Manucdq
Forer@ Senior
Sin verificar
Buenas tardes amigos, presento este hilo para compartir la admiración que hoy he sentido por la presencia e historia de, quién me lo iba a decir a mi, un reloj digital.
Su propietario, un ex conductor de autobús de línea regular jubilado y pescador. Hace 37 años después de un día duro de trabajo, pasando revista y limpiando los sillones y pasillo de su autocar, encontró barriendo al protagonista de este hilo, como era evidente que alguno de sus cientos de pasajeros que ese día viajaron con el lo había perdido, no pudo hacer más que recogerlo y conservarlo colgando de la cortina que hace de parasol en la luna frontal durante ese verano por si el propietario lo reclamaba, hasta que después de unos meses sin que nadie preguntara por él, evidentemente, se lo quedó. “Brillaba como una patena” afirma, y lo llevó al joyero-relojero del lugar, que fue quien le dijo que ese reloj no era una baratija, “cuarenta y cinco mil pesetas” afirma el señor con cierta inseguridad causada por los estragos de la edad en la memoria, no tengo en cuenta la cifra exacta, en una cosa no se equivocaba, era una cantidad de dinero importante como para gastarlo en un reloj un padre de familia de clase obrera. Lo lleva desde entonces, “sólo tengo que cambiarle la pila, y solo yo se ponerle la hora” una vez le pidió a su yerno que lo llevara a cambiar la batería y este le dijo que lo que tenía que hacer era tirarlo a la basura y comprarse uno nuevo, como quien no sabe lo que es pasar apuros durante una vida, el le respondió, “este lo vas a ver tu!”.
“He estado en el mar, he cogido mejillones con el y siempre lo he llevado en la muñeca”, ahora aquí lo tenéis, con todos ustedes...
gracias por compartir esta emoción, saludos!
Su propietario, un ex conductor de autobús de línea regular jubilado y pescador. Hace 37 años después de un día duro de trabajo, pasando revista y limpiando los sillones y pasillo de su autocar, encontró barriendo al protagonista de este hilo, como era evidente que alguno de sus cientos de pasajeros que ese día viajaron con el lo había perdido, no pudo hacer más que recogerlo y conservarlo colgando de la cortina que hace de parasol en la luna frontal durante ese verano por si el propietario lo reclamaba, hasta que después de unos meses sin que nadie preguntara por él, evidentemente, se lo quedó. “Brillaba como una patena” afirma, y lo llevó al joyero-relojero del lugar, que fue quien le dijo que ese reloj no era una baratija, “cuarenta y cinco mil pesetas” afirma el señor con cierta inseguridad causada por los estragos de la edad en la memoria, no tengo en cuenta la cifra exacta, en una cosa no se equivocaba, era una cantidad de dinero importante como para gastarlo en un reloj un padre de familia de clase obrera. Lo lleva desde entonces, “sólo tengo que cambiarle la pila, y solo yo se ponerle la hora” una vez le pidió a su yerno que lo llevara a cambiar la batería y este le dijo que lo que tenía que hacer era tirarlo a la basura y comprarse uno nuevo, como quien no sabe lo que es pasar apuros durante una vida, el le respondió, “este lo vas a ver tu!”.
“He estado en el mar, he cogido mejillones con el y siempre lo he llevado en la muñeca”, ahora aquí lo tenéis, con todos ustedes...
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