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Una de un relojero mexicano...

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Me llegó por correo electrónico de el diario El Universal de circulación nacional, se me hizo interesante y pues quiero compartirlo con ustedes.

Solamente vean todo lo especial que rodea el mundo de un relojero, siempre anécdotas interesantes con calidez humana, algo que caracteriza a nuestra afición y por el cual tenemos esta CRI.

Saludos!



Un relojero de grandes horas
Luis Hernández Estrada, el encargado de reparar los relojes monumentales de la ciudad, nos cuenta sus andanzas por Suiza, Egipto e Inglaterra, conociendo célebres piezas para medir el tiempo

El espectáculo atrae a muchos de los transeúntes del Centro Histórico de la ciudad de México y los obliga a detener su veloz caminata: cada hora, frente a la sede del Centro Relojero de México (en el edificio de Palma 33), anunciada por el reloj de la fachada del inmueble, una serie de muñecos y campanas aparecen por cuatro compuertas al ritmo de las notas de El Cascanueces.
Quizá pocos de los espectadores saben que, además, en la carátula (la esfera, carátula para los mexicanos) del gigantesco reloj se registran las fases lunares, por lo cual es único en el mundo.

Luis Hernández Estrada, quien hace tiempo restauró el singular reloj, explica que la maquinaria fue construida en Londres, en 1895, y que originalmente daba la hora en una iglesia de Xochimilco. Don Luis también ha vuelto a echar a andar otros relojes monumentales de la ciudad, entre ellos, el que corona el edificio Félix F. Palavicini, sede de EL UNIVERSAL.



El “tic tac” de la vocación

Don Luis platica que su vocación de relojero se anunció cuando, hurgando en un buró, encontró el reloj de bolsillo de su abuelo y se sintió fascinado por el suave "tic tac" que producía.

En otra ocasión, acompañó a un tío que fue a ayudar al encargado de darle cuerda al famoso reloj de Pachuca. Esta pieza fue obsequiada hace un siglo a la capital hidalguense por los mineros ingleses y construida por los mismos fabricantes del Big Ben de Londres.

Cuando estudiaba en el Centro Relojero Suizo de la ciudad de México, gracias a una beca de la Federación de relojeros de aquella nación, viajó al país helvético para asistir al Centre de Formation Swatch Group, en la localidad de Neuchatel, donde capacitan a relojeros de todo el mundo.



Relojes de leyenda

Nuevas visitas a Suiza se sucederían en los siguientes años y al término de una de ellas, don Luis siguió camino hasta Egipto, donde quedó cautivado ante una clepsidra de alabastro de 3 mil años de antigüedad, exhibida en el museo de Luxor. Este reloj de agua era utilizado por los médicos, para medir las pulsaciones cardiacas.

El mexicano aprovechó su estancia en la tierra de los faraones, para averiguar la antigua técnica con que se fabricaban los relojes de arena, utilizando la del desierto, molida y hervida en vino. Luego de serenarse, la arena era secada al sol.

Inglaterra fue otro de los países visitados por Hernández Estrada, para plantar el pie en la localidad de Greenwich, donde se localiza la línea que divide los meridianos 0 y 24, así como un museo de relojes antiguos.

Desde luego, también tuvo contacto con el legendario Big Ben de Londres y gracias a las gestiones de un funcionario inglés que había conocido en México, pudo observar su mecanismo de 20 toneladas de peso, instalado en el interior de la torre de 120 metros de altura, junto a la abadía de Westminster.

"Me avisaron que me habían otorgado el permiso para entrar al Big Ben. Soy el segundo mexicano que logró tal privilegio. El primero es Leonel Olvera, relojero de Zacatlán, Puebla", nos cuenta don Luis.

Agrega que, durante la Segunda Guerra Mundial el Big Ben se salvó de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, gracias a las instrucciones giradas por Adolfo Hitler a sus pilotos, de no hacerle daño.



El rescate del reloj Otomano

Don Luis nos cuenta otras historias de relojes monumentales, como la del Otomano, que se ubica en el cruce de Bolívar y Venustiano Carranza, aquí en la ciudad de México, obsequiado por la comunidad otomana.

Con su maquinaria de origen francés coronada por tres campanas rematadas con un árbol de roble metálico, había sufrido graves daños durante la Decena Trágica (evento histórico donde se atrincheraron en un edificio de la ciudad de México unos rebeldes demócratas cuando el dictador Victoriano Huerta dió golpe de Estado al primer presidente electo democráticamente en México, Francisco I. Madero, en la década de los 20's, hubo revueltas, tiros, cañonazos y pues el guachito salió afectado...:D) y había perdido el jardín que lo rodeaba, con su respectiva fuente coronada por la escultura metálica de una ranita, que por cierto desapareció durante algún tiempo.

"Se pensaba que era de oro y cuando fue recuperada, se le halló una soldadura en el hombro izquierdo. La rompieron para cerciorarse de qué material estaba hecha".

En 1992, cuando el señor Hernández Estrada presidía la Asociación de Relojeros Técnicos Mexicanos, se dio a la tarea de rescatar el "reloj de la ranita", inservible y rodeado de basura.

Cuando lo estaba restaurando, refiere, "llegó un viejito como de 80 años de edad, quien me preguntó: "¿Ahora sí va a tocar el reloj?, porque yo lo escuchaba de niño, cuando venía aquí a jugar", concluye su relato.

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interesante, anda que si derriban el big ben¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ pobres ingleses
 
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