Tu análisis de las virtudes narratológicas de la obra/ semióticas de la peli es incuestionable... pero si le sumas la dimensión de viaje iniciático, todo lo que aparece cobra mucho más sentido. Los símbolos se agolpan página tras página para crear una estructura, aportando una lectura soterrada que (sin sustituir a todo lo que acertadamente mencionas), añade una dimensión mítica a la lucha del héroe contra su oscuridad interior.
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El "viaje del héroe" tal y como lo estudia el Myth Criticism se cumple punto por punto en este clásico, lo que añade otras dimensiones a su lectura:
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Quien lo tenga reciente podrá ubicar punto por punto el progreso(?) de Marlow/Willard.
Y ya si te pones a analizar pormenorizadamente los símbolos que se agolpan en EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS/APOCALIPSE NOW (muy recomendable el DICCIONARIO DE SÍMBOLOS del genial Cirlot), la cosa es un no parar.
Algunos ejemplos: el "Demon-God river" del original (traducido a menudo como "maldito/endemoniado río"), es una potencia infernal, una monstruosa serpiente que se ha tragado el navío; la reconstrucción del mismo es la reconstrucción de la propia psique; el cazador ruso que en la novela lleva su ropa llena de remiendos de colores (y que en la película es el corresponsal de guerra loco), del que Conrad dice "era como un Arlequín", es efectivamente eso... un arlequín, un demonio menor, que aquí recibe al héroe en las puertas del Infierno; esas dos mujeres de negro que tejen en el umbral de la compañía belga, volverán a la mente de Marlow cuando la Muerte le ronda... porqué? porque tres son las Parcas, Moiras, Nornas... las diosas del Destino. Y así tol rato. Una tras otra.
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Que Conrad era un tipo de excepcional inteligencia (cuenten las veces que, para dar pistas, usa las expresiones "rito" e "iniciación") salta a la vista; pero que tenía una extraordinaria sensibilidad para el simbolismo, no es tan obvio. Muchas veces olvidamos que los clásicos lo son porque su relectura construye sentido a través del tiempo... como los relojes.
Así que no me lean mal a Conrad, hombre, que me lo joden...