Heuer Carrera Calibre 11

El Primero y los primeros: cronógrafos automáticos y el “Project 99”

Este capítulo de la historia de la relojería transcurre en la década de los prodigios del siglo XX. Los años sesenta vieron al First man on the moonmundo a un paso de la guerra nuclear, observaron atónitos el nudo y el desenlace de la carrera espacial, apreciaron con una pobre calidad de imagen cómo Neil Armstrong echaba pie a la superficie de nuestro satélite, se convulsionaron con la primavera del sesenta y ocho, escucharon extasiados a cuatro músicos de Liverpool y simpatizaron con el movimiento hippie, paz y amor… y vieron nacer el calibre El Primero y demás cronógrafos automáticos.

El Primero

¿Qué sucedía en la industria relojera? En los sesenta unas cuantas firmas experimentaron su particular “carrera espacial” impulsadas por dos factores: la progresiva imposición de los relojes automáticos y la creciente disminución de la cuota de mercado de los cronógrafos de carga manual, obsoletos a los ojos de los consumidores y aficionados. Había que conseguir por tanto un calibre automático para estos relojes, pero tal logro constituía un auténtico reto de ingeniería, con un nivel de complejidad hasta entonces imposible de resolver satisfactoriamente. Paradójicamente, apenas podían sospechar estas firmas suizas el colapso que sufrirían en la siguiente década, al irrumpir arrolladoramente en el mercado los modelos de cuarzo…

Los primeros pasos

A mediados de la década tres marcas se repartían buena parte del mercado de cronógrafos. Sintéticamente, Omega fabricaba los cronógrafos “espaciales”, Breitling los instrumentos para los aviadores y Heuer los relojes deportivos que utilizaban los pilotos de automovilismo. La primera en plantear seriamente la posibilidad de desarrollar un cronógrafo automático fue precisamente Heuer: a finales de los años cincuenta, una pequeña compañía captó la atención de Charles-Edouard Heuer.

calibre buren intramaticEfectivamente, Buren había patentado en 1954 un movimiento que latía gracias a la carga proporcionada por un micro-rotor dispuesto en el mismo plano que el resto de los componentes del calibre, denominado “Intramatic System”. Permitía una considerable reducción del grosor y Heuer pronto advirtió que tal vez fuera posible añadir un módulo cronográfico a ese conjunto. Sin embargo, ni siquiera combinando el más delgado de los mecanismos cronográficos con el “Intramatic System” era posible conseguir un cronógrafo cuya caja no doblase el grosor de los relojes de la época. Ello hizo desistir temporalmente a Heuer, hasta que en 1962 Buren patentó un nuevo calibre cuyo espesor se reducía en más de un milímetro. Desde ese momento, a Heuer sólo le restaba encontrar quien fabricase el módulo cronográfico más pequeño posible.

El especialista

dubois-depraz-modulosFundada en 1901, Dubois-Depraz no fabricaba relojes ni movimientos, pero había labrado su reputación realizando modificaciones en calibres base de importantes firmas, liderando el mercado de las denominadas “complicaciones”. Se entendían como tales -entonces y ahora- aquellas funciones suplementarias a las indicaciones básicas del reloj (hora, minutos y segundos). Dubois-Depraz modificaba los calibres de prestigiosas casas añadiéndoles funciones de calendario, reserva de marcha, cronógrafo u otras. Era, en suma, el especialista capaz de miniaturizar un módulo cronográfico que pudiera combinarse con el “Intramatic System”. Heuer debió sentirse muy sorprendida cuando, al tratar el asunto que les rondaba por la cabeza, descubrió que el presidente de Dubois-Depraz, a la sazón Gerald Dubois, ya había contactado con Buren con idéntico propósito.

Establecida la alianza a tres bandas, el trío de compañías tenía claro el concepto modular del nuevo cronógrafo -base Buren con micro-rotor y módulo cronográfico de Dubois-Depraz, ambos ultraplanos -. Este nuevo calibre recibió el nombre de “Chronomatic”. Restaban por superar tres problemas. El propio diseño y desarrollo del calibre, mantener en estricto secreto su fabricación y…obtener el capital necesario para todo ello.

