E
Edgatk
Milpostista
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Uno de los relojes familiares a los que tengo especial apego es el Omega Seamaster Türler que presento. Lo compró mi abuelo, ya mayor, a finales de los 60 o principios de los 70, y luego lo heredó mi padre.
Cuando, fallecidos ambos, pasó a mi poder, el reloj estaba muy baqueteado, con el cristal roto, una corona sin firmar y, en general, con los rayones propios de la edad. Lo he presentado aquí, en la entrada diaria maravillosa que iniciáis y en la que he participado hasta que me ha sido imposible seguir el ritmo .
Podía seguir llevándolo como estaba pero decidí homenajear a mis seres queridos y darme un capricho también, por lo que lo he llevado al servicio Omega. Era consciente de que iba a ser una ruina pero una vez en la vida he creído que me lo puedo permitir. Me dieron un presupuesto inicial, anunciando que lo enviaban a Suiza, dada la antigüedad, y que ese presupuesto podría variar, lo que afortunadamente no ha ocurrido -al final ha sido menos de lo que temía: no mucho más de lo que me hubiera cobrado un relojero en España.
Lo principal es que no di ninguna indicación de lo que había que hacer porque tenía curiosidad por saber cómo trabajaba Omega sobre sus relojes clásicos.
Os presento el resultado. No voy a centrarme en la revisión de la maquinaria porque no he abierto el reloj pero doy por sentado que será impecable -de momento la precisión diaria es milimétrica. Echo en falta que me hayan informado del número de serie y del calibre pero ya tendré tiempo de abrirlo y averiguar la edad exacta. Tampoco han cambiado la correa que llevaba, que no era original Omega ni tenía esa hebilla. Lo he hecho yo sustituyendo la vieja por una de cordura que tenía, que creo que le queda muy bien. Vosotros juzgareis.
Por tanto, dejando de lado la revisión interna, han sustituido el cristal, han reemplazado la corona por una firmada Omega, han sustituido las agujas y han limpiado y saneado la caja pero sin pulirla excesivamente. Como tenía fotografías del estado en que se encontraba cuando lo llevé, es posible comparar el estado original con el resultado:
Estado original:
Como puede apreciarse, el cristal estaba partido, las agujas habían perdido la luminiscencia, el segundero estaba oxidado, el bisel con rayones y se aprecia una mancha en la esfera, ligeramente debajo del marcador a las 3, así como otras menores sobre el dial.
La tapa por detrás: los rayones propios del paso del tiempo y unos surcos profundos que se aprecian mejor en la primera foto, a la izquierda.
La corona que llevaba. No sé si de origen no tenía el logo Omega o si se sustituyó en alguna revisión por una sin marca.
Y esas últimas fotos. Como veis, el reloj se podía llevar más que dignamente y algunos os preguntaréis qué necesidad había de gastarse el dinero en una revisión.
Pues bien, este es el resultado de la misma:
Como veis, la esfera con textura ligeramente de lino se ha limpiado pero no hasta el punto de quitar la mancha a las 3, que se ha respetado, así como otras menores que había. Las agujas son nuevas y brillan en la oscuridad con su luminiscencia recién adquirida. El bisel está libre de las microrrayaduras.
La tapa de la caja tiene otro aspecto también pero los técnicos de Omega se han cuidado muy mucho de eliminar esos rayones profundos, que siguen existiendo, así como algún pequeño abollón. En definitiva, siguen las cicatrices pero saneadas.
La nueva corona Omega.
Y, por último más fotos del reloj con su nuevo aspecto:
Creo, objetivamente hablando, que el servicio Omega ha hecho un buen trabajo, respetuoso siempre con el reloj. En cualquier caso, estoy muy contento con el resultado, que en definitiva es lo que importa.
Confío en que os guste este “antes y después” de un precioso reloj que me trae muchos y buenos recuerdos.
Gracias por haber llegado hasta aquí, un saludo cordial.
P.S.
No he podido resistir la tentación y, a pesar de mi impericia, he logrado abrir el reloj con ayuda de la pelotita.
