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Las plumas y tintas en las obras literarias

Estado
Hilo cerrado
  • #26
Del libro de María Dueñas, El tiempo entre costuras, (lo leyó una amiga y me lo comentó):


Como tampoco ignoraba que una factura presentable no podía hacerse en una cuartilla de papel barato con un lápiz resobado, así que cruzó de nuevo a su casa y regresó de inmediato con unos pliegos de papel inglés color marfil y una pluma Waterman que escupía trazos de tinta moderada en primorosa caligrafía. Y desplegó todo su ingenio, que era mucho, y todo su talento artístico, que era mucho también, y en apenas media hora, entre truenos y en pijama, no sólo fue capaz de confeccionar la factura más elegante que las modistas europeas del norte de África jamás habrían podido imaginar, sino que, además, dio un nombre a mi negocio. Había nacido Chez Sirah.

Saludos.
 
  • #27
Bienvenido... aunque te explico que tu nickname me produce bastante repelús. Lo tengo tan asociado al asesino a sueldo de Rigoletto que me cuesta romper este vínculo mental :-( Tu elección no deja de ser un experimento psicológico, ya que supongo que habrás pensado en que a algunos este fenómeno de rechaza podría producirse. Por lo tanto, presumo ;-) que eres lo bastante joven como para complacerte con ello.

Hay un aria de Mozart que se titula Zaide :yes:
 
  • #28
En la novela "El puente invisible" de Julie Orringer, el protagonista Andras Lévi un estudiante húngaro judío que consigue una beca para una Escuela de Arquitectura en París, conoce en Budapest a la esposa de un banquero húngaro que le pide el favor de llevar una caja a un hijo suyo (József) que estudia también en París.

La acción transcurre en 1.937 y gracias al compañero oldchrono, ya se como son las plumas de cristal de las que se habla en la novela :) , aunque en este caso se habla de pluma de cristal con plumín de oro.



"Mientras la señora joven servía una taza de té a Andras, la mayor se acercó al escritorio y cogió una tarjeta blanca en la que pidió a Andras que escribiera su nombre y la información relativa a su llegada. Telegrafiaría los datos a József, quien le estaría esperando en la estación de París. Le ofreció una pluma de cristal con una plumilla de oro tan fina que a Andras le dio miedo utilizarla. Se inclinó sobre la mesa baja y apuntó la información en letra mayúscula, aterrado por la posibilidad de romper la plumilla o dejar caer una gota de tinta en la alfombra persa. Lo que sí se manchó fueron los dedos, de lo que solo se apercibió cuando miró su último emparedado y vio que el pan estaba teñido de violeta".

Todavía no he acabado de leerla, así que si aparece algo más respecto a plumas y escritura en esta novela lo editaré aquí.

Un saludo

 
  • #29
el-contrato-9788490321317.jpg

¿ Y esta podría ser una Sheaffer Imperial ?
 
  • #31
Es una sheaffer Targa

Saludos

Efectivamente, pero fotochopeada. Porque las Targa son rectas y ésta tiene cierta conicidad al estilo de las Divas de Montblanc. Claro que ese remate del capuchón es inconfundible.

Un saludo
 
  • #32
Stefan Zweig, judío errante en Brasil por mor de la persecución inflingida en la Europa desquiciada de los lustros negros en la anterior centuria, escribió como obra póstuma (e inconclusa) una biografía de Michel de Montaigne, monsieur de La Brède. En este ensayo acota descripciones propias de Montaigne sobre sus habilidades y, en este pasaje, sobre sus carencias:

"...Las manos las tengo tan torpes que ni siquiera soy capaz de escribir para mí mismo, de suerte que prefiero rehacer lo que he emborronado a tomarme el trabajo de descifrarlo... No sé cerrar correctamente una carta, ni he sabido nunca cortar una pluma, ni trinchar como se debe en la mesa, ni equipar un caballo con el arnés, ni llevar un ave en el puño, ni soltarla, ni hablar a los perros, ni a las aves, ni a los caballos"

Como a todo hombre inteligente, no le dolían prendas en el momento de reconocer sus limitadas capacidades para estas cuestiones de la vida práctica.

