Este verano pasado, en un crucero fluvial que partía de Holanda y llegaba hasta Bélgica, tuve la oportunidad de conocer a un escritor español del que no recuerdo su nombre (lo siento, sólo suelo leer Ciencia Ficción) que llevaba un diario hecho con dibujos. Este caballero iba incluso en sus vacaciones con su libro en blanco, un lapicero, y varios Pilot, y sacaba un ratito al día para plasmar los acontecimientos para él importantes o anecdóticos, así como ansias, miedos e inquietudes.
Os puedo asegurar que era una auténtica maravilla: muy muy muy trabajado e ingenioso.
Recuerdo que el día que lo ví dibujar en el salón de barco me acerqué a hablar con él, y el que me escuchaba al pasar se acercaba y todo el mundo se sorprendía de la obra de este señor de cuyo nombre no puedo acordarme.