Fínife
Habitual
Sin verificar
Buenos días, mi nombre es Javier y vivo en Avilés. Mi intención es presentarme y a su vez presentar mis relojes.
De mi poco que decir, ingeniero, dos hijos, 50 años, he viajado por trabajo bastante y he vivido en Madrid durante unos cuantos años. Pero adoro mi Asturias natal. Mis otros hobbies son los coches, la gastronomía, el deporte y últimamente el Mar.
De mis relojes, primero una imagen general de los tres:
Como norma general, me gustan todos los relojes. No obstante, cada uno de estos tiene su propia historia y voy a pasar a relatarla brevemente.
Omega Seamaster profesional chronometer 300m
El primer reloj que quise tener básicamente por las películas de 007, si, que le vamos a hacer. Era fan y sigo siendo (menos), pero compré este reloj porque era el que quería y no valoré ninguno más; era este. Es mi compañero de fatigas, mi reloj de diario, y es increíble lo bien fabricado que está.
Destaco su patrón de ondas en la esfera, las agujas esqueletizadas y la válvula de escape de Helio. Para mi es un diver bien diferenciado del resto del mercado. El brazalete original, muy bello en si mismo, me gusta menos que el del Planet Ocean de posterior salida al mercado, así que lo compré y es el que uso las épocas de pulsera. En general, soy más de correa y hebilla para mis relojes, en mi opinión asientan mucho mejor en la muñeca y son más ligeros y cómodos.
Nunca ha dejado de funcionar, le hice una revisión en plena pandemia, por mantenimiento preventivo y a seguir otros 20 años… es tremendo lo buenos que son.
Destaco su comodidad por la ideal altura, resistencia, legibilidad y sobre todas las cosas, a pesar de que está en muy buen estado, todas las marcas que tiene. Todas se las he hecho yo y me encanta el look que le dan. Este es y será toda la vida “Mi Reloj”.
Heuer Mónaco CS 2111 reedición.
Antes de nada, quiero hacer un comentario muy importante para entender el resto de la presentación de esta pieza. Esta versión del Mónaco, puede que sea el reloj menos fotogénico de la historia de la relojería. Os comento.
Con él, me pasó un poco lo que con el Seamaster, un día se convirtió en mi deseo: “Mi cronógrafo”. Supongo que todos los aficionados de cierta edad, recordaréis el revuelo que supuso la reedición del Mónaco, de hecho, recuerdo pocos impactos así en relojería, aunque no sea un experto, con varias portadas en las revistas especializadas.
A mí, en aquella época, me parecía el complemento perfecto al Seamaster, este podía ser el reloj de diario y el Mónaco el cronógrafo y reloj para situaciones más especiales. Lo que ocurría es que, por una parte, no iba a gastarme tanto dinero en relojes en tan corto espacio de tiempo y por otra, me encantaba mi Omega. Para diario, para salir, para vestir; me tenía encandilado.
Un día, entré a ver un Carrera en la boutique del outlet de Las Rozas Village y sin mucha esperanza, pregunté si tenían algún Mónaco. Me contestaron que no solían tener, pero que en ese momento si y me lo enseñó, ya que no estaba expuesto. Recuerdo la primera sensación al verlo, era negro y con correa negra. Frente al azul de mi Seamaster, lucía una elegancia sublime y al ver los dos allí, en el tapete de la relojería… ya está, estaba claro, no había más, me enamoré. Destaco los relieves de los índices (inapreciables en las fotos) la caja cuadrada con sus diferentes pulidos (otra vez, inapreciables en las fotografías), el juego de las grafías de la esfera, con una transferencia de cuadrado a redondo muy cuidada (idem), el plexi curvado y en general, lo cuidado que está el reloj en todos sus detalles. Me encantó, como os digo, me enamoré. Me fui a casa decidido: lo compraría.
¿Y que pasó en casa?. Pues que viendo fotos (tengo que decir que no era fácil en aquella época encontrarlas), me echaba atrás. En las fotos parece un reloj tosco, brutalista: Un mazacote, además con plexiglas; ¿por qué no lo harán con zafiro?, pensaba. Y poco a poco aflojé el interés. He de decir que tenía mi Omega Seamaster en la muñeca y al verlo me olvidaba de mi nuevo amor-amante. ¿Para qué quería más?