Saludos.
 
Última edición:
  • #33
John Verdon, que en los últimos tres años se ha dado a conocer como afamado escritor de novela de investigación criminal, en su primera obra "Sé lo que estás pensando" escribe:

"... A la primera notó la pulcritud de la caligrafía. Las palabras estaban escritas de un modo preciso y elegante... la nota se había escrito con pluma y tinta roja. ¿Tinta roja? El abuelo de Gurney había usado tinta roja. Tenía frasquitos redondos de tinta azul, verde, y roja. Recordaba muy poco de su abuelo, pero recordaba la tinta. ¿Aún se vendía tinta roja para pluma?"

Sus otros dos títulos:

No abras los ojos
(2011)
Deja en paz al diablo
(2012)
 
  • #34
Es una novela relativamente reciente, puede tener un año o así. De momento, que yo sepa, sólo a acance de quien sepa leer catalán:
Barcelona cau, de Valentí Puig, está ambientada en las últimas horas antes de la entrada de las tropas de Franco en Barcelona, en ella aparace una pluma cuya historia centra unas páginas del libro. Creo recordar que se trata de una Waterman ( el libro especifica la marca, lamentablemente no lo tengo ahora a mi disposición), botín de saqueo, se da a entender que alguién mató por conseguirla y después a pierde a las cartas.
 
  • #35
Una Parker

Ahora mismo estoy leyendo Solsticio, de mallorquín José Carlos Llop, que nos lleva a los años 1960.
Uno de sus capítulos reúne los dos temas de RE : Mi padre tenía un reloj Leónidas con calendario lunar....y , poco más adelante: ...mi padre abría la tapa del buró, desencapuchaba la pluma estilográfica, marca Parker, y contestaba a su prima en dos cuartillas de tela...
 
  • #36
La última referencia sobre nuestro mundo con la que me he topado ha sido leyendo la novela "Crematorio" de Rafael Chirbes, sobre la especulación inmobiliaria.

Juan es catedrático de literatura y está casado con Silvia, que a su vez, es hija del constructor sin escrúpulos Ruben Bertomeu.

"Si Juan hubiera llegado a casa, seguramente la habría llamado. Aunque para él parece como si aún no se hubiera inventado el móvil. Lo usa muy pocas veces, sólo para lo estrictamente necesario. Ni el móvil ni el bolígrafo se han inventado para Juan, siempre con los dedos manchados de tinta. Silvia conoce la incomodidad de rellenar los impresos de entrada y salida de fronteras en el avión con una estilográfica que lo emborrona todo, para acabar pidiéndole a la azafata otro impreso y un bolígrafo".

¿Esto de los dedos manchados de tinta os suena? :)

Saludos







 
  • #37
Esta tarde me he quedado pensando ::Dbt::, si este autor, Rafael Chirbes, habla de manos llenas de tinta, etc, seguro que es porque lo conoce bien, ... y eh voilà, efectivamente, en su blog hay artículos sobre la escritura con estilográfica y la utilización de cuadernos, etc.

A lo mejor, hasta lee el foro jeje :) . Por cierto, su novela "Crematorio" ha sido considerada por los lectores de ABC como la segunda mejor novela española del siglo XXI tras "La muerte del Chivo" de Vargas Llosa. La muerte del chivo es impresionante, la verdad, buff.

Crematorio es una novela escrita de una forma peculiar, densa, sin una trama bien definida, que te hace reflexionar y no te deja indiferente, estoy todavía con ella.

