
Casiná
Maestro Heladero
Sin verificar
Muy buenas. Como sé del hambre de datos que impregna todo el quorum de este rincón, os dejo una muestra representativa
Oreba “correvacas”, con AS 1130
Hoy vengo a presentar la historia de este reloj apodado “correvacas” ya que fue llevado por Pepillo “correvacas” (así era conocido en su entorno) durante toda su época como pastor de vacas por las agrestes tierras de Sierra Morena allá en los años 50-60.
La auténtica versión del reloj no la puedo mostrar porque fue subastada en la cantidad de 2.350;- ptas. a su muerte en los finales de 1960 para sufragar su entierro. Dada su frenética actividad, corriendo cerro arriba/cerro abajo detrás de las vacas, sobre todo en los intensos y tórridos tiempos de los calurosos veranos serranos, él siempre usó, en lugar de este modelo waterproof, el otro más profesional, waterprofundus, para evitar las oxidaciones por sudor.
Tenía su corona, en el centro, un halo brillante que auspiciaba su grandeza interior
Su patrón nunca supo de la existencia de su querido reloj ya que, en su presencia, siempre llevó el de dotación, un Roscopatén, como cariñosamente se le nombraba, colgado en el ojal de su chapona (chaquetilla de tela clara, muy suave y fresquita, para soportar los rigores de sus veranos) e introducido en el bolsillo chalequero. Solo cuando llegaba al tajo, en presencia de sus vacas, sacaba su Oreba, que siempre le recordaba las gachas orejas de sus vacas y por eso lo quiso siempre junto a él en las interminables jornadas campestres.
Su reloj, muy similar en apariencia al presentado en este ejemplo, era muy anterior y carecía del bendito sistema contra golpes, que siempre añoró pero nunca tuvo ocasión, por lo que ese diferencial hizo que su cariño y cuidados fueran muy exquisitos hacia su fiel acompañante. Tenía eso sí, un admirable “milagro” luminoso que, cargado durante sus largas horas al sol, le iluminaba durante aquellas frescas noches en que dormía junto a sus vacas, sobre el suave colchón de hierbas secas que alfombran esos encinares antes de ser comidas y pisoteadas por las vacas, sus queridas y mimadas vacas. Con él siempre supo, durante toda la noche, qué hora era aunque aquella noche no hubiera luna.
Como seguramente será muy rara, más bien rarísima, la ocasión de que podáis acceder a su auténtica versión, la waterprofundus, mientras tanto, si pudiérais conseguir esta que os presento, no dudéis en meterla a la buchaca porque nunca os defraudará.
Espero, sin más, que os aprovechen estas también “profundas” enseñanzas.
Un saludo esquizofrénico por ahora. Pero seguirá su avance progresivo ….. naturalmente.
Oreba “correvacas”, con AS 1130
Hoy vengo a presentar la historia de este reloj apodado “correvacas” ya que fue llevado por Pepillo “correvacas” (así era conocido en su entorno) durante toda su época como pastor de vacas por las agrestes tierras de Sierra Morena allá en los años 50-60.
La auténtica versión del reloj no la puedo mostrar porque fue subastada en la cantidad de 2.350;- ptas. a su muerte en los finales de 1960 para sufragar su entierro. Dada su frenética actividad, corriendo cerro arriba/cerro abajo detrás de las vacas, sobre todo en los intensos y tórridos tiempos de los calurosos veranos serranos, él siempre usó, en lugar de este modelo waterproof, el otro más profesional, waterprofundus, para evitar las oxidaciones por sudor.
Tenía su corona, en el centro, un halo brillante que auspiciaba su grandeza interior
Su patrón nunca supo de la existencia de su querido reloj ya que, en su presencia, siempre llevó el de dotación, un Roscopatén, como cariñosamente se le nombraba, colgado en el ojal de su chapona (chaquetilla de tela clara, muy suave y fresquita, para soportar los rigores de sus veranos) e introducido en el bolsillo chalequero. Solo cuando llegaba al tajo, en presencia de sus vacas, sacaba su Oreba, que siempre le recordaba las gachas orejas de sus vacas y por eso lo quiso siempre junto a él en las interminables jornadas campestres.
Su reloj, muy similar en apariencia al presentado en este ejemplo, era muy anterior y carecía del bendito sistema contra golpes, que siempre añoró pero nunca tuvo ocasión, por lo que ese diferencial hizo que su cariño y cuidados fueran muy exquisitos hacia su fiel acompañante. Tenía eso sí, un admirable “milagro” luminoso que, cargado durante sus largas horas al sol, le iluminaba durante aquellas frescas noches en que dormía junto a sus vacas, sobre el suave colchón de hierbas secas que alfombran esos encinares antes de ser comidas y pisoteadas por las vacas, sus queridas y mimadas vacas. Con él siempre supo, durante toda la noche, qué hora era aunque aquella noche no hubiera luna.
Como seguramente será muy rara, más bien rarísima, la ocasión de que podáis acceder a su auténtica versión, la waterprofundus, mientras tanto, si pudiérais conseguir esta que os presento, no dudéis en meterla a la buchaca porque nunca os defraudará.
Espero, sin más, que os aprovechen estas también “profundas” enseñanzas.
Un saludo esquizofrénico por ahora. Pero seguirá su avance progresivo ….. naturalmente.
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