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El Calendario Perpetuo, o la eternidad en la muñeca

El Calendario Perpetuo es una de las complicaciones de la alta relojería que resultan más evocadoras y misteriosas, ya que existe algo de mágico en que una máquina mecánica tan pequeña pueda predecir el futuro e informar al que lo lleva del día, la fecha y las fases de la luna de manera exacta.

¿Por qué un Calendario Perpetuo?

La razón fundamental de la existencia del Calendario Perpetuo resulta obvia para todo aquel que haya poseído alguna vez un reloj mecánico con ventanilla de fecha. En primer lugar, los meses no tienen una duración uniforme y hace falta reajustar la rueda de 31 días cuando el mes es más corto; y en segundo lugar, no todos los años duran lo mismo: dado que el año del Calendario Gregoriano, utilizado en la mayoría de los países del mundo, no se corresponde exactamente con lo que dura un año de verdad, añadimos un día extra al mes de febrero de cada año múltiplo de cuatro -excepto los terminados en 00-. Es lo que conocemos como año bisiesto.

Un reloj de cuarzo resuelve las duraciones variables de los meses y el advenimiento periódico de un año bisiesto sin inmutarse, pero para un reloj mecánico gestionar estas variaciones es una hazaña digna de mención. Para los relojeros, la autosuficiencia de sus creaciones ha sido siempre una virtud cardinal, y desde la instauración del calendario Gregoriano, gradualmente adoptado a partir del siglo XVI, se empeñaron en hacer máquinas que acompañaran debidamente el peregrinar de dicho calendario sin atragantarse cada cuatro veintiochos de febrero.

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Como todo en la alta relojería, la precisión en el cálculo del calendario es una cuestión de niveles. En el primero de ellos se encuentra el Calendario Simple, que obliga a ajustar la fecha cinco veces al año. El Calendario Anual muestra un mayor grado de complejidad pues calcula qué mes es y lleva la cuenta de los días que tiene cada uno, gracias a lo cual sólo debe ajustarse una vez cada cuatro años cuando se produce el año bisiesto. En lo más alto se sitúa el Calendario Perpetuo, que además de saber en qué mes estamos, calcula también en qué año y si es bisiesto, de manera que añadirá el 29 de febrero al calendario cuando sea preceptivo.

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Un poco de Historia

El Calendario Anual se incluyó ya en los grandes relojes en 1700, pasando a los relojes de mano en cuanto pudo reducirse su tamaño. Sin embargo, el reloj de mano con Calendario Perpetuo se atribuye al fértil ingenio y los hábiles dedos de Abraham Louis Breguet, aclamado inventor del Tourbillon y relojero de la corte de Luis XVI, a finales del siglo XVIII.

 

Abraham Louis Breguet, a quien se atribuye la invención del Calendario Perpetuo
Abraham Louis Breguet, a quien se atribuye la invención del Calendario Perpetuo

Ya en el siglo XIX, los Calendarios Perpetuos dejaron de ser un elemento insólito en los relojes de gran tamaño, y de vez en cuando se incorporaban también a los relojes de bolsillo. El diseño básico del mecanismo del Calendario Perpetuo, con su singular rueda de estrella, su mecanismo de levas para los meses y su contador de años bisiestos en forma de cruz de Malta, empezaba a darse a conocer, asociándose desde sus albores a la aparición de la compañía Patek Philippe. En 1898 el talento y el ingenio en invención mecánica de Jean Adrien Philippe se vio reconocido con la patente suiza N. º 1018 que protege el diseño del mecanismo de Calendario Perpetuo Patek Philippe.

El Patek Philippe N. º 97 975 había sido construido en dicha fecha y constaba de fases lunares, indicaciones de fecha, día de la semana y mes. Pero no fue hasta 1925 cuando se introdujo en una caja de reloj de pulsera, para ser comprado por Thomas Emery en 1927. Presentaba cuatro esferas secundarias, colocadas simétricamente como puntos de una brújula, dos agujas “espada” en acero azulado recorriendo la hora y una tercera aguja para señalar la fecha. Su caja, además, mostraba un precioso labrado en las asas que lo sujetaban a la correa. Además de sus Complicaciones, todos los indicadores eran de salto automático. El lanzamiento de este reloj marcó un momento crucial en el mundo de la relojería, ya que permitió que el reloj de pulsera cumpliese la mayoría de edad.

El 97 975 de Patek Philippe, primer reloj de pulsera con Calendario Perpetuo
El 97 975 de Patek Philippe, primer reloj de pulsera con Calendario Perpetuo

Sin embargo, la culminación de la incorporación del Calendario Perpetuo al reloj de pulsera no se produciría hasta 1941, con la aparición del Patek Philippe Ref. 1526, el primer reloj de estas características producido en serie. Equipado con calibre de cuerda manual 12-120 Q, fue producido entre 1941 y 1952, y estableció la configuración característica de la esfera de dos ventanillas rectangulares indicando el día del mes en la parte superior de la esfera, con las fases de la luna y la fecha en una esfera auxiliar central debajo.

