Presentación mundial del Hydrologist Watchmaker, lo que ellos llaman un feliz encuentro entre la Alta Relojería y la mecánica de fluidos. El padre más visible de la criatura (hay un total de seis) es el polifacético Vincent Perriard, auténtico genio del marketing capaz de hacer que Concord ganara la Aguja de Oro de Ginebra de 2008 para después marcharse a Technomarine y poner sus cifras ventas en órbita. También ha trabajado para Audemars Piguet y llegó a ser vicepresidente de Swatch Group bajo el mando del desaperecido Nicolas Hayek. Todo un carrerón. La presentación tuvo lugar en el Palace, que debe ser un chiste interno (private joke, le llaman) para denominar el único edificio de lona (una carpa, vaya) de todo Baselworld, pero que irónicamente alberga lo más granado de los independientes (con permiso de la AHCI)
Aquí, como en muchos lugares de la feria relojera más importante del mundo, se reunieron auténticos pirados de la cosa. Y si no, fijaos en el asistente que tenía a mi lado, equipado para el fin del mundo y más allá.
Un poco más de detalle para intentar descubrir de qué marca es el tourbillon ue calza en la muñeca derecha. No parece un Breguet, mientras sí parecería claro que lo que luce en la derecha es un Speake Marin (con cuya esposa he estado hablando hoy mismo en su stand…)
Éxito de convocatoria, teniendo en cuenta que hoy era día sólo de prensa. ¡Si hasta vinieron Johnny Depp y el exministro Blanco! (bueno, vale, hay que ponerle un tanto de imaginación…)
Salta a la arena la estrella mediática y nos cuenta lo que prácticamente ya sabemos, porque se ha preocupado de ir soltando la información con precisión quirúrgica de manera que es precisamente ahora cuando todas las piezas encajan. Presenta al equipo, al artífice del invento (un ingeniero teólogo ) pero sobre todo el proyecto: el H1 sólo es el principio, porque ya tienen en proceso el H2, H3 y H4.
Y con fechas, además. También habla de unos precios que posiblemente a causa de esa enfermedad llamada CRI que afecta a casi todos los que pululamos por aquí a mí me parecen razonables: el H1 costará entre 40.000 (acero) y 65.000 CHF (oro) para una maravilla micromecánica que además es bonita (bueno, a mí me gusta).
La trasera nos resitúa en una tradición relojera de la que a primera vista el H1 parecía alejado
Las explicaciones técnicas del monje astronauta Lucien Vouillamoz nos tenían a todos fascinados. Vean la cara de abducidos de los presentes…
Y es que no era para menos: la cantidad de disciplinas combinadas en este proyecto hace pensar en equipos de pioneros de otras épocas explorando terrenos que la mayoría ni siquiera considera porque su lógica les dice que no vale la pena… como reza la firma de alguno (atribuída a Einstein): «Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo…»
Por ejemplo: cómo soplar un vidrio del grosor de un spaghetti, con las paredes perfectamente regulares y meterle luego dentro dos líquidos distintos separados por un menisco de aire que no puedan mezclarse bajo nnguna circunstancia… y bombeados por pistones accionados mecánicamente.
Se supone que este artilugio servía para explicar el funcionamiento, pero por las caras que vi dudo que nadie lo entendiera a la primera. Y eso me incluye.
Mide 48,8mm (potente, sí), presenta una corona roscada recubierta de caucho, protector decorativo que viene desde las 5, grosor 17,9mm, zafiro abombado con AR interno y fondo de zafiro roscado. Regulador a las 12, segundos a las 9:30 y reserva de marcha a las 2:30. Las horas, obviamente, los marca el fluido luminiscente… Habrá que seguir de cerca a los chicos de HyT.