Marco Aurelio
Milpostista
Sin verificar
Me gusta llevar un bolígrafo Parker. Me gusta por como funciona y por como me hace sentir llevarlo. Seguro que en eso influye mucho una anécdota que me contó mi difunto padre. El joven Francisco Cabillas Primero, en mayo de 1940, como parte de la División Azul Española, viajó en un viejo tren hacia el frente ruso-alemán.
Miles de jóvenes risueños atestaban los vagones de los trenes, ignorantes del duro destino que las aguardaba. Mi padre nunca narró penurias, ni estrecheces. En cambio muchas anécdotas y situaciones divertidas, como cuando se le disparó el fusil en la cama jugueteando con él. El breve noviazgo con una enfermera rusa que mi madre detestaba o la canción que cantaban al volver sobre la ropa interior de las chicas conquistadas y que se traían a la vuelta.
No obstante, la mejor anécdota para mi, era la del ladronzuelo que trató de quitarle el bolígrafo Parker y cuando se lo sacó del bolsillo el clip emitió un sonoro “clak”, acentuado por el grosor de la ropa militar. Ese sonido alertó y el y sus amigos que echaron al ladronzuelo del vagón a gorrazos.
Nunca tuvo mi padre un buen bolígrafo o un buen reloj que yo sepa, ni si quiera un coche. Siete hijos si y una vida sencilla y prudente. Chocamos mucho durante mi juventud y soy una persona muy diferente de la que el fué pero estoy seguro que si me viera ahora estaría orgulloso. Por eso siempre tengo un Parker a mano y por eso me gusta chasquear su clip de vez en cuando.
Un saludo a todos.
Miles de jóvenes risueños atestaban los vagones de los trenes, ignorantes del duro destino que las aguardaba. Mi padre nunca narró penurias, ni estrecheces. En cambio muchas anécdotas y situaciones divertidas, como cuando se le disparó el fusil en la cama jugueteando con él. El breve noviazgo con una enfermera rusa que mi madre detestaba o la canción que cantaban al volver sobre la ropa interior de las chicas conquistadas y que se traían a la vuelta.
No obstante, la mejor anécdota para mi, era la del ladronzuelo que trató de quitarle el bolígrafo Parker y cuando se lo sacó del bolsillo el clip emitió un sonoro “clak”, acentuado por el grosor de la ropa militar. Ese sonido alertó y el y sus amigos que echaron al ladronzuelo del vagón a gorrazos.
Nunca tuvo mi padre un buen bolígrafo o un buen reloj que yo sepa, ni si quiera un coche. Siete hijos si y una vida sencilla y prudente. Chocamos mucho durante mi juventud y soy una persona muy diferente de la que el fué pero estoy seguro que si me viera ahora estaría orgulloso. Por eso siempre tengo un Parker a mano y por eso me gusta chasquear su clip de vez en cuando.
Un saludo a todos.