Un socio capitalista…o mejor dos

Charles-Edouard y Jack HeuerEl progresivo declive de ventas de los modelos cronógrafos había impulsado a varias marcas, encabezadas por Heuer-Leonidas y Breitling, a crear un organismo conocido como Association of Swiss Chronograph Manufacturers. Liderado por ambas firmas, propició un buen entendimiento entre Jack Heuer, hijo de Charles-Edouard Heuer, y Willy Breitling. Ambos eran conscientes de que el modo de recuperar las ventas del tipo de reloj en el que sus compañías eran líderes pasaba necesariamente por conseguir su automatización. Fue Jack Heuer quien propuso asociarse para obtener el ansiado objetivo. En sus propias palabras, tal alianza tenía una sólida lógica comercial: “Heuer era una marca muy fuerte en los Estados Unidos y en los mercados de Reino Unido, pero más débil en Europa. Breitling, por el contrario, era fuerte en Italia y Francia, pero tenía poca presencia en Estados Unidos y Reino Unido. Ambos necesitábamos un cronógrafo automático y su desarrollo sería dificultoso para los dos si trabajábamos por separado. Esta era una oportunidad perfecta para crear una asociación en la que ambas partes, aun siendo rivales, pudieran reforzar sus posiciones.”

El resultado de la colaboraciónEl acuerdo de colaboración a cuatro bandas entre Breitling, Heuer, Buren y Dubois-Depraz para el diseño y fabricación de un calibre automático con función cronógrafo se rubricó en Enero de 1966. Obsesionados con mantener en secreto sus objetivos, el cuarteto asignó el nombre en clave de Project 99 a su programa. Incluso se prohibió a los operarios utilizar las palabras “cronógrafo automático” durante el proceso. Dado que desde el punto de vista técnico el trabajo más complejo recaía sobre Dubois-Depraz, al tener que desarrollar el módulo cronográfico desde cero, la dirección del proyecto fue asignada a Gerald Dubois. Pero aún restaba un quinto socio por incorporarse. En el mismo año 1966, la firma Buren fue adquirida por Hamilton Watch Company, una de las firmas históricas de los Estados Unidos. Hacia la primavera de 1968 el proyecto avanzaba a buen ritmo y el consorcio ya disponía de los prototipos del calibre, listos para ser sometidos a las pruebas que certificaran su fiabilidad. El nuevo movimiento tenía una altura de 7,7 milímetros y latía a 19.800 alternancias “alimentado” por un micro-rotor situado por debajo del módulo cronográfico, tal y como se había diseñado desde el principio.

Una competencia feroz…

Martel, fabricante de cronógrafos y complicacionesPero con toda lógica, otras firmas también advertieron el previsible beneficio de fabricar y comercializar el primer cronógrafo de carga automática. Zenith-Movado había iniciado sus pasos en 1962, con el objetivo de presentar sus modelos cronógrafos automáticos en 1965, la fecha de su centenario. Zenith fabricaba sus propios movimientos tanto para su línea de cronógrafos -bastante reducida- como de relojes militares. Tras adquirir la Martel Watch Company, dedicada a la fabricación de movimientos para cronógrafos y relojes con otras complicaciones, Zenith se vio más respaldada y decidió entrar en competencia con el grupo liderado por Heuer y Breitling.

Seiko en Tokio 1964Por si fuera poco, en tierras bien lejanas, otra marca emergente parecía dispuesta a vencer en esta pugna. Los japoneses de Seiko se habían mostrado muy activos desde el inicio de la década, obteniendo varios éxitos en las competiciones del Observatorio Suizo de Cronómetros. Y en 1964 ostentaron orgullosos la designación como Cronometrador Oficial de los Juegos Olímpicos de Tokio y casi al mismo tiempo comercializaron su primer cronógrafo, con un solo contador de sesenta segundos. Tres años después, en 1967, Seiko decidía desarrollar su propio cronógrafo de carga automática. Se incorporaba a la carrera en último lugar pero aprovecharía al máximo los siguientes meses…

Se precipitan los acontecimientos…

¡Notición! Zenith se adelanta con su PrimeroEl 10 de Enero de 1969 el quinteto propietario del “Chronomatic” recibió una sacudida considerable. Ese día, Zenith convocó en Suiza una rueda de prensa para presentar varios prototipos de su primer cronógrafo automático, al que bautizó con el retador nombre de “El Primero”. Aquella rueda de prensa alcanzó en los medios de comunicación escaso eco más allá del ámbito regional. Los cronógrafos presentados, totalmente singulares a los ojos de cualquier ley de patentes, portaban calibres con un rotor que oscilaba por encima de todo el movimiento. En un alarde de ingeniería, tenían unas dimensiones alrededor de un milímetro menores en diámetro y altura respecto al Chronomatic y latían a nada menos que 36.000 vph, permitiendo una exactitud del orden de la décima de segundo.