Ahí van las notas escritas por Rafael Chirbes a modo de Diario para la Revista eñe, espero que os gusten:

Diario de Eñe
Rafael Chirbes
Textos ventaneros
Del 3 al 14 de julio de 2009


3 de julio

A veces pienso que, si escribo algo que se parece a un diario, y lo hago
a mano, y no en la pantalla del ordenador, es nada más que para poder
utilizar los cuadernos y plumas que compro. Los escaparates de las
papelerías y las —hoy inaccesibles: llevo tres años en crisis— tiendas
de estilográficas son los únicos templos del consumo que me han atraído.
En Sacristán, en la madrileña calle Mayor, me he dejado unos cuantos
sueldos, comprando plumas que me empeño en llevar encima a todas
horas hasta que acabo perdiéndolas: atracción fatal. A cada pérdida
le sucede un pequeño terremoto doméstico: busco desesperadamente
en los bolsillos de las chaquetas, en las maletas y en las mochilas; registro
los cajones que no he abierto desde hace meses; inspecciono bajo mesas,
armarios y camas. Me cuesta aceptar que ha vuelto a abandonarme la que
yo creía compañera inseparable.
Llenar, utilizando la estilográfica, las páginas de un cuaderno,
de noche, tarde, en el silencio de mi casa, habitante exclusivo del
mundo, me aporta un tipo de sentimientos de esos que ponemos
en el campo semántico de la felicidad, a pesar de que dicha escritura
resulte más bien poco provechosa. En primer lugar, porque soy de los
que para ajustar una frase coherente necesito escribirla diez o doce
veces (qué difícil es el viaje de la cabeza al papel, lo dijo Kafka), borrar,
romper, reintentar: o sea, que estos cuadernitos expresan algo más
parecido al vagido de un niño que a lo que entendemos por un texto.
Sirven como borradores, sin que tampoco a la hora de cumplir esa tarea
resulten un soporte firme: soy torpe, así que no es infrecuente que
se derrame sobre ellos algún vaso de agua o alguna taza de café y se lleve
consigo unas cuantas frases, algún párrafo; a veces, páginas enteras.
Las tintas contemporáneas son —signo de los tiempos— delebles (lo
tengo comprobado). Last but non least: tengo una letra espantosa, que
no consiguieron corregir la infinidad de ejercicios en los pautados
cuadernos de caligrafía a que me obligaron los maestros. Cuando,
pasados unos días, intento releer lo que he escrito, no pocas veces resulta
que no entiendo lo que pone. O sea, que escribo a pluma y en cuadernos
por el puro vicio de hacerlo, a pesar de que lo cómodo y razonable
es escribir y corregir en la pantalla del ordenador.



5 de julio

La afición por las estilográficas y los cuadernos revela quizá misteriosos
estratos del Peter Pan que me acompaña, melancolía de infantiles
plumieres de dos pisos, del olor de tiza y tinta de la primera escuela
que pisé; añoranza de las libretas que usábamos para la caligrafía,
que tan mal se me dio y se me sigue dando. En cuanto viajo, busco
las buenas papelerías en las ciudades que visito y compro cuadernos
que no quiero que se me queden sin usar, y en los que anoto frases que
tomo de los libros que leo, o alguna idea que se me ocurre. Cuando
no estoy escribiendo ninguna novela, me hago la ilusión de que los
cuadernos se convierten en pequeños depósitos que se van llenando con
el combustible que la alimentará; desordenados almacenes de materiales:
una vez vampirizados, descuartizados, tazados y picados, gran parte
de su contenido se traslada al nuevo libro, y lo que se salva de ellos
queda como testigo de manipulaciones vergonzosas: no muestro ningún
escrúpulo en arrancarles decenas de hojas; o en romperlos o quemarlos
en la estufa una vez que se han quedado exhaustos. Consiguen el indulto
los que guardan notas que aún no han encontrado sitio en las novelas.
A esos viejos cautivos que todavía duermen sobre la mesa, o encerrados
en cajones, van añadiéndoseles los flamantes recién comprados
y garabateados, con los que se repite el fugaz idilio, siempre
representado con el mismoatrezzo: la noche en calma, el susurro del
plumín sobre el papel, la tinta fijándose mientras le cambia suavemente
el color, ese gozo que no puedo permitirme al escribir novelas. Las
novelas no toleran esas artimañas seductoras. Me tratan con el rigor
de los amores estables, son esposas exigentes. Nacen en esa incómoda
cama de fakir que guardan las alcobas conyugales, o en un duro banco
de galeote; y también surgen de retorcidos esfuerzos los artículos que
me encargan, desabrida tarea aplazada hasta el último momento: no hay
placer (ni noche en calma, ni nada que se le parezca) cuando escribo algo
que ha de airearse a plena luz del día, la escritura de uso público: ni siquiera hay cuadernos y estilográficas.
La frialdad de la letra
de la máquina de escribir (antes) y del ordenador (ahora) me ha
permitido buscar una voz que sólo he llegado a creerme cuando me ha parecido escritura
de otro. No me fío de mi letra, porque desconfío de mí.