Pero ya sabéis, los derroteros de la vida. Volví a Las Rozas, volví a entrar en la boutique y volví a verlo en directo. ¡Qué maravilla! El relieve otra vez, la proporción de las formas, el negro oscuro mezclado con el metal, la curva del plexi y la comodidad. Puesto es mucho más ligero y cómodo de lo que aparenta. Y me fui ilusionado, convencido, esta vez sí.
¿Y al volver a casa? Pues otra vez la misma historia, me volví a hacer preguntas viendo las fotos. Que poco agraciadas son, debo insistir. Y se fue desvaneciendo de mis pensamientos de nuevo. Me olvidé un poco de él.
A estas alturas os preguntaréis si volví… Sí, lo hice: volví por tercera vez porque tenía que verlo, ¿qué estaba pasando?.
Convencido, esta vez me fijaría con más atención en cada detalle, para poder retenerlo en mi memoria, debía ir con tiempo, así que mejor un día por semana para poder dedicárselo. Elegí un día y salí un poco antes del trabajo, iba muy emocionado y decidido. Entré en la boutique y como no, a la tercera va la vencida: Lo habían vendido.
¡Vaya chasco!, qué desilusión. Es una de esas cosas que recuerdas para toda la vida. Reaccioné autoconvenciéndome de que no era para mí, pero sin saberlo, un pequeño puñal se clavó en mi corazón.
Volviendo al presente, claro que me gustan los Mónaco posteriores al reedición y los actuales, con esos zafiros enormes, son una maravilla, pero en aquel momento tuve una sensación de pérdida de oportunidad. No se iba a hacer más en negro. ¡Nunca!. Los siguientes no me llamaban tanto, quería el negro, quería volver a verlo, pero ya no fue posible y poco a poco me olvidé.
Así hasta cumplir los 50. Algo se revolvió dentro de mí y decidí ir a por él. Logicamente debía buscar en el mercado de segunda mano. Vi varias piezas, pero tenía claro que quería comprar una en buen estado. Uno de ellos, lo vendían en Comerzia Watches, así que fui a verlo. Cuando me lo enseñaron, fue muy emocionante. Creedme, para mí, en mi cabeza, era la misma unidad que había dejado escapar hacía 15 años. ¡Qué estado! Absolutamente nuevo, correa nueva y pulido perfecto. Esfera radiante. No le encontré, ni le encuentro un solo defecto. Y claro, me lo llevé a mi casa sin pensarlo. Esta vez si. Me fui radiante de felicidad. Lo miro y veo una historia cerrada. Un vínculo entre mi Mónaco y yo.
Destaco: El increíble porte que tiene la pieza en negro, imposible de apreciar en las fotografías. La historia del Mónaco, un mito de la relojería. Es el colmo del vintage elegante y aunque sea un contrasentido, contemporáneo.
En cuanto a comodidad, como dije en otro foro, el Mónaco maximiza un defecto de los cierres desplegables y es que el reloj busca su posición una vez la mariposa asienta en la muñeca. El reloj ya no se mueve, pero no lo puedes centrar. En un reloj redondo, esto no es tanto problema, pero en uno cuadrado se nota mucho más (y a veces creo que se confunde con ser cabezón, que no lo es) me parece mucho más interesante un cierre de hebilla, que deja el reloj en el centro de la muñeca, y no se mueve más. Además, el plexiglás le da una ligereza que le viene muy bien.
hablando de la fotogenia, he intentado una foto en la que se aprecie mejor su belleza... ahí va
Longines Flagship oro rosa 1960
Solo decir que es el reloj de mi padre, que se fue hace ya 12 años, al que estaba muy unido y que me emociona ponérmelo. Le he hecho un mantenimiento, y hace poco he conseguido el piñón del segundero, que algún relojero desalmado había cortado. Cuando lo instale, espero que vuelva a lucir su movimiento en todo su esplendor.
La pulsera milanesa, con dos nervios, es un caso aparte de belleza y comodidad, pero la pongo poco y tengo una de piel para cuando me apetece llevarlo al trabajo “sin estridencias”. Lo cómodo que es y su belleza, tampoco es apreciable en las fotografías.
