Esto me ha hecho recordar al barbero al que iba hace unos años. Era una persona muy habladora, (como casi todos los barberos) y muy simpática. Le gustaba llevar una navaja de este tipo, en el bolsillo y me contó que una noche, después de cerrar la barbería le asaltó un atracador con una navaja parecida y sacando la suya del bolsillo, le contestó, oye, que yo también soy del "gremio" y el atracador, le contestó, "Ah, pues perdona" y se marchó sin haberle robado. Claro que a lo mejor era un farol, pero el me lo contó con mucha gracia, sacándose la navaja del bolsillo, mientras me cortaba el cabello.