Se trata de un calibre 552, automático, con 24 rubíes, y atendiendo al número de serie y según las tablas disponibles para Omega, se fabricó entre 1963/1964.
Estas son las fotos del interior:
Cuando, fallecidos ambos, pasó a mi poder, el reloj estaba muy baqueteado, con el cristal roto, una corona sin firmar y, en general, con los rayones propios de la edad. Lo he presentado aquí, en la entrada diaria maravillosa que iniciáis y en la que he participado hasta que me ha sido imposible seguir el ritmo .
Podía seguir llevándolo como estaba pero decidí homenajear a mis seres queridos y darme un capricho también, por lo que lo he llevado al servicio Omega. Era consciente de que iba a ser una ruina pero una vez en la vida he creído que me lo puedo permitir. Me dieron un presupuesto inicial, anunciando que lo enviaban a Suiza, dada la antigüedad, y que ese presupuesto podría variar, lo que afortunadamente no ha ocurrido -al final ha sido menos de lo que temía: no mucho más de lo que me hubiera cobrado un relojero en España.
Lo principal es que no di ninguna indicación de lo que había que hacer porque tenía curiosidad por saber cómo trabajaba Omega sobre sus relojes clásicos.
Os presento el resultado. No voy a centrarme en la revisión de la maquinaria porque no he abierto el reloj pero doy por sentado que será impecable -de momento la precisión diaria es milimétrica. Echo en falta que me hayan informado del número de serie y del calibre pero ya tendré tiempo de abrirlo y averiguar la edad exacta. Tampoco han cambiado la correa que llevaba, que no era original Omega ni tenía esa hebilla. Lo he hecho yo sustituyendo la vieja por una de cordura que tenía, que creo que le queda muy bien. Vosotros juzgareis.
Por tanto, dejando de lado la revisión interna, han sustituido el cristal, han reemplazado la corona por una firmada Omega, han sustituido las agujas y han limpiado y saneado la caja pero sin pulirla excesivamente. Como tenía fotografías del estado en que se encontraba cuando lo llevé, es posible comparar el estado original con el resultado:
Estado original:
Como puede apreciarse, el cristal estaba partido, las agujas habían perdido la luminiscencia, el segundero estaba oxidado, el bisel con rayones y se aprecia una mancha en la esfera, ligeramente debajo del marcador a las 3, así como otras menores sobre el dial.
La tapa por detrás: los rayones propios del paso del tiempo y unos surcos profundos que se aprecian mejor en la primera foto, a la izquierda.
La corona que llevaba. No sé si de origen no tenía el logo Omega o si se sustituyó en alguna revisión por una sin marca.
Y esas últimas fotos. Como veis, el reloj se podía llevar más que dignamente y algunos os preguntaréis qué necesidad había de gastarse el dinero en una revisión.
Pues bien, este es el resultado de la misma:
Como veis, la esfera con textura ligeramente de lino se ha limpiado pero no hasta el punto de quitar la mancha a las 3, que se ha respetado, así como otras menores que había. Las agujas son nuevas y brillan en la oscuridad con su luminiscencia recién adquirida. El bisel está libre de las microrrayaduras.
La tapa de la caja tiene otro aspecto también pero los técnicos de Omega se han cuidado muy mucho de eliminar esos rayones profundos, que siguen existiendo, así como algún pequeño abollón. En definitiva, siguen las cicatrices pero saneadas.
La nueva corona Omega.
Y, por último más fotos del reloj con su nuevo aspecto:
Creo, objetivamente hablando, que el servicio Omega ha hecho un buen trabajo, respetuoso siempre con el reloj. En cualquier caso, estoy muy contento con el resultado, que en definitiva es lo que importa.
Confío en que os guste este “antes y después” de un precioso reloj que me trae muchos y buenos recuerdos.
Gracias por haber llegado hasta aquí, un saludo cordial.
P.S.
No he podido resistir la tentación y, a pesar de mi impericia, he logrado abrir el reloj con ayuda de la pelotita.
Se trata de un calibre 552, automático, con 24 rubíes, y atendiendo al número de serie y según las tablas disponibles para Omega, se fabricó entre 1963/1964.
Estas son las fotos del interior:
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