aislamiento frente al resto del mundo asociado) “invitado” por el comodoro Matthew Perry, que en 1853 se había presentado con una armada en el puerto de Tokio y había bombardeado la ciudad.

El viaje de François Perregaux
El viaje de François Perregaux

Aun así, ese no sería su mayor problema. Después de conseguir el apoyo del cónsul de Francia en Yokohama (Suiza no tenía ningún acuerdo con Japón), François Perregaux descubrió que los japoneses medían el tiempo de una forma completamente distinta a la europea. En realidad de dos formas: el llamado tiempo equinoccial, utilizado por los astrónomos, y el tiempo civil, que se usaba en la vida diaria de los japoneses. Este se dividía en día y noche, y cada uno de estos dos periodos en seis partes… exactamente iguales, lo que obligaba a modificar los relojes cada quince días para adaptarlos a las variaciones estacionales.

Reloj japonés de la época Edo
Reloj japonés de la época Edo

Esto obligaba también a los relojeros japoneses a construir relojes (Wadokei) que pudieran regularse mediante pesos que se colocaban más o menos separados en uno o dos foliotes o brazos (uno por periodo: día-noche). Para acabar de complicarlo, las horas se leían de mayor a menor de 9 a 4 (las 9 era el mediodía o la medianoche), y cada una llevaba el nombre de un animal. La vida de los japoneses se adaptaba milimétricamente a este sistema: se levantaban con el sol y se acostaban al caer éste, los comercios, así como el propio Palacio Imperial y dependencias oficiales, abrían al amanecer y cerraban al caer la noche. Igualmente las horas de las comidas y el resto de actividades sociales se ajustaban a él.

En este contexto, uno puede imaginar que el negocio relojero (europeo) tenía pocas posibilidades… a menos que se fuera un pionero en busca de oportunidades (o esperase su propio golpe de suerte): en 1872, Japón, ya de lleno en la época Meiji (imperial) su propia red de ferrocarril, adaptada a los calendarios y tiempo europeos. De repente, todos los relojes japoneses son obsoletos. Pueden empezar las importaciones… que tardarán años en calar entre la población civil porque no usa relojes portátiles. Tal vez fuera por eso que  François también fundó una empresa para fabricar  “las únicas bebidas carbonatadas de todo Japón”. Jamás regresó a Europa.

François Perregaux
François Perregaux

 

¿Y en Europa? Aquí las exposiciones internacionales tomaban auge. Los países no sólo exhibían su propio potencial industrial artístico y económico sino que querían ver el de sus vecinos, próximos o lejanos. Es en este contexto, en la Exposición Universal de París de 1867 en el que Constant Girard-Perregaux decide presentar el embrión de lo que con los años se convertiría en un icono de la Casa: un tourbillon bajo tres puentes (patentado en los Estados Unidos en 1884 porque en Suiza no había oficina de patentes en aquella época).

Patente GP Tres puentes

El modelo con los puentes de oro y llamado “La Esmeralda” no sería presentado hasta la siguiente exposición de París, en 1889 y en colaboración con su propio hijo, Louis-Constant Girard-Gallet. Los más que excelentes resultados de cronometría acabarían por dejar sus relojes fuera de competición (¡se llevaban todos los premios!) mientras que sus autores eran recompensados con la pertenencia al jurado calificador.

Exposición Universal de París, 1889
Medalla de oro en la Exposición Universal de París, 1889

 

Pocos años antes, en 1880, Constant Girard entregaba al ejército imperial Prusiano un pedido de 1000 relojes “portables” amarrados a un brazalete y cuyo cristal estaba protegido por una rejilla. Recordemos aquí que el cantón de Neuchatel hacía muy poco que había dejado de estar bajo el imperio del Káiser Guillermo. Esos 1000 relojes estaban destinados a los oficiales, y de alguna forma confirman el camino innovador de la industria aplicada a lo militar.

Primer GP de pulsera
Reloj comisionado por el Kaiser Guillermo

 

A la muerte de su padre en 1903, Louis-Constant Girard marca los dos hitos más importantes de la historia de la casa relojera hasta el momento: por un lado la engrandece adquiriendo el enorme legado de Bautte en 1906 (ver primer párrafo), pero por el otro se ve obligado a venderlo todo en 1928 debido a la caída de las bolsas mundiales en lo que vino después a llamarse la Gran Depresión. El comprador fue otro relojero llamado Otto Graef, que a la sazón era propietario de una marca llamada Manufacture Internationale de Montres en Or, esto es, MIMO (nada que ver con Mido) y al que por su particular forma de comercialización y distribución las cosas le habían ido mucho mejor que a GP.

MIMO y GP
MIMO, propietario de Girard Perregaux

 

Lo que le interesaba a Graef era el mercado americano, donde GP había tenido un enorme éxito, a pesar de que precisamente ahora –primeros años 30- estuviera en bancarrota. Pero no se limitó a usar la red de distribución de Girard Perregaux: los Graef eran expertos relojeros y registraron una respetable lista de patentes a lo largo de su historia, entre las que se cuentan un sistema de pulseras intercambiables (1933), una regla de cálculo (1942), una indicación de las distintas zonas horarias (1946) o una alarma con amplificador de sonido en la caja (1949), todo ello para relojes de pulsera.

