Hispanowatch
Quasi-forer@
Sin verificar
Hola a todos ,
Una de las primeras cosas que hizo mi padre, por aquel entonces un joven inmigrante español que acababa de llegar a Brasil, fue comprarse su primer reloj. Corría el año 1952.
Se trata de un Eska, una marca Suiza de gran difusión por aquel entonces en esa zona del cono sur. En Montevideo y Buenos Aires fueron muy abundantes también. Se veían muchísimos en las muñecas de la gente y abundaban en las ferias o mercados de pulgas (rastro para los españoles, tianguis para los mexicanos) de Buenos Aires y Montevideo.
Si ese españolito hubiese permanecido en España quizás estaría yo hablando ahora de un Cyma o un Dogma.
Pero las marcas suizas tenían más cuota de mercado en unas zonas que en otras, y en Buenos Aires o Montevideo era frecuente tener un Eska o un Águila Suizo, aunque también había muchas otras marcas.
Este Eska es un reloj sencillo y fiable que marca tan sólo la hora y los minutos. Ni tan siquiera tiene segundero.
Destaca la textura de su esfera y sus delicadas manecillas e indicadores. Con una ligera pátina que resalta su personalidad y vivencias.
Vivencias es lo que no le faltan. Salió de Suiza y cruzó el Atlántico, quizás desde un puerto francés o británico. Llegó a Brasil y viajó con su nuevo dueño mucho por ese país llegando a ver el Amazonas. Fueron 14 años de caminos polvorientos de tierra rojiza por tierras brasileras.
Posteriormente su inquieto dueño se trasladó a Buenos Aires, llegando hasta Ushuaia donde se había instalado muchos años antes un tío suyo. Buscando algo más tranquilo que la bulliciosa Buenos Aires se traslada a Montevideo. Fueron en total otros 26 años por tierras rioplatenses.
Cuando ambos empezaban a ser viejitos hicieron su último viaje juntos, cruzaron otra vez el Atlántico y volvieron a la patria de su dueño.
Poco después el corazón del dueño cansado de tanto viaje se paró, pero el del viejo Eska encontró otra muñeca donde seguir latiendo. Una muñeca por donde corre la misma sangre que la de su primer dueño.
A esto deberíamos referirnos cuando hablamos de un reloj con una historia detrás. Es el contexto lo que les da su valor si no tan sólo hablaríamos de una máquina sin más.
No colecciono ni entiendo de relojería, sólo me sé la historia de mis relojes, todos muy antiguos. Soy de momento el custodio de estas piezas hasta que llegue el momento en que mi descendencia preste su muñeca para el relevo.
Un saludo ,
Una de las primeras cosas que hizo mi padre, por aquel entonces un joven inmigrante español que acababa de llegar a Brasil, fue comprarse su primer reloj. Corría el año 1952.
Se trata de un Eska, una marca Suiza de gran difusión por aquel entonces en esa zona del cono sur. En Montevideo y Buenos Aires fueron muy abundantes también. Se veían muchísimos en las muñecas de la gente y abundaban en las ferias o mercados de pulgas (rastro para los españoles, tianguis para los mexicanos) de Buenos Aires y Montevideo.
Si ese españolito hubiese permanecido en España quizás estaría yo hablando ahora de un Cyma o un Dogma.
Pero las marcas suizas tenían más cuota de mercado en unas zonas que en otras, y en Buenos Aires o Montevideo era frecuente tener un Eska o un Águila Suizo, aunque también había muchas otras marcas.
Este Eska es un reloj sencillo y fiable que marca tan sólo la hora y los minutos. Ni tan siquiera tiene segundero.
Destaca la textura de su esfera y sus delicadas manecillas e indicadores. Con una ligera pátina que resalta su personalidad y vivencias.
Vivencias es lo que no le faltan. Salió de Suiza y cruzó el Atlántico, quizás desde un puerto francés o británico. Llegó a Brasil y viajó con su nuevo dueño mucho por ese país llegando a ver el Amazonas. Fueron 14 años de caminos polvorientos de tierra rojiza por tierras brasileras.
Posteriormente su inquieto dueño se trasladó a Buenos Aires, llegando hasta Ushuaia donde se había instalado muchos años antes un tío suyo. Buscando algo más tranquilo que la bulliciosa Buenos Aires se traslada a Montevideo. Fueron en total otros 26 años por tierras rioplatenses.
Cuando ambos empezaban a ser viejitos hicieron su último viaje juntos, cruzaron otra vez el Atlántico y volvieron a la patria de su dueño.
Poco después el corazón del dueño cansado de tanto viaje se paró, pero el del viejo Eska encontró otra muñeca donde seguir latiendo. Una muñeca por donde corre la misma sangre que la de su primer dueño.
A esto deberíamos referirnos cuando hablamos de un reloj con una historia detrás. Es el contexto lo que les da su valor si no tan sólo hablaríamos de una máquina sin más.
No colecciono ni entiendo de relojería, sólo me sé la historia de mis relojes, todos muy antiguos. Soy de momento el custodio de estas piezas hasta que llegue el momento en que mi descendencia preste su muñeca para el relevo.
Un saludo ,