R
roberzal
Forer@ Senior
Sin verificar
Este fin de semana he vivido una experiencia realmente gratificante.
Como mi pasión por los relojes va diversificándose y mutando cuan virus infeccioso, el sabado pasado aproveché que no tenia otra cosa mejor que hacer y fuí con mi mujer (tan apasionada por los rejoles como yo o más) a comprar dos relojes antigüos de pared con sonería. Fuí a un anticuário y me atendío muy amablemente un señor de unos 60 años que muy amablemente me describió cada uno de los relojes. Pero el caviar llegó cuando llegó el padre, con 85 años y comenzó a desplegar sus conocimientos sobre relojes de pared. Fué sencillamente impresionante. Un hombre con una vitalidad increible al cual le brillaban los ojos cada vez que contaba una anécdota de relojes. Fue una verdadera lección de pasión y de entrega a una afición. Cuano ese hombre muera se habrán perdido un monton de experiencias que no se volverán a repetir.
Así que iba a por uno y me llevé tres, y lo que es mejor, el hombre, con 85 años, el domingo a las 12 de la mañana estaba subido a una banqueta, en el saón de mi casa, afinando de oido el funcionamiento y la sonería de los relojes de pared.
Yo estaba de pies junto al él siendo testigo de que seguramente mis hijos nunca verían a un hombre afinar de oido un reloj de pared.
Así que ayer dormí la siesta en el sofá de mi casa oyendo el tictac de los relojes y amenizado a cada media hora con las horarias de mis relojes. Exactamente igual que la dormía cuando, con 2 años, la dormia en casa de mi abuelo.
Como mi pasión por los relojes va diversificándose y mutando cuan virus infeccioso, el sabado pasado aproveché que no tenia otra cosa mejor que hacer y fuí con mi mujer (tan apasionada por los rejoles como yo o más) a comprar dos relojes antigüos de pared con sonería. Fuí a un anticuário y me atendío muy amablemente un señor de unos 60 años que muy amablemente me describió cada uno de los relojes. Pero el caviar llegó cuando llegó el padre, con 85 años y comenzó a desplegar sus conocimientos sobre relojes de pared. Fué sencillamente impresionante. Un hombre con una vitalidad increible al cual le brillaban los ojos cada vez que contaba una anécdota de relojes. Fue una verdadera lección de pasión y de entrega a una afición. Cuano ese hombre muera se habrán perdido un monton de experiencias que no se volverán a repetir.
Así que iba a por uno y me llevé tres, y lo que es mejor, el hombre, con 85 años, el domingo a las 12 de la mañana estaba subido a una banqueta, en el saón de mi casa, afinando de oido el funcionamiento y la sonería de los relojes de pared.
Yo estaba de pies junto al él siendo testigo de que seguramente mis hijos nunca verían a un hombre afinar de oido un reloj de pared.
Así que ayer dormí la siesta en el sofá de mi casa oyendo el tictac de los relojes y amenizado a cada media hora con las horarias de mis relojes. Exactamente igual que la dormía cuando, con 2 años, la dormia en casa de mi abuelo.