Espero que después de esta presentación, conozcáis mejor a Fínife y también espero que hayáis pasado un buen rato leyéndola.
Javier
De mi poco que decir, ingeniero, dos hijos, 50 años, he viajado por trabajo bastante y he vivido en Madrid durante unos cuantos años. Pero adoro mi Asturias natal. Mis otros hobbies son los coches, la gastronomía, el deporte y últimamente el Mar.
De mis relojes, primero una imagen general de los tres:
Como norma general, me gustan todos los relojes. No obstante, cada uno de estos tiene su propia historia y voy a pasar a relatarla brevemente.
Omega Seamaster profesional chronometer 300m
El primer reloj que quise tener básicamente por las películas de 007, si, que le vamos a hacer. Era fan y sigo siendo (menos), pero compré este reloj porque era el que quería y no valoré ninguno más; era este. Es mi compañero de fatigas, mi reloj de diario, y es increíble lo bien fabricado que está.
Destaco su patrón de ondas en la esfera, las agujas esqueletizadas y la válvula de escape de Helio. Para mi es un diver bien diferenciado del resto del mercado. El brazalete original, muy bello en si mismo, me gusta menos que el del Planet Ocean de posterior salida al mercado, así que lo compré y es el que uso las épocas de pulsera. En general, soy más de correa y hebilla para mis relojes, en mi opinión asientan mucho mejor en la muñeca y son más ligeros y cómodos.
Nunca ha dejado de funcionar, le hice una revisión en plena pandemia, por mantenimiento preventivo y a seguir otros 20 años… es tremendo lo buenos que son.
Destaco su comodidad por la ideal altura, resistencia, legibilidad y sobre todas las cosas, a pesar de que está en muy buen estado, todas las marcas que tiene. Todas se las he hecho yo y me encanta el look que le dan. Este es y será toda la vida “Mi Reloj”.
Heuer Mónaco CS 2111 reedición.
Antes de nada, quiero hacer un comentario muy importante para entender el resto de la presentación de esta pieza. Esta versión del Mónaco, puede que sea el reloj menos fotogénico de la historia de la relojería. Os comento.
Con él, me pasó un poco lo que con el Seamaster, un día se convirtió en mi deseo: “Mi cronógrafo”. Supongo que todos los aficionados de cierta edad, recordaréis el revuelo que supuso la reedición del Mónaco, de hecho, recuerdo pocos impactos así en relojería, aunque no sea un experto, con varias portadas en las revistas especializadas.
A mí, en aquella época, me parecía el complemento perfecto al Seamaster, este podía ser el reloj de diario y el Mónaco el cronógrafo y reloj para situaciones más especiales. Lo que ocurría es que, por una parte, no iba a gastarme tanto dinero en relojes en tan corto espacio de tiempo y por otra, me encantaba mi Omega. Para diario, para salir, para vestir; me tenía encandilado.
Un día, entré a ver un Carrera en la boutique del outlet de Las Rozas Village y sin mucha esperanza, pregunté si tenían algún Mónaco. Me contestaron que no solían tener, pero que en ese momento si y me lo enseñó, ya que no estaba expuesto. Recuerdo la primera sensación al verlo, era negro y con correa negra. Frente al azul de mi Seamaster, lucía una elegancia sublime y al ver los dos allí, en el tapete de la relojería… ya está, estaba claro, no había más, me enamoré. Destaco los relieves de los índices (inapreciables en las fotos) la caja cuadrada con sus diferentes pulidos (otra vez, inapreciables en las fotografías), el juego de las grafías de la esfera, con una transferencia de cuadrado a redondo muy cuidada (idem), el plexi curvado y en general, lo cuidado que está el reloj en todos sus detalles. Me encantó, como os digo, me enamoré. Me fui a casa decidido: lo compraría.
¿Y que pasó en casa?. Pues que viendo fotos (tengo que decir que no era fácil en aquella época encontrarlas), me echaba atrás. En las fotos parece un reloj tosco, brutalista: Un mazacote, además con plexiglas; ¿por qué no lo harán con zafiro?, pensaba. Y poco a poco aflojé el interés. He de decir que tenía mi Omega Seamaster en la muñeca y al verlo me olvidaba de mi nuevo amor-amante. ¿Para qué quería más?
