LuisG
Tropicalizado
Sin verificar
Vintage, Amigos & Cia, al 03/04/2013:los relojes de los domingos de nuestros abuelos
O padres.
Esos cajones que nunca se acaban, esas cajas que siempre esconden cosas y a veces dan sorpresas. Las más de las veces modestas, pero muy de vez en cuando, para gozo de los afortunados, fantásticas.
Les muestro una de las primeras, un reloj reaparecido la semana pasada cuando apenas nadie en la familia se acordaba de él y se le había perdido la pista. Perteneció al abuelo de mi mujer, que ahora andaría cerca de los 100 años.
Lo que llama la atención del reloj, en su modestia, es la caja. Un sencillo Herodia, marca popular (en ambos sentidos) en la España de mediados del s. XX, con un calibre igualmente sencillo, c. 1950, un FHF 26 de puro combate (estéticamente cercano al AS 1130, por cierto)... pero orgullosamente firmado y con caja de oro. También firmada.
Se me escapa qué podía hacer que relojes tan sencillos fueran montados en caja de oro, aunque de lámina fina. Probablemente fuera el reloj de ir a misa, el de los domingos, el de las fiestas de guardar y las conmemoraciones especiales.
El reloj de presumir.
Son síntomas y costumbres de otros tiempos, que llegan a nosotros gracias a estos relojes.
Este ha reaparecido abollado y sin tija ni corona, pero me atrevería a decir que en cuanto se le ponga arrancará a andar como un campeón... achacoso pero fuerte y orgulloso.
O padres.
Esos cajones que nunca se acaban, esas cajas que siempre esconden cosas y a veces dan sorpresas. Las más de las veces modestas, pero muy de vez en cuando, para gozo de los afortunados, fantásticas.
Les muestro una de las primeras, un reloj reaparecido la semana pasada cuando apenas nadie en la familia se acordaba de él y se le había perdido la pista. Perteneció al abuelo de mi mujer, que ahora andaría cerca de los 100 años.
Lo que llama la atención del reloj, en su modestia, es la caja. Un sencillo Herodia, marca popular (en ambos sentidos) en la España de mediados del s. XX, con un calibre igualmente sencillo, c. 1950, un FHF 26 de puro combate (estéticamente cercano al AS 1130, por cierto)... pero orgullosamente firmado y con caja de oro. También firmada.
Se me escapa qué podía hacer que relojes tan sencillos fueran montados en caja de oro, aunque de lámina fina. Probablemente fuera el reloj de ir a misa, el de los domingos, el de las fiestas de guardar y las conmemoraciones especiales.
El reloj de presumir.
Son síntomas y costumbres de otros tiempos, que llegan a nosotros gracias a estos relojes.
Este ha reaparecido abollado y sin tija ni corona, pero me atrevería a decir que en cuanto se le ponga arrancará a andar como un campeón... achacoso pero fuerte y orgulloso.