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El diseño del Patek Philippe N.º 1526, un icono desde 1941

Durante las cuatro décadas posteriores, este diseño de la esfera se convirtió en un axioma de la relojería. A este modelo Patek Philippe le siguieron otros, como el 2497 y el 2438/I, en los años 50 y el 3448 en 1962, un reloj de pulsera automático con su célebre calibre 27 460 Q, y el 3450, a mediados de los 80, último de esta ilustre línea. Otras marcas incorporaron también esta Complicación a sus relojes, y el Calendario Perpetuo se convirtió en una de las prestaciones esenciales ofrecidas por las marcas relojeras de lujo.

Ya en 1985, asistimos al resurgir de los relojes mecánicos complicados, cuya supervivencia se había visto comprometida con la aparición de los movimientos japoneses de cuarzo, gracias a la aparición del Patek Philippe 3940, equipado con el calibre 240 Q y caracterizado por un minirrotor planetario de oro de 22 quilates encastado en el movimiento. La arquitectura de este calibre permitía hacer relojes más finos, y cuando el movimiento se transformó en un Calendario Perpetuo con 275 piezas, solamente medía 3’75 mm de grosor, una proeza casi milagrosa. Este modelo, y los que se han ido sucediendo hasta nuestros días, cambió un poco de imagen, pero mantuvo la elegancia esencial de sus predecesores.

1985: dos problemas sin resolver

Sin embargo, y pese a los grandes avances, hasta 1985 los Calendarios Perpetuos tenían un gran inconveniente: las indicaciones del día de la semana, la fecha, el mes, el año y la Fase Lunar no estaban sincronizadas. Eso significaba que cada vez que se le paraba a uno el reloj tenía que cambiar cada una de las indicaciones y desempolvar el almanaque de bolsillo para determinar la Fase Lunar correcta antes de ajustar el reloj.
En 1985, Kurt Klaus, entonces jefe de I+D de IWC y hoy uno de los más afamados y reconocidos maestros relojeros de nuestro tiempo, simplificó radicalmente el Calendario Perpetuo: además de crear un reloj técnicamente superior que mostraba los cuatro dígitos del año, diseñó el Da Vinci, de IWC, un reloj en el que toda la información del día de la semana, la fecha, el mes, el año y la Fase Lunar estuviera sincronizada. Así, si a uno se le paraba el reloj, lo único que tenía que hacer era tirar de la corona y ponerlo en la fecha correcta, y todo lo demás se corregía automáticamente.

IWC Da Vinci

A pesar de que el Calendario Perpetuo Sincronizado de IWC fue toda una revelación, seguía teniendo un problema: si se adelantaba accidentalmente la fecha, no había manera de hacerla retroceder. Además, cuando se viajaba a zonas horarias anteriores era necesario detener el reloj hasta alcanzar la hora correcta, dado que una vez pasado el umbral de la medianoche, era imposible dar marcha atrás a la fecha.

 

El Ulysse Nardin Perpetual Calendar, la solución
El Ulysse Nardin Perpetual Calendar, la solución

Ludwig Oechslin, a la sazón director técnico de Ulysse Nardin, dio con la solución mientras trabajaba en el famoso Reloj Farnesiano. Descubrió los engranajes epicíclicos, en los que el engranaje más pequeño se colocaba en el perímetro de otro más grande, y los aplicó para crear el primer modelo Perpetual Calendar de Ulysse Nardin en 1996. Para mover su mecanismo de calendario solamente dependía de trenes de engranaje, y no de muelles, por lo que cada indicación podía ajustarse rápidamente hacia delante y hacia atrás.

Por eso, en 2100, que pese a ser bisiesto no tendrá un día extra en febrero, todos los relojes con Calendario Perpetuo del mercado deberán llevarse a fábrica para corregir esta desviación, excepto los Ulysse Nardin, cuyos propietarios podrán ajustar cambiando únicamente y de manera independiente el día de la semana.

El Perpetual 1 de H. Moser & Cie., la última generación
El Perpetual 1 de H. Moser & Cie., la última generación

Llegados al 2005, el de Ulysse Nardin era el Calendario Perpetuo sincronizado más avanzado del planeta, hasta que apareció el Perpetual 1 de H. Moser & Cie., diseñado por Andreas Strehler, con el último avance: el Calendario Instantáneo. Con un sistema especial de corona de doble pulsación, y gracias al uso de dos discos de fecha superpuestos, uno con los días del 1 al 14 y el otro del 15 al 31, consiguió que la fecha salte del final de un mes al principio del siguiente sin necesidad de pasos intermedios. Es decir, que desde el punto de vista de las prestaciones, el Perpetual 1 convierte a Moser en líder actual del mercado.

De esta manera, la Alta Relojería ha conseguido domar el devenir del tiempo y sus irregularidades y en la actualidad las marcas siguen avanzando día a día con nuevos y variados prodigios para poder encerrar en nuestras muñecas un pedacito de eternidad.