Pero ya sabéis, los derroteros de la vida. Volví a Las Rozas, volví a entrar en la boutique y volví a verlo en directo. ¡Qué maravilla! El relieve otra vez, la proporción de las formas, el negro oscuro mezclado con el metal, la curva del plexi y la comodidad. Puesto es mucho más ligero y cómodo de lo que aparenta. Y me fui ilusionado, convencido, esta vez sí.
¿Y al volver a casa? Pues otra vez la misma historia, me volví a hacer preguntas viendo las fotos. Que poco agraciadas son, debo insistir. Y se fue desvaneciendo de mis pensamientos de nuevo. Me olvidé un poco de él.
A estas alturas os preguntaréis si volví… Sí, lo hice: volví por tercera vez porque tenía que verlo, ¿qué estaba pasando?.
Convencido, esta vez me fijaría con más atención en cada detalle, para poder retenerlo en mi memoria, debía ir con tiempo, así que mejor un día por semana para poder dedicárselo. Elegí un día y salí un poco antes del trabajo, iba muy emocionado y decidido. Entré en la boutique y como no, a la tercera va la vencida: Lo habían vendido.
¡Vaya chasco!, qué desilusión. Es una de esas cosas que recuerdas para toda la vida. Reaccioné autoconvenciéndome de que no era para mí, pero sin saberlo, un pequeño puñal se clavó en mi corazón.
Volviendo al presente, claro que me gustan los Mónaco posteriores al reedición y los actuales, con esos zafiros enormes, son una maravilla, pero en aquel momento tuve una sensación de pérdida de oportunidad. No se iba a hacer más en negro. ¡Nunca!. Los siguientes no me llamaban tanto, quería el negro, quería volver a verlo, pero ya no fue posible y poco a poco me olvidé.
Así hasta cumplir los 50. Algo se revolvió dentro de mí y decidí ir a por él. Logicamente debía buscar en el mercado de segunda mano. Vi varias piezas, pero tenía claro que quería comprar una en buen estado. Uno de ellos, lo vendían en Comerzia Watches, así que fui a verlo. Cuando me lo enseñaron, fue muy emocionante. Creedme, para mí, en mi cabeza, era la misma unidad que había dejado escapar hacía 15 años. ¡Qué estado! Absolutamente nuevo, correa nueva y pulido perfecto. Esfera radiante. No le encontré, ni le encuentro un solo defecto. Y claro, me lo llevé a mi casa sin pensarlo. Esta vez si. Me fui radiante de felicidad. Lo miro y veo una historia cerrada. Un vínculo entre mi Mónaco y yo.
Destaco: El increíble porte que tiene la pieza en negro, imposible de apreciar en las fotografías. La historia del Mónaco, un mito de la relojería. Es el colmo del vintage elegante y aunque sea un contrasentido, contemporáneo.
En cuanto a comodidad, como dije en otro foro, el Mónaco maximiza un defecto de los cierres desplegables y es que el reloj busca su posición una vez la mariposa asienta en la muñeca. El reloj ya no se mueve, pero no lo puedes centrar. En un reloj redondo, esto no es tanto problema, pero en uno cuadrado se nota mucho más (y a veces creo que se confunde con ser cabezón, que no lo es) me parece mucho más interesante un cierre de hebilla, que deja el reloj en el centro de la muñeca, y no se mueve más. Además, el plexiglás le da una ligereza que le viene muy bien.
hablando de la fotogenia, he intentado una foto en la que se aprecie mejor su belleza... ahí va
Longines Flagship oro rosa 1960
Solo decir que es el reloj de mi padre, que se fue hace ya 12 años, al que estaba muy unido y que me emociona ponérmelo. Le he hecho un mantenimiento, y hace poco he conseguido el piñón del segundero, que algún relojero desalmado había cortado. Cuando lo instale, espero que vuelva a lucir su movimiento en todo su esplendor.
La pulsera milanesa, con dos nervios, es un caso aparte de belleza y comodidad, pero la pongo poco y tengo una de piel para cuando me apetece llevarlo al trabajo “sin estridencias”. Lo cómodo que es y su belleza, tampoco es apreciable en las fotografías.
Espero que después de esta presentación, conozcáis mejor a Fínife y también espero que hayáis pasado un buen rato leyéndola.
Javier
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