Unas fotos de chirbes firmando libros con estilográfica, ¿parece una pelikan, no?

Chirbes-3-baja-w.jpg


rafael chirbes en la orilla.jpeg


Espero que os hayan gustado tanto como a mí.

Aquí éstos y otros textos del autor en pdf:

https://www.elboomeran.com/upload/ficheros/noticias/diariochirbes.pdf

Un saludo
 
Última edición:
  • #38
Muchas gracias por traer estos textos, me han gustado mucho. En cuanto a la pluma sí que parece una Pelikan.


Un abrazo,
 
  • #39
tan solo documento:

...Sé de buena tinta -una tinta Montblanc, cojonuda- que el naufragio...

...
Escribo en ordenador, corrijo a mano con pluma Montblanc y tinta negra o azul, y vuelvo a escribirlo en ordenador...

...
llenó los bolsillos con los objetos dispuestos sobre la cómoda: una estilográfica Parker Duofold, una pitillera de carey...



Escrito por don Arturo

 
  • #40
En la sombra del viento, el protagonista, muere de ganas por la pluma de Víctor Hugo que supuestamente es una mont Blanc 147, según el autor.
 
  • #41
En la novela "Calle Berlín, 109" (2013) de Susana Vallejo, ambientada en la Barcelona actual, me ha chocado que haya varias referencias a plumas y no aparezca ninguna a un bolígrafo, que sería lo más normal a utilizar, ... aunque me parece bien, claro :)

En concreto, algunos de los pasajes son los siguientes:

"Se imaginaba yendo al centro a pie, o en coche, o en bici; con una coleta y gafas, una imagen nada habitual en ella. Y le gustaba la imagen de esa otra Gabi intelectual que visualizaba estudiando en una biblioteca, tomando notas, eso sí, con una pluma Montblanc".

"Gabriela se imaginó vestida en vaqueros, con gafas, acudiendo unos días a la universidad, tomando apuntes con su pluma Montblanc, y yendo otros días al gimnasio".

"Emilio suspiró y se sentó en su silla. El ordenador le reclamaba la clave. Lo ignoró. Tomó su pluma azul. Su tacto le proporcionaba seguridad. Observó la ventana. El paisaje que mostraba era el de un patio interior gris y sucio, plagado de cagadas de paloma".

"Fue hacia el salón y sacó de su bolsa su pluma azul. Buscó en la habitación que usaba como despacho un folio en blanco. Volvió al salón, colocó el papel junto al ordenador y se sentó. Abrió la pluma, comprobó en un periódico que escribía bien".

"Emilio abrió la puerta. Seguía vistiendo el albornoz y en la mano sostenía una pluma azul y un papel doblado en cuatro partes."

"Sin casi darse cuenta, repasó sus bolsillos en busca de algo que pudiera servirle como arma. Sólo encontró su pluma azul, que agarró como si se tratase de un cuchillo".

Por cierto, la novela, con toda seguridad, no ganará el premio Nadal, pero resulta entretenida para leer en la playa :-)

Un saludo
 
Estado
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