Gyromatic
Automático extraplano

Con estos precedentes no es extraño que en 1953 se creara todo un departamento de I+D, de donde salió el Gyromatic, un calibre automático extraplano, seguido en 1965 del Gyromatic HF, que latía a 36.000 oscilaciones por hora, lo que permitía enviar a los concursos de cronometría relojes de estricta serie en lugar de “máquinas de competición” específicamente creadas y preparadas. Esta innovación le supuso a Girard Perregaux el Premio Centenario del Observatorio de Neuchâtel en 1966. No es extraño entonces que una de las colecciones emblemáticas de Girard-Perregaux se llame precisamente 1966

Premio centenario 1966 para GP
Premio centenario 1966

Se acercaban tiempos oscuros para la relojería suiza y los fabricantes intentaron hacerles frente con el “Centre Electronique Horloger” para investigar sobre el cuarzo, pero GP eligió seguir su propio camino y en la feria Basilea de 1971 presentó el primer reloj de cuarzo fabricado industrialmente en Suiza. Fue el primero en el mundo en estar equipado con un movimiento de cuarzo batiendo a 32.768 herzios, la frecuencia ahora universalmente utilizada por todos los fabricantes.

Los cuarzos de Girard Perregaux
Los primeros cuarzos de Girard Perregaux

 

Girard Perregaux Laureato
Diseño del Laureato

De esta época (1975) es el primer Laureato, un reloj deportivo de acero que equipaba precisamente un movimiento de cuarzo en estándares cronométricos. Pero los años oscuros con aire japonés acabaron llegando a Suiza y terminaron con buena parte de la industria: en sólo diez años se pasó de los 150.000 relojeros que había a finales de los años 60 a sólo 30.000. Una vez más, Girard Perregaux consigue salir adelante gracias al genio de su ahora lejano fundador: en 1981 se presenta la primera de una serie de 20 reediciones de la obra maestra de Constant Girard-Perregaux, totalmente idéntica a la original de 1889. Esto se logró tomando un reloj del siglo XIX, rediseñando todos sus componentes para poder producirlos en la maquinaria moderna y poniendo la atención en los acabados a mano: para producir una sola pieza fueron necesarias no menos de 1.500 horas de trabajo.

Girard Perregaux La Esmeralda
La Esmeralda, de nuevo

Pero ¿quién necesitaba un reloj de bolsillo a finales del siglo XX? Con la mirada puesta en el bicentenario la marca se propone reeditar los tres puentes de oro en un reloj de pulsera. Así pues, en abril de 1991, en la Feria anual de Basilea, se presentó el primer Tourbillon con Tres Puentes de Oro. El lanzamiento fue además un gran éxito comercial, con más de 100 pedidos realizados en la feria.

GP Tres Ponts d'Or de muñeca
GP Tres Ponts d’Or de muñeca

 

Bajo el impulso de Luigi Macaluso, propietario de la empresa desde 1992, se prioriza el calibre mecánico sobre el de cuarzo y el departamento de investigación comenzó a trabajar en dos nuevos movimientos automáticos destinados a equipar la mayor parte de la colección Girard-Perregaux. Presentados en 1994 y denominados respectivamente GP 3000 y GP 3100, debían servir de base para una serie de avances cuyos efectos se pueden ver incluso hoy. Ese mismo año da comienzo una asociación con el fabricante automovilístico Ferrari que se alargaría diez años.

Calibre GP-3300
Calibre GP-3300, que equipa al Laureato

En 1999, el Tourbillon bajo tres puentes de oro fue equipado con un micro rotor «invisible» que lo hacía automático mientras salvaguardaba su impresionante arquitectura. Ese mismo año, el proceso de miniaturización aplicado a nuevos movimientos permitió a la Manufactura presentar un calibre cronómetro dentro de reloj de tamaño femenino. Por primera vez, estos nuevos modelos no se presentaron en Basilea sino en Ginebra, en el Salón Internacional de la Alta Relojería (SIHH).

SIHH
Salon International de l’Haute Horloherie

 

Para 2006 se había introducido una gama completa de movimientos de cuarzo, así como dos movimientos automáticos, uno para mujer y otro de mayor diámetro. En 2008, Girard-Perregaux presentó el revolucionario Constant Escapement (movimiento con escape de fuerza constante), que incluía numerosos elementos fabricados en silicio. Esto le supuso en 2013 ganar el premio Aiguille d’Or, el más preciado del Gran Premio de Relojería de Ginebra.

GP Constant Escapement
Escape Constante de Girard Perregaux
GP Constant Escapement
Detalle del Escape Constante

 

Después de la inesperada muerte de Luigi Macaluso en 2010 (tenía 62 años) el grupo SoWind, matriz de Girard Perregaux, pasó –en 2014- a la órbita del grupo ahora de lujo Kering, propietario a su vez de Ulysse Nardin. Desde 2015 está al frente de la marca Antonio Calce, profesional de larga trayectoria en el sector con experiencia en Panerai y Corum. Hoy, mediados de 2018, la marca se reafirma en la línea iniciada por Macaluso: Alta Relojería (unas 200 piezas al año) y relojería de lujo (alrededor de 10.000 piezas por año). Están reduciendo los puntos de venta (había unos 400, el objetivo es llegar a los 260) y quieren cuidar el valor de sus relojes: vigilan muy de cerca el mercado gris (mercado paralelo con fuertes descuentos) y en 2015 se realizó una recompra (buyback) precisamente para atajarlo. No sólo eso: están dispuestos a regular la producción según la demanda (sellout), lo que para mí no deja de ser una –agradable- novedad vista la locura en la que están inmersos algunos grupos relojeros.

Antonio Calce, CEO de GP
Antonio Calce, CEO de GP

 

¿Y Jean Richard, la hermana pequeña? En palabras de Calce, va a seguir durmiendo hasta que se logre el objetivo de situar a Girard Perregaux donde se ha propuesto. Y, en mi opinión, un Laureato Crono con calibre de manufactura por 14.000 francos suizos parece un buen inicio.

GP Laureato Chrono
Laureato Cronógrafo

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