El consorcio contraatacaEspoleados por el acontecimiento, Heuer, Breitling y Hamilton-Buren decidieron dar a conocer sus prototipos con una apabullante puesta en escena que se desarrolló simultáneamente en el Hotel Intercontinental de Ginebra y el PanAm Building de Nueva York, el 3 de Marzo de 1969. Al evento comparecieron numerosos medios de comunicación y fue presentado en la sede de Ginebra por Gerald Bauer, presidente de la Federación Relojera Suiza. Incluso varios prototipos fueron sorteados entre los asistentes. El impacto publicitario fue tal, que en el número de Marzo del “Swiss Watch and Jewelry Journal” los modelos Chronomatic acaparaban un artículo de seis páginas y otras ocho de publicidad. La publicación proclamaba la victoria del consorcio y la interpretaba como ejemplo de la supremacía de la industria relojera suiza.
Los nuevos HeuerEn la Feria de Basel de Abril de 1969 varias docenas de modelos Chronomatic captaban la atención del público. El hecho de que Zenith sólo mostrase dos o tres unidades de “El Primero” fue interpretado por Heuer y Breitling como la prueba palpable de los varios meses de trabajo en los que, como sospechaban, aventajaban a su rival. Concretamente, los primeros envíos de Heuer se iniciaron en Mayo, agotándose casi de manera inmediata. En Junio la mayoría de los proveedores ya tenían stock, aunque se mantenía la intensa demanda.

Mientras tanto, en Japón…

Seiko-6139 monocntador Seiko se mostraba absolutamente indiferente a la pugna de las firmas suizas. Insensibles, sus técnicos habían conseguido desarrollar en tiempo récord su propio calibre automático con función cronógrafo. El denominado 6139, era similar al ideado por Zenith, por dimensiones y concepto, con un rotor central situado por encima del calibre. El volante oscilaba a 21.600 vph y disponía de un único acumulador de treinta minutos, a las seis en el dial del reloj. Los primeros ejemplares, con el nombre de SpeedTimer, fueron enviados a los proveedores en Movimiento Seiko 6139Mayo de 1969, comenzando su venta al público en Japón el mes siguiente.Jack Heuer relató cómo, en la Feria de Basel del mes de Abril, el propio presidente de Seiko, Itiro Hattori, le felicitó por el lanzamiento del primer cronógrafo automático sin mencionar que su compañía estuviera a punto de disponer de su propio modelo. No parecía una actitud fingida, pues la propia marca, muchos años después, al rememorar su propia trayectoria histórica, no hizo referencia alguna al calibre 6139. El año 1969 estaba dedicado a otro hito: el lanzamiento del primer reloj de cuarzo de la historia, logro que se apuntó Seiko con su modelo Astron.
Bien podría afirmarse que por parte de Seiko no había ningún problema en que los suizos pugnaran por publicitar sus cronógrafos automáticos como los primeros disponibles en el mercado, tal vez por dos razones fundamentales. Primera, los SpeedTimer eran relojes robustos y económicos y no competían en el mismo segmento que los sofisticados modelos suizos. Y la segunda razón, posiblemente de más peso, quizás fuese que la compañía nipona ya había apostado por otra forma de entender el mundo de la relojería, con las ventas abrumadoramente dictadas por relojes económicos, de fabricación muy sencilla y a pesar de ello mucho más exactos…

Bien, pero… ¿y el resultado de la competición?

Aunque no se puede afirmar que el resultado de esta carrera tecnológica fuera ni mucho menos estéril, podemos asegurar que, en cierto modo, se vió desdibujada por los acontecimientos de la década siguiente. No obstante, bien sabemos los aficionados cuánto acalorado interés despiertan aquellos relojes que fueron, en cualquier aspecto, “los primeros”. Así pues, ¿a quién damos por vencedor?. La respuesta no es sencilla y depende de cómo se formule la pregunta. ¿El primer cronógrafo automático fue el primero en anunciarse?. ¿El primero en estar disponible a la venta?. ¿Aquel o aquellos cuyo desarrollo se inició de manera más temprana?.

El prestigioso experto Jeff Stein advierte en dos fantásticos artículos publicados en los números de Marzo y Mayo de 2008 de International Watch Magazine que, en términos de aceptación y utilización por pilotos de carreras, aviadores, aventureros o deportistas, los relojes del “Grupo Chronomatic” fueron sin lugar a dudas los primeros cronógrafos automáticos. Además estuvieron a disposición de los entusiastas varios meses antes -verano del 69- que “El Primero” de Zenith, cuyas ventas se iniciaron en Octubre de 1969.

Sin embargo, Gisbert L. Brunner, en su artículo “The Great Race of 69” publicado en el número de Diciembre de 2009 de la revista Watch Time, afirma que Zenith fue la primera en presentar al público el cronógrafo automático, Seiko quien primero lo puso a la venta -Junio del 69- y Heuer/Breitling quienes en primer lugar iniciaron su desarrollo…

En fin, usted lector no debe inquietarse en absoluto por estas opiniones, en el caso de poseer uno de los primeros ejemplares del Zenith “El Primero”, del Heuer Mónaco/Carrera o Breitling Navitimer equipados con calibre Chronomatic, o del 6139 SpeedTimer: cualquiera de ellos es una valiosa joya.